E-Pack Bianca 2 septiembre 2020. Varias Autoras
cedió ante su instinto.
Él se dejó llevar antes de ser consciente de lo que había hecho. Y de recordar quién era y que estaba vacío por dentro.
La venganza lo había invadido mucho tiempo. Y acababa de asimilar que conseguir sus metas no había sido algo tan revelador cuando conoció a Sasha. Él había achacado el efecto que ella había tenido sobre él a ese vacío que experimentaba. A la decepción. A la preocupación. A la insatisfacción que sentía, cuando debía sentirse satisfecho y en paz.
Llamaron a la puerta y Apollo se puso tenso.
–Adelante.
Frente a la puerta del estudio de Apollo, Sasha respiró hondo. Sabía que él le había dicho que tenía que hacer unas llamadas, pero como al pasar por delante de su despacho no había oído voces, actuó de forma impulsiva.
Abrió la puerta y lo encontró sentado tras el escritorio. Apollo la miró con el ceño fruncido.
–¿Está todo bien?
Ella asintió, y se arrepintió de su decisión al sentir un enorme nudo en el estómago.
–Bien. Yo… –se calló. No debía haber ido. La manera en que él la hacía sentir con tan solo mirarla era… Inquietante. Deseaba salir corriendo, pero al mismo tiempo deseaba permanecer allí.
Él frunció el ceño.
–Sasha…
–Sé que estás ocupado, pero quiero saber por qué nuestro matrimonio es… Así. Tenso. Con dormitorios separados. No te gusto demasiado.
«O nada», le susurró una vocecita en su cabeza.
Apollo dejó la copa que tenía en la mano. Se puso en pie, rodeó el escritorio y se apoyó en él con los brazos cruzados. Ella se fijó en la musculatura de su torso y sintió que una ola de calor la invadía por dentro.
¿Siempre se había sentido tan atraída por los hombres?
«Quizá solo por él», le susurró la voz.
De algún modo, no podía negar la posibilidad de que solo reaccionara así ante él.
Apollo vio que ella se sonrojaba y pensó que había ido allí porque había percibido el deseo que él sentía por ella. Y quería aprovecharse de ello.
Se sintió tentado de ir al grano con ella, pero decidió no hacerlo.
–Nuestro matrimonio ha tenido algunos problemas, pero no creo que sea el momento de hablarlo ahora.
La observó unos instantes y se percató de que la deseaba todavía más.
«Bruja».
Ella lo miró.
–No sé por qué, pero siento la necesidad de disculparme, como si hubiera hecho algo malo y por eso me odias y Rhea y Kara me miran como si pudiera hacer algo inesperado.
Apollo luchó contra el impulso de creerla. De confiar en la imagen inocente que ella trataba de mostrar. Ya lo había hecho antes. Se separó del escritorio y se acercó a ella.
Sasha lo miró y se sonrojó. Apollo sintió que perdía el control que había mantenido desde que ella despertó en el hospital y lo miró con aquellos ojos azules, provocando que su deseo se encendiera de nuevo.
Le agarró un mechón de pelo y lo retorció entre sus dedos. Era como la seda. Y le recordó la sensación que había experimentado la noche que hicieron el amor, la suavidad de su cabello al rozar su torso desnudo.
–Me gusta más así, suelto e indómito. Tú lo preferías liso.
–¿Sí? –Sasha sintió una presión en el pecho. ¿Por qué no podía respirar? Había tensión en el aire.
–La noche en que nos conocimos lo llevabas así.
–No lo recuerdo… Bueno, me acuerdo de algunos retazos de aquella noche, pero no de los detalles…
Apollo se colocó frente a ella y la miró.
–¿Estás segura, Sasha? ¿De veras? ¿O es una artimaña para ganarte mi confianza? ¿Para volver a meterte en mi cama?
Sus palabras le cayeron como un jarro de agua fría. Ella se retiró hacia atrás para que le soltara el cabello.
–No. No haría tal cosa.
Él se acercó de nuevo y la sujetó por la barbilla. Al instante, sintió que una ola de calor lo invadía por dentro.
–¿No lo harías? No es nada que no hayas hecho, pero he de admitir que, si estás actuando, tienes mucho talento.
Por primera vez desde que despertó en el hospital ella experimentó algo más aparte de desconcierto y confusión. Sasha le agarró la mano y se la retiró.
–Quizá sea porque no estoy actuando.
No obstante, fue incapaz de retirarle la mano a Apollo para no tener contacto con él. Durante un segundo, pensó que él iba a besarla, pero entonces, él dio un paso atrás. Sus ojos parecían de color negro con aquella luz. Sasha se sentía un poco mareada, como si se hubieran besado.
–Debes irte a la cama, Sasha –dijo él con brusquedad–. Es tarde –se dirigió a la puerta y la sujetó abierta.
Sasha no comprendía lo que le estaba pasando. Había deseado profundamente que él la besara, y todavía estaba temblando.
Se apresuró a marcharse del despacho antes de ver una expresión de disgusto en su rostro, o peor aún, antes de que él viera que se sentía humillada.
Apollo esperó a que Sasha hubiera desaparecido antes de cerrar la puerta. Regresó al escritorio y se terminó la copa de un trago, como para disipar el hecho de que había estado a punto de aceptar lo que ella le ofrecía, alzando sus labios sensuales hacia él, suplicándole con su mirada que la besara.
Durante un instante se preguntó cómo ella había conseguido traspasar sus barreras una vez más y, segundos después, había estado a punto de abrazarla y revivir la noche que habían compartido… Algo que ella llevaba buscando desde que se casaron.
Apretó la copa con tanta fuerza que temió romperla.
Sentía una intensa frustración sexual. Había pasado los últimos tres meses sin sentirse atraído sexualmente por su esposa. Y de pronto, era un infierno.
No comprendía lo que estaba sucediendo, pero sabía que por muy intenso que fuera el deseo, no mostraría debilidad. Ya había mostrado debilidad hacia ella una vez, y Sasha había cambiado su vida por completo. No volvería a suceder.
Capítulo 3
SASHA subió a su habitación. Se sentía un poco mareada. Permaneció de pie y se cubrió los labios con los dedos, como para comprobar que no la habían besado. No, no tenía los labios hinchados ni sensibles.
Conocía muy bien cómo era esa sensación.
Entonces, lo comprendió. Deseaba que él la besara porque sabía lo que era. Por ese motivo su cuerpo reaccionaba de esa manera, porque recordaba sus caricias y las ansiaba de nuevo.
Se sentó en el borde de la cama y sintió un escalofrío. Por suerte, él se había retirado antes de que ella pudiera comunicarle cuál era su deseo.
Quizá anhelaba que Apollo la besara porque su cuerpo reconocía el hecho de estar cerca de él como algo familiar. Y puesto que todo lo que había a su alrededor le resultaba desconocido, se inclinaba por ello. ¿Una respuesta natural del cuerpo?
«Y excitante», susurró una vocecita.
Aquella idea no le ofrecía mucho alivio. Solo era una mala justificación para lo que acababa de suceder.
Y teniendo en cuenta que aquel hombre rechazaba su presencia y le había dicho claramente que no confiaba en ella, ¿qué clase