Mentiras De Familia. Dawn Brower
tan seguro? No lo creo”. Contestó Ben, asombrado por su arrogancia. “No soy tu lacayo. Si quieres que Amethyst tenga tu número, dáselo tu mismo”.
Ben asintió a Coop mientras se dirigía hacia la salida. Se detuvo una sola vez al llegar a la puerta y miró por encima del hombro hacia los ojos de Coop. “Puedo resistirlo todo, menos la tentación…esa mujer es puro lujo. No necesito tu ayuda para llegar a ella. Ya es mía. Nos vemos Coop”. Ben rió al salir de la posada.
¿Podían las cosas ponerse peor? Finalmente conocía a la mujer de sus sueños y su mejor amigo la ambicionaba. Tenía que existir una manera en hacer que Ben abandonara la idea de salir con ella. Demonios, ¿a quién estaba engañando? Ben nunca renunciaba a nada, una vez que se le metía la idea en la cabeza. No iba a empezar ahora. Además, tenía razón de cierta manera. Era decisión de la chica. Cooper tan solo tenía que asegurarse de que tomara la correcta y lo eligiera a él.
Lo primero que Cooper intentaba hacer era aprender todo lo que pudiera acerca de Amethyst S. Keane. Al registrarse mencionó un pie de autor para una revista, indicando que escribía cierto tipo de artículos para ganarse la vida. Esperaba que pudiera darle mucha información acerca de sus gustos y lo que le desagradaba. Más importante aún, podría indicarle el motivo de su elección de su posada para vacacionar. No le llevó mucho tiempo localizarla en línea. Encontró varios artículos escritos por ella en la revista ASK…era todo principalmente sobre cultura pop, pero había una sección de viajes donde se mostraba un pueblo o un lugar que Amethyst había visitado. En cada artículo que escribía hablaba acerca de la historia del pueblo y de algo que encontraba interesante o atractivo del lugar. No encontró el motivo de visitar North Point y de alojarse en la posada Trenton-Hill Inn, pero sí descubrió algo que podía ser interesante y que la motivaría a acercarse a él…
Si estaba en lo correcto acerca de Amethyst, entonces Cooper tenía todo lo que necesitaba para atraer su atención. Un buen romance fantasma la conduciría por la ruta directa. Uno que la llevaría directo hacia él. Easton Hill había muerto en su posada y los rumores decían que seguía vagando atormentado por los pasillos.
CAPÍTULO TRES
Amethyst deambulaba por la acera perdida en sus pensamientos. Cuando había salido de la posada, notó que existía un puente que la conducía a un muro agrietado. Así que sin pensar demasiado hacia dónde quería dirigirse, se giró en esa dirección, buscando los efectos tranquilizadores que el lago tenía sobre ella. Por alguna razón siempre se dirigía hacia cuerpos de agua para pensar. Después de su encuentro con Cooper y Ben, se dio cuenta de que en verdad necesitaba reflexionarlo todo.
El encuentro la hizo sentir inquieta, algo que normalmente podía ignorar. Ben Anderson tenía un físico muy hermoso, contrario al de su mejor amigo. Mientras que la apariencia de Cooper tendía a ser oscura, Ben parecía más iluminado, con su cabello rubio y ojos azules. Él había sido muy claro al mostrar interés en ella, todo lo que necesitaba hacer era acercarse y aceptarlo. Ahora tenía dos magníficos hombres entre quienes elegir y no tenía ni idea de cuál le gustaba más.
Al llegar al puente de acero y alambre en la playa arenosa, su teléfono celular comenzó a sonar, buscando en su bolso de mano, Amethyst lo tomó. Hizo un gesto cuando miró el nombre de la persona que llamaba, Lyoness Keane, también conocida como su mamá, quien intentaba localizarla. Algo que Amethyst nunca esperaba que sucediera. Su madre podía ser tan voluble, como una bandada de palomas volando por el cielo. No podía ignorarla porque Lyoness Keane nunca se rendía. Tan solo se mantendría llamándola repetidamente hasta que Amethyst cediera y contestara. También podría saber lo que su madre quería. Terminaría la conversación tan pronto como pudiera. Además, no sería más fácil tratarlo más adelante. Amethyst presionó el botón de aceptar la llamada y se acercó el teléfono a la oreja.
“Hola, madre”. Intentó alejar la irritación de su voz, pero no pudo hacerlo. ¿Por qué le costaba tanto trabajo hablar con su madre?
“Querida, ¿dónde andas en estos días?”. La voz muy aguda de Lyoness llenó sus oídos.
¿Qué? ¿Por qué quería saber su ubicación actual? Otra mala señal, ¿cómo manejarlo? Mmmhhh…bueno, ¿debería ser honesta? ¿En verdad? ¿Qué daño podía hacer? Ningún motivo para comenzar a entrar en pánico aún. El corazón le latía en el pecho. Ahora era demasiado tarde para tranquilizarse cuando todo horrible escenario fluía por su cabeza. “Estoy en un ensoñador pueblito llamado North Point, Michigan”. Cansada de sonar indiferente, no estaba segura de haber tenido éxito. “¿Por qué madre?”.
Al ignorar por completo su pregunta, Lyoness preguntó. “¿Está en un lago? Amo los Grandes Lagos”.
Amethyst quería gritar, pero se abstuvo de hacerlo. Era mejor permanecer lo más calmada posible mientras trataba con su madre. En cambio, intentó cambiar de tema y le preguntó sobre su más reciente interés amoroso.
“¿Cómo está Saul?”.
Casi podía ver a su mamá frotarse las manos frente a ella mientras respondía: “Ay, ese idiota. Terminamos las cosas la semana pasada. Es momento de seguir adelante. Ya sabes cómo es. Ahora, cuéntame de este ensoñador pueblito. ¿Qué lago se encuentra allí?”.
Debía haber sabido que su madre y Saul habían terminado. A Amethyst le gustaría decir que con una sola mano podía contar a todos los amantes de su madre, pero sería una mentira. No, probablemente necesitaría una calculadora o algún tipo de software de contabilidad para tener un registro de todos ellos. Sí, habían sido tantos y había sido alucinante. Su madre y Saul habían terminado. La única sorpresa era lo rápido que había ocurrido. Este tenía que ser todo un récord para su madre.
Con un suspiro, alejó el teléfono de su boca y la cubrió para evitar que estallara un grito. Se controló y respondió: “el lago Michigan”.
Al otro lado del teléfono, Amethyst escuchó un fuerte chillido de placer. “Ay, eso está perfecto. ¿Dónde te estás hospedando? Llegaré mañana. Podemos pasar el rato y tener un tiempo de chicas. ¿Estás trabajando en una nueva historia? Estoy segura que esta será tan brillante como todas las demás. Puedo ayudarte a investigar un poco. Esto será muuuy divertido. No puedo esperar para verte, cariño”. Su madre seguía divagando y no le dio a Amethyst una oportunidad de interrumpirla. No es que ella se lo hubiera permitido. Su mente se apagó tan pronto su madre mencionó que la alcanzaría.
Justo como temía, su madre quería visitarla. Más bien, volverla loca. No hay manera de convencerla de no venir a North Point. Lyoness había decidido sus planes de viaje antes de hacer la llamada a Amethyst. Lyoness Keane hacía lo que quería, cuando lo quería. Todo lo que ella podía hacer era sonreír y soportarlo. Antes de que se rindiera por completo, Amethyst intentó convencerla de que se quedara en Florida.
“No sé, mamá. ¿Estás segura de venir hasta acá? Es todo un paseo desde el aeropuerto. Además, estás en Miami. Es hermoso allí”.
“Estoy harta de Florida. Necesito un cambio. Hace años que no visito Michigan. Pienso que es momento de volver allá. ¿Cuál es el nombre del hotel donde te alojas?”.
Como había pensado, había sido un esfuerzo inútil. Así que apretó los dientes antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse. En ocasiones, su madre podía ser tan demandante como un niño de dos años. Una vez que Lyoness Keane tenía una idea en su cabeza, podía convertirse en toda una batalla, incluso al sugerirle que tomara una decisión diferente. Así Amethyst le dijo a regañadientes el nombre de la posada. “Trenton-Hill Inn”.
Armada con la información por la cual había llamado, atolondradamente Lyoness dijo a Amethyst, antes de terminar la llamada. “Muy bien, bebé, te veo mañana. Besos”.
Amethyst tan solo miró su teléfono con desconcierto; su madre había colgado la llamada. Después de varios minutos volvió a meter su teléfono en su bolso y se dio la vuelta para caminar como autómata hacia la posada. Parecía que tenía que prepararse para la llegada de su madre al día siguiente. ¿Debía advertir a Cooper? Esto le daría un motivo para hablar con él. Sin saber si eso sería una buena idea,