Mi Lince Ottawa. Virginie T.
repostería, y la guinda sobre el pastel, la merienda va a estar deliciosa. Todo en uno. Y una excelente manera de amansar a una muñequita y olvidar todas las preguntas que florecen en mi mente cuando pienso en cierto hombre que no nombraré.
– Bueno, Achak, ¿me explicas lo que te pasa? Pensaba que tendría que aguantarte para que no la atacaras y en lugar de eso, te he visto petrificado ante ella. ¿Qué te han anunciado los espíritus? ¿Tan horrible es?
Parece preocupado, todo lo contrario que hace un rato.
– No, había interpretado mal el mensaje de los espíritus. Nada grave previsto.
Nada importante para la tribu en todo caso, sin embargo, mi vida acaba de dar un vuelco y eso me hace muy feliz.
– ¿Tú no has entendido lo que te ha soplado el Gran Manitou? ¿Qué me escondes?
Mi hermano me conoce demasiado bien y es un cabezota. No dejará pasar esto hasta que no confiese. Además, puedo necesitar su ayuda. Me puede ayudar a saber más sobre mi promesa. Pero me hubiera gustado guardarme esta información un poco más. Le respondo a regañadientes.
– Ella es mía, murmuro.
– ¿Perdona? Creo no haber escuchado bien.
– Isabelle es mía, le contesto más fuerte.
Tyee abre los ojos como platos y luego se parte de risa.
– ¿La linda humana es tu media naranja? Es muy gracioso.
– No veo qué encuentras gracioso. Es mi mujer, es mía y voy a tomarla como tal. No tiene nada de cómico. Todo lo contrario, es muy serio.
Pero, aun así, no paró. Se reía tanto que le lloraban los ojos. Me pone de los nervios, como mi lince que bufa en mi cabeza. Mi hermano coge aire para explicarme, entre dos ataques de tos, la razón de su risa.
– Olvidas una cosa Achak. Ella es humana, no cambiante. No conoce nuestro mundo, ni siquiera nuestra existencia y entonces, incluso si siente el lazo que os une, no entiende lo que significa. Por primera vez en tu vida, una mujer no va a caer en tus brazos con un sólo chasquido de dedos. Y te puedo decir que te va a costar. Vi el miedo en sus ojos hace un rato.
Parece que la situación le divierte. Es evidente que no ha tenido ningún problema con su mujer que ya formaba parte de la tribu. Además, cuando pienso en el miedo de Isabelle, me lleno de ira contra mí mismo.
– Sí, lo sé, ha flipado al mirarla fijamente como un psicópata, pero no me esperaba esto. El espíritu del trueno, Asagaya, me fulminó ahí mismo. Cuando vi esa belleza, ya no podía quitarle los ojos a su silueta. ¿No tienes un consejo para mí?
Por fin vuelve a ponerse serio para decirme lo que piensa.
– Déjale tiempo y haz las cosas bien, si no, la perderás incluso antes de haberla conquistado. Y sabes que los espíritus sólo han creado un alma gemela por animorfo. No tendrás una segunda oportunidad. No desperdicies todo jugando al conquistador.
Tyee entra a su casa y me deja rumiando sus últimas palabras. Sé que tiene razón, no es nuestro jefe por nada. Tengo que darle espacio a Isabelle. Mi lince no está de acuerdo y me lacera las entrañas por ese pensamiento. Como yo, sabe que es nuestra compañera y la sutilidad no forma parte de sus instintos. Quiere ir a buscarla y marcarla como nuestra inmediatamente. Al contrario que el animal, yo sé que saltar sobre una mujer para morderle el cuello no es el mejor medio de entrar de caerle bien. Isabelle es diferente a las otras mujeres que me he llevado a la cama hasta ahora. A ella no le interesará nada mi posición de chamán de la tribu.
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