Los problemas de los padres de hoy. Ana Hilda Cruz
o castigo correspondiente, sabiendo que el otro apoyará la decisión, pues ya se ha establecido de antemano. Así como se habla de muchos temas en la pareja, se debe hablar del sistema de premios y castigos, y demás políticas teniendo en cuenta la etapa de desarrollo por la que atraviesan los niños. Es necesario clarificar y unificar criterios y políticas de crianza según la etapa de nuestros hijos, y si sucede algo imprevisto, evitar escenas de impulsividad, dramatismo, desahogo emocional, discursos violentos, y hasta calamidades en forma de maltrato agresivo. Como padres antes de actuar frente a nuestros hijos, puede ser propicio hablar oportunamente en privado con la pareja y ponerse de acuerdo. De esta manera se evitará discusiones innecesarias, reclamos y juicios, pero sobre todo, en últimas, se evitará errores con los niños que afectarán su autoestima y su desarrollo.
Casi siempre en una pareja existirá uno más permisivo que el otro, uno más autoritario que el otro, uno más firme que el otro, uno más débil que el otro, pero lo que los padres debemos tener en cuenta, es que debemos respetarnos entre sí, aceptarnos y sacarle provecho a nuestras fortalezas, reconocer ante el otro nuestras carencias, admitir que tenemos fallas o vacíos, y tener humildad y sabiduría para aprender del otro, por ejemplo: si mi esposo es sereno y tranquilo, y yo tiendo a ser más impulsiva, debo acudir a él, para lograr un equilibrio en la crianza, igualmente, si yo tiendo a ser más serena y tranquila y mi esposo a ser más impulsivo, debo acudir a él, para lograr un equilibrio en la crianza, en el primer caso para no arrepentirme inmediatamente por cometer arbitrariedades y excesos, y en el segundo caso, para no arrepentirme a mediano plazo por ser alcahueta y permisiva.
La paternidad es un privilegio demasiado elevado, Dios proveyó para que los hijos tuvieran dos padres, y en los casos donde afortunadamente los hay, es un injusticia que alguno de los dos crea que tiene más responsabilidad que el otro sobre sus hijos, no es sabio pensar que uno es mejor que el otro, no es correcto desmeritar la labor del otro, y mucho menos delante de los hijos, como padres debemos poner en práctica la paciencia, la prudencia y la comunicación, como pilares del trabajo en equipo que indudablemente somos. Cuando un niño ve que sus padres están de acuerdo, aprende lo que significa unidad, comprende la utilidad de trabajar en equipo, asimila la familia como un nicho seguro para vivir, no lo confunde la autoridad, no tiende a ser manipulador, y sabe como expresar estabilidad emocional. Cuando un niño ve que sus padres son unidos, sabe a que atenerse en su casa, respetará límites, cumplirá normas, obedecerá y actuará en la verdad modelada por sus padres. No olvide que el concepto de sinergia 1+1=3 se aplica primero en casa, pues Dios ya lo dijo “¿andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”1. Los padres no fueron diseñados para competir entre sí, sino para complementarse, es un derecho innegable para los hijos, poseer padres unidos en función de ayudar al mundo, brindándole personas de bien, estables, que conocen el valor del otro y que vivencian la autoridad como un servicio de prestigio.
El castillo es Castillo por el príncipe
4. cuando todo gira en torno al niño
El inicio de la vida humana es muy sensorial, después del nacimiento, se integran de manera cada vez más compleja, todas sus funciones fisiológicas, metabólicas, cognitivas y psíquicas. Se nace siendo demasiado dependiente, sin la ayuda de un adulto, un bebé muere; a su vez, los padres, nos acostumbramos a proveer todos los cuidados necesarios y no necesarios, para que nuestro hijo crezca más que bien. Los cuidados que reciben los niños le proveen seguridad, equilibrio y esperanza. En su crecimiento, el niño aprende a confiar o desconfiar en su familia, y particularmente en sus padres1, de hecho recibe cada vez más atención y esto lo percibe claramente, desarrolla estadios básicos para su interrelación que se engranan con el aprendizaje del lenguaje, y que a su vez, estimulan funciones cognitivas superiores.2 Las vidas de padre y madre cambian en absoluto, algunos entienden mucho mejor lo que significa “nosotros”, pues antes del bebé, solo vivían el “tu y yo”. Hacia los 2 años de edad, el hogar esta dinamizado con rutinas centradas en la crianza del niño, un gran porcentaje de actividades familiares se concentran en la búsqueda de su bienestar y en su estimulación corporal, cognitiva y social. Los niños mantienen una postura egocéntrica, que les incapacita para adoptar el mismo punto de vista de los demás, tienden a desarrollar determinación y voluntad, comienzan a jugar con sus roles entre los miembros de su familia básica, y expresan ganas de hacer, de un modo inmediato y posesivo.
Aunque se evidencia desde los primeros meses, es a una edad de 3 años, en que los niños, expresan mayor determinación, voluntad y perseverancia para lograr sus deseos, y es en este punto donde muchos padres no interpretan correctamente las señales y los deseos de su hijo. El niño al querer algo y no conseguirlo, expresa su frustración de una manera transparente y básica como es el llanto y la rogativa. Dependiendo de la intensidad de la frustración, su llanto se tornara dramático e implicará no solo lágrimas y rogativas sencillas, concentrará además, todas sus fuerzas corporales en expresar semejante frustración. Luego en un intento de negación momentáneo sumado a su determinación, su llanto adquiere un agudo tono de protesta, que se va incrementando en volumen, hasta llegar a ser escandaloso. Esto es lo que conocemos como “pataleta”. Y lo que hay que saber de las “pataletas”, es que además de ocasionarnos vergüenza, los padres tenemos todo el dominio, control, poder e inteligencia para extinguirlas del comportamiento de nuestros hijos.
Las consultas a psicología por casos de “pataletas”, son muy frecuentes, los padres se sienten confundidos e impotentes, ante el “voluntarismo” y la “terquedad” expresada por sus hijos, hay madres que recuerdan que su hijo desde que nació exigía satisfacción inmediata en su biberón, al cambio de pañales o al arrullo, pues de lo contrario, todos los vecinos a 100 metros debían gozar obligatoriamente de una melodía de llanto escandalosamente incontrolada. Algunos padres acuden a orientación, cuando el niño ha hecho un escándalo en el banco, en la iglesia o en centro comercial, y en otros casos, cuando en el colegio han llorado durante dos horas seguidas en el escritorio de su maestra.
Para algunos padres, el ver llorar a su hijo es algo cruel e indigno de un buen padre, y lo que hay que saber, es que el llanto expresa liberación efusiva de emociones humanas, de hecho, para algunos fue su primera forma de expresión al nacer. El llanto es generado por emociones intensas de miedo, tristeza y hasta alegría, es una forma de comunicar, el llanto no traumatiza, el llanto libera. Pero al igual que todo, debe tener un tiempo límite. La ventaja que tenemos los padres, es que los deseos de los niños pequeños son en su mayoría momentáneos, y de hecho son a corto plazo. Viven cada momento con toda la intensidad, (excepto cuando se enferman), esperan que sus deseos sean concedidos, pero no disciernen la naturaleza de sus deseos, es decir, “si lloro y me dan biberón, porque no puedo llorar para que me den esta muñeca”.
El problema surge cuando el padre o la madre, al ver llorar a su hijo se desencajan, se desesperan, y a pesar de saber que su hijo NO necesita aquel juguete, prefieren evitarle el llanto y se lo dan. Hay otros padres, que inicialmente, tienen claro no concederle el deseo al niño porque no es necesario, pero luego de un rato, cuando el niño persevera en su pedido a través del llanto cada vez mayor, ceden porque prefieren la “paz” y no el escándalo. Es muy importante recordarnos que somos los padres los que se supone sabemos lo que le conviene a nuestro hijo y lo que no, los que sabemos lo que necesita y lo que no, los que entendemos que es lo importante para nuestro hijo y que no es importante. Si pensamos algo, decimos algo, pero en la práctica, hacemos lo opuesto a lo pensado o dicho, estamos siendo incoherentes, y este es el principio de muchas patologías a nivel personal, y de muchos desordenes a nivel de crianza y educación.
Nuestros hijos necesitan padres seguros de sí mismos, padres con principios firmes, padres que en lugar de ceder comprando un juguete no necesario y hasta inconveniente, tomen a su hijo de la mano, lo miren a los ojos,