Reinventa las reglas. Meg-John Barker

Reinventa las reglas - Meg-John Barker


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forma sutil o profunda, en nuestros propios patrones relacionales individuales. Una persona puede elegir siempre exactamente el tipo «equivocado» de persona como pareja. A otra le puede costar mucho encontrar a alguien que se adapte a sus criterios. Y una tercera puede tener dificultades para romper una relación incluso después de que se haya estancado y sea insatisfactoria.

      Este es un diagrama para entender cómo acabamos formando nuestro propio conjunto de reglas y patrones relacionales. También puedes usar este diagrama para explorar cómo desarrollaste tu forma de entender y tener sexo, de entender el género, los conflictos o cualquier otro tema cubierto en este libro.6

      Fig. 3.2. Los círculos concéntricos de la experiencia.

      Como puedes ver en el diagrama, formamos parte de diferentes relaciones cercanas. Esas relaciones están, a su vez, incrustadas en las instituciones y comunidades que integramos. Y esas instituciones y comunidades son, a su vez, parte de la cultura en la que vivimos:

      • La cultura incluye todos los mensajes sobre el amor que damos por sentados y que circulan a nuestro alrededor en los medios de comunicación, el lenguaje que hablamos, nuestras leyes, etc.

      • Las instituciones y comunidades son los sistemas de los que formamos parte, como nuestros colegios, religiones, o las empresas en las que trabajamos. Estas pueden reforzar las ideas más extendidas sobre el amor o rechazarlas, o hacérnoslas llegar con ciertos ajustes y cambios.

      • Las relaciones interpersonales incluyen nuestras familias de origen, nuestras redes de amistades y otras personas con quienes nos relacionamos diariamente. De nuevo, las reglas del amor pueden verse apoyadas por estos círculos, cuestionadas o adaptadas.

      • «Tú» incluye todos los monólogos interiores que tenemos sobre el amor, las experiencias que atravesamos y cómo les damos un sentido, y los hábitos que creamos sobre cómo nos relacionamos: nuestros patrones relacionales.

      Para comprender nuestras reglas personales sobre el amor y los patrones relacionales debemos explorar cómo influye cada uno de esos niveles en el otro. Por supuesto que las relaciones, comunidades, e incluso las culturas de las que formamos parte cambian con el tiempo y la manera en que entienden el amor puede cambiar también. Darle un sentido a todo eso es un proceso continuo que se hace durante toda la vida.

      Para dejarlo más claro, te explicaré mi propio ejemplo:

      Mis patrones relacionales

      Después de pensar, leer, hablar y escribir sobre relaciones durante muchos años, me he dado cuenta de que mi patrón relacional consiste en buscar una relación amorosa que me haga sentir una persona aceptable. Cuando conozco a alguien con quien conecto, intento convertirme en su pareja perfecta, y cuando me devuelve el reflejo de su asombro por mi perfección, me siento maravillosamente bien. Eso es lo que significa para mí enamorarme. Este no es un patrón poco común pero, ¿cómo ha llegado a desarrollarse tan marcadamente en mí de esta forma? Pensar sobre el modelo ayuda a comprenderlo.

      Por supuesto, mi primera familia me mostró ejemplos de parejas heterosexuales que siguen juntas de por vida —mi madre, mi padre y mis abuelas y abuelos—, por lo que ese es el modelo que asumí que seguiría, del mismo modo en que se hizo en sus comunidades y en su cultura. Cuando llegué al colegio con nueve años, no encajaba en absoluto por tener unos antecedentes de clase y expresión de género muy diferentes a los del resto del alumnado. Me aislaron por ser «diferente» por mi acento, mi ropa, mis intereses; en realidad, por todo. Entonces llegaron mis hermanas y hermano en rápida sucesión y sentí que no podía cargar a mi madre y mi padre con el peso del acoso escolar que yo estaba sufriendo. Mi familia británica blanca de clase media ponía mucho énfasis en evitar los sentimientos complicados y en que «no complicara las cosas». Me volví una persona difícil e introvertida en casa por lo que me estaba sucediendo y sentía rechazo allí y en el colegio. Verdaderamente creía que no se me podía aceptar tal como era. Me recluí en las novelas y series de televisión, y el mensaje era alto y claro: el amor de verdad me salvaría.

      Aprendí —gradualmente y a trompicones— a darme cuenta de qué se esperaba de mí en el colegio y en casa, y me adapté a eso: adapté mi voz, mi ropa y mis intereses. Me volví especialista en cambiar para encajar en diferentes grupos.7 Leí las revistas de adolescentes y novelas románticas que leían mis amistades. Aprendí el tipo de feminidad que necesitaba expresar para conseguir el tipo de amor que ansiaba, para hacerme sentir que, después de todo, quizá era aceptable. Recuerdo cómo mis primeros enamoramientos se adaptaban al tipo de chico que se supone que debes desear. El dolor de los continuos amores no correspondidos terminó cuando conocí a un chico tan desesperado como yo por ser validado. Él se creyó la misma idea de que su alma gemela haría que todo fuese mejor (espoiler: no fue así).

      Esto demuestra cómo mis patrones relacionales derivan de un flujo constante de interacciones entre la cultura, las instituciones y comunidades a las que pertenecía, y mi experiencia en relaciones interpersonales. Aprendí a ansiar el amor, y a cambiar para conseguirlo: esa era mi forma particular de participar en las reglas del amor más generales que estamos explorando aquí.

Haz la pruebaTus patrones relacionales y de dónde surgen

      Tomando mi ejemplo, prueba a explorar los orígenes de tus propios patrones relacionales. Puedes volver al diagrama de círculos concéntricos y escribirlo allí, o hacer anotaciones en el margen aquí mismo sobre cada una de esas capas.

      • Cultura. ¿Qué mensajes sobre el amor recuerdas haber escuchado en los medios de comunicación y en la cultura en la que creciste? ¿Cuáles son más predominantes hoy día?

      • Instituciones y comunidades. ¿En qué comunidades e instituciones te has criado? ¿Cómo se entendía el amor en ellas? ¿De cuáles formas parte ahora y qué ideas recibes de ellas sobre cómo deben ser las relaciones y cómo deben desarrollarse?

      • Relaciones interpersonales. ¿Qué tipos de relaciones viste y experimentaste en tu familia de origen? ¿Eran formas buenas, malas o neutras de tener relaciones? ¿Cómo eran tus primeras amistades? ¿Cómo influyeron en tu forma de buscar el amor los mensajes que recibiste sobre qué conductas eran aceptables y cuáles inaceptables en casa o en el colegio?

      • Tú. ¿Qué patrones relacionales crees que has desarrollado a lo largo de ese proceso? ¿Cómo se desarrollan? No te preocupes si tu caso no está todavía tan claro como el ejemplo; a mí me costó comprender cómo había sucedido y todavía sigo aprendiendo.

      En breve comentaré más sobre los problemas de este tipo de patrones —o hábitos— relacionales fijos que desarrollamos, y hacia el final del capítulo valoraremos cómo podemos cambiarlos, si queremos. De momento, abramos nuestro foco para valorar, de nuevo, las reglas del amor de la cultura en su conjunto. Este es un resumen para recordártelo:

Resumen

      Las reglas del amor son:

      • Debes encontrar y conservar a tu Media Naranja.

      • Debe serlo todo para ti y tú para ella.

      • Sin pareja no eres suficiente.

      • El amor lo puede todo.

Reflexiona sobre estoLas reglas del amor

      Antes de continuar, piensa en cómo se aplica esto a ti. ¿Qué es cuestionable en la idea de que debemos buscar a una persona que satisfaga todas nuestras necesidades o en la idea de que el amor soluciona todos los problemas de las relaciones? ¿Hay formas alternativas de hacer las cosas que podamos valorar?

      El músico Frank Zappa dijo que los problemas de salud mental en ee.uu. se debían a que la gente se criaba escuchando letras de canciones de amor.8 Cuando escuchas unas cuantas canciones pop, te sorprendes pensando que no iba desencaminado. Una y otra vez escuchamos a cantantes que no pueden vivir sin el amor de su vida, que no sabían dónde iban hasta que lo encontraron,


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