¿Dónde están mis orgasmos?. Francis Aurò

¿Dónde están mis orgasmos? - Francis Aurò


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      FRANCIS AURÒ

      ¿Dónde están mis orgasmos?

      © ¿Dónde están mis orgasmos?

      © Francis Aurò

      ISBN papel: 978-84-685-4665-0

      ISBN epub: 978-84-685-4666-7

      Editado por Bubok Publishing S.L.

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      Tel: 912904490

      C/Vizcaya, 6

      28045 Madrid

      Reservados todos los derechos. Salvo excepción prevista por la ley, no se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos conlleva sanciones legales y puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

      Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

      Índice

      PRÓLOGO. Todxs hablamos…

      Capítulo 1. ¿¡Perdona!?

      Capítulo 2. Junio

      Capítulo 3. ¿Qué me estoy perdiendo?

      Capítulo 4. Febrero

      Capítulo 5. Insert coin

      Capítulo 6. Agosto

      Capítulo 7. Atracción total

      Capítulo 8. Estoy tarada :(

      Capítulo 9. Y no tengas prisa

      Capítulo 10. El príncipe azul

      Capítulo 11. Dani

      Capítulo 12. Esta vida loca

      Capítulo 13. Más cosas de esta vida loca

      Capítulo 14. Tú y yo, ¿qué somos?

      Capítulo 15. Así no hay quien pueda

      Capítulo 16. El sexo es más que un orgasmo

      Capítulo 17. Noticia bomba

      PRÓLOGO

       Todxs hablamos…

      Sin duda las relaciones con las personas que más queremos son las que más nos remueven.

      Los que saben dicen que nos ayudan a crecer, que se trata de aprender de ellas… Pero es que aprender sin temario o sin libros de texto es complicado: muchas veces lo que tú has considerado importante no es lo que entra en el examen. Y así vamos, un poco a ciegas, escogiendo temario en función de lo que nos va tocando vivir, aprendiendo sobre la marcha, aprobando unos exámenes y en cambio suspendiendo otros una y otra vez... hasta que un día hacemos algo diferente... y aprobamos...

      Todos hablamos de relaciones y encuentros. De las nuestras, de las de otros. De las que tuvimos, de las que nos gustaría tener o de esas que no queremos repetir.

      ¡¡Cuántas confesiones, cuántas dudas y cuántas soluciones en todas esas conversaciones!!

      Además ¡es tan fácil opinar y aconsejar cuando se trata de la vida de los demás! ¡Ojalá fuera tan fácil cuando estás implicado!: desde dentro ya no ves tan claro lo que en otros parecía sencillo.

      A veces son conversaciones preparadas: «Tenemos que quedar porque necesito hablar, necesito saber vuestra opinión. Le estoy dando tantas vueltas al tema que ya no sé si lo que pienso es normal». Entonces, el lugar es lo de menos. Lo importante es encontrar un momento. Y si no hay momento posible, hay teléfono y hay audios de WhatsApp que consiguen hacer terapia en tiempo récord.

      Otras conversaciones son más improvisadas... Al acabar una cena, con un café, dando un paseo, volviendo a casa en coche, tomando el sol en la playa, derrumbándote delante de un desconocido ese día que ya no puedes más y él escucha tu historia como si fuera tu mejor amigo… Las situaciones son infinitas.

      Y es que en ocasiones las relaciones sentimentales pueden conseguir desgastarnos y chuparnos, como si del más hambriento vampiro se tratase, mucha energía.

      (Y puestos a chupar, que nos chupen otras cosas, ¿no?).

      Porque no se trata solo de sentimientos, también se trata de sexo.

      Y aunque parece que cada vez hablamos de sexo con más naturalidad, la verdad es que aún sigue envuelto en creencias y connotaciones varias que tienen que ver con la vergüenza, la culpa, el miedo, el desconocimiento...

      Las conversaciones sobre emociones o sexo pueden ser más o menos profundas y más o menos sinceras. Los hay que fácilmente cuentan de todo y los que difícilmente cuentan algo. Los que exageran o los que se posicionan en lo que parece la media, por si acaso… «No me vayan a juzgar».

      Y después de muchas de estas conversaciones, comparamos, reflexionamos y hasta nos frustramos al pensar en nuestras relaciones sexuales y afectivas. O no.

      Y de muchas de esas conversaciones nace Sara, con sus creencias y con sus contradicciones, para contar su historia hecha de partes de muchas historias.

      Capítulo 1

       ¿¡Perdona!?

      —Te has corrido dos veces… —dijo mientras mostraba su amplia sonrisa perfecta, orgulloso del trabajo realizado.

      Me limité a sonreír, sin más. Había sido una buena partida, sí...

      Pero… creo que no me he corrido… Vamos, diría que no me he corrido en la vida...

      Estaba flipando.

      Este comentario marcó un punto de inflexión en mi vida y me hizo empezar a pensar seriamente en mi placer sexual…

      Nunca antes había hablado de orgasmos con mis amantes; ni de los suyos, que eran evidentes, ni de los míos...

      Ya dicen que lo no se nombra no existe.

      Yo creo que no me corrido nunca…

      El «creo» ya daba muchas pistas de que, efectivamente, no me había corrido.

      A mí me gusta el sexo, me excito, siento que mi excitación sube pero… No hay más… El juego termina cuando el tío se corre… GAME OVER, ¿no?

      No había subidón con traca final ni tampoco me había planteado que lo tuviera que haber.

      Claro que había leído sobre orgasmos, pero no llegaba a integrar lo que leía.

      Recordaba haber leído en una revista femenina «Basta ya de fingir orgasmos».

      ¿Estoy fingiendo mis orgasmos? ¡Pero si no sé si los tengo!

      Así que, a pesar de que había intentado aprender alguna cosa sobre los orgasmos, al final acababa haciendo sexo de la misma manera de siempre… Que era, básicamente, como había visto en las pelis… Aquellas en las que salían dos rombos… Tremendo referente el mío.

      Suponía, por lo que había visto, que lo normal era una secuencia del tipo besos, desnudo, el hombre le toca/come las tetas a ella, ella gime, el hombre hunde su cara en la entrepierna de ella (esto no en muchas pelis), ella gime y acto seguido él introduce su pene en la vagina y empieza a empujar, cada vez con más fuerza a lo que ella responde gimiendo también cada vez con más fuerza hasta que ambos culminan su placer y se abrazan. Y todo esto en menos de cinco minutos.

      Cinco minutos, siendo generosa.

      Tampoco me había masturbado nunca «hasta el final». Me había tocado, sentía como mi vulva se hinchaba y se excitaba, pero no sabía qué esperar ni qué más buscar. No había nada que me indicara «ya está». Simplemente llegado un momento dejaba


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