Yo Soy. Aldivan Teixeira Torres

Yo Soy - Aldivan Teixeira Torres


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mutuamente y se prometieron seguir adelante. Al final, eran jóvenes, y por fallar los exámenes no iban a calificarlos para siempre como incompetentes. No hay fracaso ni éxito definitivo. La vida estaba llena de altibajos, y el secreto de la felicidad consistía en creer siempre en una salida.

      Ambos reiniciaron sus vidas"

      El vidente quita la mano. ¡Cuánto ha sufrido esta joven! No es justo para ella ni para nadie vivir con tantos fracasos y dolor. Es entonces cuando, con una mirada penetrante, se pone frente a ella y al grupo, y declara:

      –Sé mejor que nadie lo que está sufriendo. En mi infancia, viví la pobreza a diario, la incomprensión, la sumisión y la injusticia humana. En mi adolescencia, para no herir a mis familiares, creé una personalidad y por consiguiente no viví la vida en plenitud. Tiempo después, llegué al extremo de la oscuridad y la criminalidad. Fue en ese momento cuando el padre actuó y me rescató. Hoy soy un hombre renacido, honesto y feliz. ¿Hay algún secreto? Es muy fácil. Tomad vuestras cruces, renegad del mundo, entregaos a la fuerza viva del universo, a la que normalmente llamamos Dios. Él es el único que nos entiende completamente. Él te está llamando ahora para que entres en su reino. En él no habrá miseria, dolor, sufrimiento o injusticia. Este reino no terminará.

      –Sí. El camino está abierto para todos, justos o pecadores. (Rafael)

      –Grandes y pequeños se reunirán en el monte Sión y adorarán al padre y a los hijos. Será un tiempo de paz y felicidad. (Uriel)

      –¿Cuándo será eso? (Renato)

      –La fecha está marcada desde el principio de los tiempos, pero pertenece al Todopoderoso. El día vendrá como el ladrón en la noche y, sin embargo, es necesario estar preparado ―recomienda el hijo de Dios.

      –¿Qué debo hacer para entrar en el reino del padre? (Rafaela Ferreira)

      –Algunas cosas son necesarias. Trabajo, fe, humildad, caridad, tolerancia, paciencia, perdón y sobre todo amor. Quien no conoce esto último, no tiene la esencia de Dios. (El hijo de Dios).

      –Gracias por compartir esto con nosotros, amigo Aldivan. (Dijo Rafaela, terminando la charla).

      El grupo siguió adelante hacia la carretera, al lado de la BR-232. Sin más preámbulo, cubren la distancia en unos ocho minutos. Esperan a que llegue el autobús, lo que les lleva otros cuarenta minutos.

      Sólo hay seis kilómetros para llegar al inicio de Caraíbas y pasan tan rápido que no hubo tiempo para conocer a otros pasajeros. Bajan, se despiden, pagan el pasaje, cruzan la carretera y comienzan el ascenso en forma de curva.

      En este punto todo parece cambiar.

      Caraíbas (Arcoverde)

      El suelo desaparece bajo sus pies. Los ángeles actúan rápidamente y sostienen a los humanos. Aun así, una poderosa fuerza los empuja hacia el abismo a gran velocidad. En cuestión de segundos, caen en un espacio oscuro, frío y desierto. ¿Qué pueden hacer? ¿Dónde van a terminar? En este momento, la esperanza y la fe de todos se ven sacudidas, pues están agonizantes sin ser rescatados.

      El tiempo pasa, y siguen cayendo. En un tiempo imposible de medir, tal es su percance, pueden ver el final: a la derecha una cruz, y a la izquierda una inmensa oscuridad; en el centro Seol, lleno de espíritus malignos atormentados. A medida que se acercan, el choque de las fuerzas opuestas se hace enorme, como hace cinco años, en la primera aventura de la serie "El vidente".

      Justo antes de estrellarse contra el suelo, el hijo de Dios, inspirado por el Espíritu Santo, comienza a recitar la siguiente oración: "Padre, te pido que actúes. Estamos en profunda contrición, desdicha y peligro y no tenemos a nadie a quien recurrir. Recuérdanos ahora tal como recordaste y te compadeciste de Noé y de los esclavos israelitas. Ruego por tu amor, comprensión y por la misericordia de la bendita cruz que nos ha liberado del pecado y abierto las puertas a la vida eterna. Amén".

      A casi un milímetro de la caída, la fuerza de atracción cesó. Los ángeles voltearon sus alas y comenzaron a volar de nuevo. Comenzaron el camino de regreso a la velocidad de la luz. En seguida, salen del abismo y este desaparece sin dejar rastro. Como por arte de magia, se encuentran en la ascensión en zigzag de Caraíbas, justo al principio. Rafaela no se contuvo:

      –¡Dios mío! ¿Qué fue eso?

      –Era una ilusión causada por una poderosa mente maligna. Si no fuera por la oración del vidente, estaríamos perdidos ―explicó Rafael.

      –¿Cómo, Aldivan? ¿De dónde te viene la inspiración? (Rafaela Ferreira)

      –Lo explicaré. A través del fenómeno de la comunión, Yahvé y yo estamos entrelazados de tal manera que mis palabras se convierten en las suyas. No hay diferencia. (Aldivan)

      –¡Increíble! Nunca escuché nada parecido. Aunque puede parecer una blasfemia, lo creo. (Rafaela)

      –Qué buena amiga, estás empezando a comprender la grandeza de este corazón que un día conquistará el mundo. (Renato)

      –No existo sin él (Uriel)

      –Gracias a todos y especialmente a mi amigo el arcángel Uriel Ikiriri. En los momentos más difíciles de mi vida, ha sido una herramienta del Todopoderoso que me ha apoyado y liberado. No tengo más que decir. Soy el único humano que conoce a su ángel guardián, que conoce su propio futuro y que penetra en el alma humana. Estoy bendecido. (El vidente)

      –Me gustaría ser como tú. (Dice Rafaela en tono melancólico)

      –No quieras serlo. Cada ser humano es bello por sus propias características. Dios te ama tal como eres y sólo espera un sí para actuar en tu vida. (El vidente)

      –Lo entiendo. Discúlpame. (Rafaela)

      –No te preocupes. Yo te entiendo. (El hijo de Dios)

      –Gracias. (Rafaela)

      –Continuemos entonces. Todavía queda un largo camino por recorrer. (Aldivan)

      El grupo obedece. La caminata continúa. Unos metros después, giran la curva y siguen adelante. En el camino, se encuentran con dos coches privados que salen del pueblo, algunos jinetes y un ciclista. Como son corteses, los saludan y continúan caminando. A poca distancia, aparecen las primeras casas y la pendiente se allana. El vidente se detiene, al igual que los demás, y aprovecha para hablar con sus compañeros de aventura:

      –¿Veis todo este lugar? Es un terreno espléndido con características peculiares, esto es un poco de la caatinga del interior. Todos los días durante un año, sudé caminando por aquí. Sin embargo, eso no me hizo menos digno. Por el contrario, me sentía honrado de desempeñar mi papel como asistente administrativo en la secretaría de la escuela.

      –Nunca he trabajado. Pero entiendo lo que dices. De hecho, es bueno ser útil, lo que no soy ahora. (Rafaela)

      –No hables así. Tienes una hermosa familia que te ama y al padre espiritual también. Ahora, nos tienes como amigos. ¿Lo ves? No eres inútil. Eres importante para los que te rodean. (Aldivan)

      –Tus palabras…, me emocionan… (Rafaela Ferreira solloza)

      Todos se emocionan. Instintivamente, se acercan y la abrazan. Le ponen tanto énfasis que Rafaela se siente sofocada. Por primera vez en mucho tiempo, se siente completamente amada, lo que es medicina sagrada para su problema de depresión.

      Cuando se calma, se separan de nuevo, y la conversación continúa durante un rato más:

      –¡Así es como debe ser! Somos un gran equipo con un objetivo común: desentrañar los complejos entresijos del excitante destino. ¡Estamos contigo, vidente! (Renato)

      –Gracias. ¿Puedo confiar en vosotros también, mis queridos arcángeles? (Aldivan)

      –¡Siempre! Tu padre Yahvé nos guía en todo momento. Es su voluntad. (Rafael)

      –"En la noche más oscura, cuando todos digan que no, cuando no haya salida, te rescataré. En ese momento, mostraré una camino luminoso, claro y viable. A partir de entonces, la felicidad reinará en tu vida porque yo soy Yahvé, el verdadero


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