Chamanes y poetas. Flavia Inés Carrión

Chamanes y poetas - Flavia Inés Carrión


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hablas con él. Lo peor que nos puede suceder es perder la oportunidad de experimentar belleza. El asombro inocente es la llave que abre esa puerta. Los prejuicios son el duro cerrojo. Tenemos que aprender a soltar el control.

      Confiar en una Inteligencia Superior, una corriente de energía consciente que podemos llamar Gran Espíritu, Universo, o Dios, requiere entrenamiento. Es necesario ir soltando amarras de a poco, para no alarmar al parásito mental que insiste en que tengamos miedo, que se aferra a la máscara, que pretende que nos quedemos detenidos sobre la rama, sin intentar volar.

      Cuando finalmente lo hacemos, es curioso lo que sucede: dejamos de sentirnos una pequeña mota de polvo sacudida por lo caótico, para sentirnos parte de un movimiento sin límites, sin principio y sin final. Recuperamos el comando de nuestro poder personal.

      Existe una corriente de energía de la que formas parte.

      Has sido llamado por esa Totalidad y continuarás tu viaje junto a ella cuando tu aventura en el planeta Tierra llegue a su fin.

      Conocimiento de la Realidad

      Las evidencias de que la realidad material es modificable a partir de nuestra atención abundan en libros y redes sociales, sin embargo, nuestra mirada de la enfermedad sigue siendo exclusivamente “material”, y cuando experimentamos una dolencia física buscamos rápidamente un artilugio mecánico que la resuelva (una pastilla) como única opción.

      Es curioso, pero la cosmovisión de los antiguos chamanes estaba muy cerca de la visión de la realidad que sostienen los modelos científicos más innovadores del presente.

      Por ejemplo, el concepto de una red de energía en la que todo está interconectado encuentra su versión ancestral en la forma en que los maestros sioux explican el Universo: “la Abuela Araña tejió con canciones una red y así creó al mundo”. ¿Son los hilos de esa tela como filamentos de energía, como cuerdas?

      Sin embargo, incorporar prácticas ancestrales no debería significar el reemplazo del viejo esquema por el nuevo, o simplemente absorber los nuevos conceptos abandonando los antiguos. Eso sería equivalente a encerrarse en una nueva caja, cambiando sólo el nombre de la etiqueta: en donde decía “Universo Newtoniano”, ahora debe decir “Universo Cuántico”. El Universo es infinitamente más complejo y rico que lo que cualquier teoría puede describir. El chamán busca “detrás de la verdad”.

      Por eso, en lugar de consolidar una descripción del mundo, el chamanismo propone a las personas buscar por ellos mismos las respuestas. Hoy en día, rescatar la práctica de la sabiduría ancestral apunta precisamente a eso, a que cada persona conozca al Universo por su propia experiencia. Un facilitador puede enseñarnos a utilizar una brújula, pero lo que encontraremos al usarla corre por nuestra propia responsabilidad y criterio. Las reglas estrictas, los mapas, las verdades reveladas, no forman parte de la experiencia chamánica.

      El propósito de nuestro viaje requiere, precisamente, ir abandonando las rígidas estructuras que –como gafas– hemos interpuesto entre la realidad y nosotros. A través de la constancia y la persistencia, es posible experimentar la riqueza de la existencia más allá de los condicionamientos mentales y los cinco sentidos físicos. Pero el Universo que encontraremos siempre será más rico y complejo que lo que ningún manual o instructor pueda describir.

      Será único. Crecerá con nosotros. Nos traerá una experiencia nueva cada vez. Descubriremos lo que nuestros ancestros ya sabían: que más allá de las descripciones y definiciones, habita el Misterio. Encontrarnos en él nos brindará una paz más allá de todo conocimiento.

      Será tan único como tú, que estás aquí para expresar de forma irrepetible ese Gran Misterio.

      Como tú, que traes un matiz de color nunca antes visto y que jamás se repetirá.

      Disciplina personal

      Los seres humanos podemos llegar a ser individuos maravillosos, dotados de genialidad y amor incondicional. Sabios y creativos, sorprendentemente tiernos y capaces de logros intelectuales superiores. Pero, para que estos talentos puedan manifestarse, es necesario que aprendamos a descubrirlos, desarrollarlos y expresarlos, mediante un proceso que puede ser muy lento.

      En nuestra acelerada sociedad actual, se nos ofrecen muchas recetas de sanación y desarrollo personal que pueden parecer rápidas y efectivas, pero cuyos efectos –a la larga– son frágiles y fragmentarios. El conocimiento de origen ancestral –tal como se lo suele presentar en los medios– también puede parecer mágico, y muchas personas pueden llegar a especular con que les brindará en poco tiempo la salida veloz de su angustia y su desesperación. Sus “secretos” aparecen en la imaginación popular como la solución inmediata a sus problemas.

      Pero aplicar la sabiduría ancestral, no incluye “recetas”. El camino a transitar esquiva intencionalmente las soluciones automáticas y pone el énfasis en el trabajo paciente y dedicado sobre uno mismo. Algunos se van cuando descubren esto. Para los que se quedan, el resultado es: un crecimiento y una maduración individual enormes.

      Es un entrenamiento que la propia Naturaleza nos muestra. El brote requiere tiempo para florecer. La crisálida requiere oscuridad para que la mariposa se complete. La herida debe curarse utilizando al tiempo como medicina para que realmente sane.

      Recuperación del poder

      Hemos abandonado nuestro poder personal. Obviamente, la intención de que renunciáramos a ese poder ha sido una maniobra habilidosa de aquellos que condujeron los sistemas sociales jerárquicos que fueron desarrollándose en la historia occidental, pero lo cierto es que nos hemos acomodado en la blandura de no tener que hacernos responsables de nuestras vidas.

      Poder personal es asumir una responsabilidad cruda: desde el momento en que abrimos los ojos cada mañana hasta que el sueño nos acuna en el océano de la disolución; desde que la sociedad pone en nuestras manos la tarea de ser padres, esposos, creadores, hasta que la muerte nos viene a buscar. Responsables de lo que pensamos, de lo que permitimos en nuestro entorno, de alinear nuestras decisiones con nuestros principios. Responsables de no negociar nuestra dignidad existencial.

      Una de las formas en que esto se manifiesta es a través de la idea de destino. Recuerdo que en mi infancia era habitual escuchar a las personas hablar de “quienes nacieron con suerte” … o con desgracia. En mi inocencia, creía que eso solamente podía ser producto de una divinidad maligna que gustara de hacer sufrir arbitrariedades a sus criaturas. Luego llegó a mi vida el concepto de karma, y la idea de que los sufrimientos de una persona se explicaban por


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