Match Love 2.0. T. J. Chairman

Match Love 2.0 - T. J. Chairman


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más hábiles para disimularlo.12

      En cualquier caso, como hombre, te preguntarás, después de pasar todos los filtros y habértelo currado, si ella será lo atractiva que sus fotos dicen ser, si tendrá una gran capacidad para hacer que te diviertas a su lado o si disfrutarás en la cama como nunca lo habías hecho antes. Pues no es así, siento ser yo el que te lo diga. Seguramente, salvo que estés en ese pequeño porcentaje de hombres muy atractivo o en su defecto tengas ese «algo» que ellas no saben qué es pero que las vuelve locas, te tocará bajar muy mucho el listón, quedar con alguna que tenga bastantes más años que tú, escuchar una conversación deprimente que girará en torno a las problemas de ella —o la cantidad de propuestas sexuales que recibe—, etc.; y todo ello con buena cara si quieres volver a verla otro día. ¿Te has preguntado dónde está tu dignidad?...

      Por todo esto, existe un desequilibrio tan inmenso que hay dos realidades que nada tienen que ver la una con la otra. A igualdad de físico (no nos engañemos, pues en una página de contactos la presentación es la foto), ella siempre tendrá muchísimo más para elegir. Su misión es aprender a filtrar con quién queda y con quién no, pues el poco tiempo que tiene disponible lo ha de dedicar a escoger entre los interesados de una larga lista. La tarea del varón, en su mayoría, obviamente, es escribir y escribir esperando llamar la atención de alguna, y de esta manera tener una posibilidad real de cita, combinando para ello diferentes estrategias de seducción.

      Si en esta fase ellas pueden disfrutar de un subidón brutal, tú puedes sentir una gran desesperación si no te lo tomas con filosofía. Puede ser aterrador escribir a cincuenta mujeres y que te respondan tres como mucho, con unos escuetos: «No me interesas», «No eres mi tipo» o «Eres bajito, ji, ji, ji». Así de exigentes se muestran, evidentemente, porque tienen muchas más opciones disponibles de manera inmediata.

      Según mis encuestados, la culpa de todo esto la tienen los propios hombres. Elevan la percepción de mujeres que no «valen» lo que ellos les dicen y las vuelven de este modo engreídas, superficiales, déspotas y aburridas. Todo esto el varón es capaz de hacerlo por tener una posibilidad real de sexo o un poco de cariño.

      El papel del personal masculino en España en las páginas de contacto es bastante lamentable según mis fuentes, yendo del «pagafantas» u «hombre omega» (que invita a todo a quién aún no conoce de nada) hasta el «comeorejas» (que se dedica a regalar los oídos y dar atenciones de todo tipo a cualquier mujer para ver si así cae algo). También están los que se ofrecen de forma «altruista» para hacer de psicólogos y escuchar, con cara de falso interés, las historias que ellas cuentan sobre otros hombres y el sexo que han practicado con ellos (pensando que de esta manera —talante comprensivo y amigable en mano—, acabarán algún lejano día y cuando haya una conjunción astral triple, teniendo un lío amoroso). Son seres que se han perdido el respeto a sí mismos y que creen —erróneamente— que así van a conquistarlas o a tener algún tipo de relación, más allá de una amistad blanca.

      Puede parecer preocupante que tantos hombres se hayan traicionado a cambio de tan poco. En algunos foros se les llama babosos, arrastrados y cosas peores. Si algo le gusta a la mujer es un varón con todas las letras, aunque a modo de terapia, entretenimiento o interés, puede llegar a utilizar a un beta u omega para su beneficio personal, pero difícilmente llegará a amarlo.

      La definición que más me ha gustado y que mejor define la dignidad es: «Cualidad del que se hace valer como persona, que se comporta con responsabilidad, seriedad y respeto hacia sí mismo y hacia los demás, y no deja que lo humillen ni degraden». Creo que sería bueno preguntarse cómo sería la sociedad si este concepto fuese inculcado desde la cuna y se considerara algo para lo que no hubiese renuncia posible...

      Una de las grandes cuestiones de debate entre las mujeres es: «¿Por qué los hombres nos mienten para llevarnos a la cama?». La mujer que valora una relación tradicional de cortejo y seducción no entiende que el varón (que únicamente quiere sexo ocasional) recurra a ellas, pues hay otras muchas mujeres en el mercado que se han liberado y que también quieren sexo sin compromiso. Después de sentirse engañadas con las maniobras del mentiroso seductor, afirman rotundamente con gran indignación: «¡¡¡Quiero a alguien sincero de verdad!!!».

      Que más le gustaría a un hombre común y corriente que poder ser cien por cien sincero ante cualquier mujer y decirle algo del tipo: «Oye, me gustas, ¿vienes esta noche a mi casa y practicamos técnicas del Kama-sutra?» Lamentablemente, esto no le funciona prácticamente nunca, por lo que se ve «obligado» a recurrir a la vieja treta de vender amor (a base de palabras bonitas, que no se cree ni él mismo, por cierto), convertirse en el payaso que la haga reír o el ya comentado pagafantas; y ver si, de este modo, la balanza se inclina a su favor.

      Evidentemente, una vez obtenida la «recompensa», puede salir a relucir toda la verdad a la superficie y esta no es otra que el hecho de que las palabras zalameras que adornaban las acciones se vuelven falsas. En el momento de toparse con la realidad, el ego femenino se resiente enormemente —muchísimo más si el engaño proviene de un macho alfa—, pudiendo incluso entrar en un episodio de crisis punzante, pues constata lo absurdo e ingenuo que ha sido creerse tanta palabrería barata. Además, esto se puede repetir a lo largo de los años sin que ella sepa salir del bucle y sin saber siquiera cómo va entrando en él nuevamente.

      Perfiles Base de mujeres en las redes:

      La víctima. Dice haber sido maltratada en sus relaciones anteriores y por ello ahora afirma cosas del tipo: «¡Ya no me fío de ningún hombre!». Se me hace difícil entender que los sentimientos más profundos de uno(a) se puedan contar a quién te acaba de conocer. Además, es muy poco inteligente, pues la persona que tienes delante no estaba en tu pasado y es llevar la cita a un terreno pantanoso. Lo que no han podido decirle a su ex —por miedo o impotencia— lo proyectan en su nueva cita, por lo que pueden pagar justos por pecadores. Ser hombre significa: «Eres culpable hasta que me demuestres lo contrario».


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