Mensajes para los jóvenes. Elena G. de White

Mensajes para los jóvenes - Elena G. de White


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todas las ventajas del saber, pueden no llegar a obtener la educación que los hará aptos para trabajar en alguna parte de la viña del Señor. No pueden ocuparse en el servicio del Señor sin las cualidades indispensables de una piedad inteligente. Si dedican al placer y las diversiones la preciosa mente que debería ser fortalecida por un propósito elevado y noble, degradan las facultades que Dios les ha dado y se hacen culpables a su vista, porque no mejoran sus talentos mediante un uso sabio.

      Su espiritualidad empequeñecida es una ofensa a Dios. Manchan y corrompen las mentes de los seres con quienes se asocian. Por sus palabras y acciones estimulan el descuido y la desatención de las cosas sagradas. No sólo ponen en peligro su propia vida, sino que dan un ejemplo perjudicial a todos aquellos con quienes se relacionan. Son enteramente incompetentes para representar a Cristo. Siendo siervos del pecado, descuidados, temerarios y desatinados, hacen apartar a otros del Señor.

      Los que se satisfacen con normas bajas, no llegan a ser colaboradores de Dios. A los que permiten que su mente vaya a la deriva, hacia donde irá si no se la vigila, Satanás les sugiere cosas que la absorben en tal forma, que los hace adiestrarse en su ejército para engatusar a otras personas. Pueden profesar ser religiosos, pueden tener una forma de la piedad, pero son amadores de los placeres más bien que de Dios.

      La habilidad no es piedad

      Hay jóvenes que tienen cierta clase de habilidad, reconocida y admirada por sus conocidos, pero esta habilidad no está santificada. No está fortalecida y solidificada por las gracias y las pruebas de la experiencia, y Dios no puede usarla para beneficiar a la humanidad y glorificar su nombre. Bajo la máscara de la piedad, usan sus facultades para erigir normas falsas, y los inconversos lo consideran como excusa para seguir su errónea conducta. Satanás los induce a divertir a sus compañeros con su tontería y así llamada agudeza. Todo lo que emprenden tiende a la vulgaridad, porque se hallan bajo el control del tentador, quien dirige y modela sus caracteres para que hagan su obra.

      Tienen habilidad, pero sin cultivar; tienen capacidad, pero sin aprovechar. Han recibido talentos, pero los usan mal y los degradan con necedades, arrastrando a otros a su propio bajo nivel. Por la vergüenza y el vituperio que soportó, por la abnegación, el sacrificio y la humillación, Cristo pagó el rescate de sus vidas. Lo hizo para libertarlos de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de un amo que se ocupa de ellos sólo en la medida en que puede usarlos para arruinar a las personas. Pero ellos invalidan el amor que el Redentor les prodiga, y su obra es contemplada por él con tristeza.

      Tales jóvenes hallarán eterna perdición. ¿Qué les parecerán sus diversiones en aquel día cuando el Juez de toda la Tierra recompense a cada hombre de acuerdo con sus acciones? Ellos han aportado para el cimiento, leña, heno y paja, y toda la obra de su vida perecerá. ¡Qué pérdida!

      ¡Cuánto mejor es la condición de los que desempeñan su parte en el servicio a Dios, que miran a Jesús en busca de su aprobación, que diariamente escriben en sus libros de registro sus errores, sus equivocaciones, sus penas, las victorias que han ganado sobre la tentación, su gozo y paz en Cristo! Tales jóvenes no tendrán que hacer frente a la crónica de su vida con vergüenza y desaliento (The Youth’s Instructor, 22 de junio de 1899).

       El agente escogido

      Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difiere esencialmente de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad (El ministerio de curación, pp. 67, 68).

      8

      Escalar las alturas

      Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la importancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de él...

       El progreso diario

      Al empezar no se tendrán presentes todos estos pasos sucesivos, ni se los contará; pero fijando la mirada en Jesús, y teniendo sólo en vista la gloria de Dios, progresarán. No pueden alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y se sumirían en la desesperación si pudiesen contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer. Tienen que contender con Satanás, quien tratará por toda estratagema posible de apartar la mente de ustedes de Cristo.

      Cómo hacer frente a los obstáculos

      Pero debemos hacer frente a todos los obstáculos colocados en nuestro camino y vencerlos uno a la vez. Si vencemos la primera dificultad, seremos más fuertes para afrontar la segunda, y con cada esfuerzo nos haremos más capaces de progresar. Podemos ser vencedores, contemplando a Jesús. Pero cuando fijamos la mirada en las dificultades y esquivamos las batallas serias en favor del bien, nos volvemos débiles e incrédulos.

      9 2 Pedro 1:5-8.

      10 Mateo 25:23.

      9

      En sociedad con Dios


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