El trabajo de tu vida. Ignacio Álvarez de Mon
sonrisa cuando cuesta más. San Pablo, en la primera Carta a los Corintios, lo deja muy claro: «si no tienes amor, ¿de qué te sirve?».
IAM ¿Por qué das el salto de crear Auara?
AEM Todo parte de la experiencia brutal para mí de conocer la pobreza material. Yo estudiaba Arquitectura en Madrid y en el verano del segundo año de carrera me fui a ayudar a construir un colegio con un misionero en Perú. La razón de irme para allá era más técnica que otra cosa; quería ver cómo lo que yo dibujaba en un papel se ejecutaba luego en la práctica. Pero la experiencia resultó mucho más humana que técnica. Conocí una gente que vivía en una miseria total. Miseria material, pero a la vez con una grandeza moral increíble. Había personas que te sonreían, que te daban todo lo que tenían sin un mal gesto. Nosotros tenemos dolor de muelas un día y no soportamos nada ni a nadie; esta gente tiene toda la boca destrozada y solo piensa en agradarte. Es el contraste entre pobreza física y alegría; todo un choque para un chaval de veinte años entonces como yo.
IAM ¿Y cómo digiere un chaval de veinte años un choque así?
AEM Mi primera reacción fue de culpa. ¿Por qué yo lo tengo todo y ellos no? Esa reacción es mala, porque empiezas a rechazar todo y a todos en tu entorno y te vuelves un ser bastante insoportable. El punto de inflexión es cuando pasas de la culpa al agradecimiento. Desde el agradecimiento te das cuenta de que lo que tienes no te lo has ganado pero que lo tienes que aprovechar. Agradecimiento y optimismo fueron a partir de entonces dos motores en mi vida. Empiezas a asumir que tienes la capacidad, desde una posición privilegiada, de cambiar el mundo; no hace falta ser Bill Gates, ni entrar en trance o tener una experiencia mística. Si buscas tu oportunidad, la encuentras. Yo creo que la vida es búsqueda.
IAM ¿Te consideras un optimista natural?
AEM Natural no, pero sí un optimista construido; ha habido que trabajarlo. En Perú, las personas que yo conocí no se planteaban este tipo de cuestiones, no se podían permitir ese lujo, no podían deprimirse; su lucha era sobrevivir cada día. En Etiopía, estando en un hospital te dabas cuenta de que las personas allí entendían la vida de otra manera para poder soportarla. Comprobé que una madre que perdía a su tercer hijo lloraba igual que lo haría una madre occidental, pero el llanto le duraba menos. Es la misma dureza, pero hay que pasar página más rápido para salir adelante.
IAM ¿Cómo fue tu colaboración con la orden de la Madre Teresa de Calcuta?
AEM He estado en varias casas de la Madre Teresa de Calcuta, en Etiopía, en Burkina Faso, en Madrid también. Ellas aquí atienden a personas sin hogar, drogadictos, enfermos de sida… Yo iba una vez al mes a hacer un turno de noche. Las monjas de esta orden suelen ser chicas formadas, con carrera y que renuncian a todas sus posesiones materiales. Yo no he visto gente con mayor felicidad, que contrasta con la miseria de la que se rodean. Generan alegría en un ambiente de pobreza extrema. Yo creo que tiene mucho que ver con el desarrollo de una vida espiritual y el desapego material.
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