Gente de tango. Carlos Federico Torres
los tangos Y total para qué, al que grabó cuando era cantor de la orquesta de Osvaldo Fresedo, Sueños de París y Por siempre mía, los que llevó al disco en el año 1956 cuando era acompañado por la orquesta de Carlos García, y Mi novia de Santa Fe, recuerdo de sus años juveniles en la ciudad desde donde comenzara a proyectarse como cantor a fines de los años treinta.
Retirado totalmente de la actividad artística, El Príncipe de la Noche Porteña, tal como se lo conocía, falleció el 28 de julio de 2003, a los 85 años de edad.
213. Pacheco Huergo, Maruja
María Ester Pacheco Huergo era el nombre que figuraba en su documento de identidad. De todos modos Maruja fue el cariñoso apodo con que se la conoció en los múltiples ámbitos donde desarrolló sus actividades.
Nacida en Buenos Aires el 3 de abril de 1916, estudió piano en el conservatorio Williams del que egresó con el título de profesora de ese instrumento.
A los quince años de edad, fue presentada por Alfonsina Storni como la poeta más joven en la fiesta anual de la poesía que organizaba por la revista El Hogar correspondiente al año 1931.
Cantó tangos durante un año únicamente, el 1938, temporada que desarrolló en radio El Mundo.
Antes y después de estas presentaciones, como cantante cultivó los géneros lírico e internacional. Participó también en comedias musicales que se irradiaron por radio Prieto, dirigida en esas ocasiones por Roberto Gil, periodista de profesión a quien se conocía por el seudónimo de Erregé, quien desarrolló una vasta actuación en diversos medios como la radio, la televisión, el cine y el teatro.
Además de sus presentaciones en esa emisora, Maruja durante muchos años actuó en audiciones de las radios Fénix, Municipal y Belgrano. En esta última, se presentó nada menos que durante dieciocho temporadas consecutivas.
Pese a que su año de actuación en el tango fue muy exitoso, al punto tal de haber obtenido 32.472 votos de los oyentes en el Concurso Miss Radio 1938, Maruja dejó de cantar temas del dos por cuatro al finalizar esa temporada, dado que lo consideraba un género muy exigente para su registro vocal.
Afortunadamente, este alejamiento no impidió que como compositora desarrollara una importante labor dentro de la música ciudadana, plasmada en la producción de algo más de veinte temas.
Entre ellos, se encuentran Sinfonía de arrabal, tango grabado el día 5 de abril de 1940 por la orquesta de Edgardo Donato, con las voces a dúo de Romeo Gavio y Lita Morales, y Milonga del aguatero, con letra de Nicolás Siri, la que fuera una de las últimas grabaciones de la Orquesta Típica Victor, realizada con la voz de Ortega del Cerro el 9 de agosto de 1943.
Otras de sus composiciones para el tango fueron Melancolía, Alas rotas, Muchachita triste, con letra de Domingo Vargas, grabado por la orquesta de Roberto Firpo con la voz de Carlos Varela, y Canto de ausencia, tema que cuenta con versos de Homero Manzi.
También pertenece a Maruja el vals Gardenias, con letra de su esposo — el periodista y autor también de varios exitosos tangos—, Manuel Ferradas Campos, que fuera grabado por la Orquesta Símbolo Osmar Maderna con las voces a dúo de Adolfo Rivas y Ruth Durante en el año 1959.
De su producción, es también la melodía del tango Vuelves, con versos de Virgilio San Clemente, tema que fue llevado al disco por Osvaldo Fresedo y su orquesta con su cantor Roberto Ray el 3 de enero de 1939.
Delantal de colegial es otra de sus composiciones correspondientes al género del que nos ocupamos en este libro.
Un tango compuesto por Maruja que en nuestra opinión merece un comentario especial es Don Naides, cuya bella melodía es acompañada por descriptivos versos de Juan Venancio Clauso, en los que se relata una muy curiosa historia desarrollada en una carreta que atraviesa un polvoriento camino provinciano, bajo el tórrido sol de un mediodía de verano.
La anécdota surge con todos sus dramáticos matices en la voz de Rodolfo Galé cuando se desempeñaba como cantor de la orquesta de Florindo Sassone, en una grabación realizada el 21 de noviembre de 1951. Es extraño que esa hermosa música acompañada por una atractiva letra no haya tenido más difusión que la plasmada en esa grabación, por otra parte prácticamente olvidada en la actualidad.
A quien esto escribe le resultó muy curioso además haber asistido en el año 2000 a una obra de teatro en España, cuyo libro refería a una historia muy similar a la relatada en Don Naides. Descartando desde ya la perpetración de un plagio, dado el casi seguro desconocimiento del autor de esta obra acerca de la letra de ese escasamente difundido tango, no obstante, llama la atención la aludida coincidencia.
Hemos dejado para el final en la enunciación de las composiciones de Maruja su tango más conocido, y también uno de los de más difusión mundial, seguramente sólo superado en este aspecto por La cumparsita, A media luz y Adiós muchachos.
Nos referimos obviamente al célebre El adiós, compuesto en el año 1937, tango que ha alcanzado enorme reconocimiento en alejadas latitudes, recordándose en tal sentido que fue el elegido por Osvaldo Pugliese como tema para su despedida de la recordada gira de su orquesta por la Unión Soviética en el año 1959, con una cálida acogida por parte del público moscovita asistente al concierto con el que la orquesta se despedía de esas tierras.
A treinta años de haber compuesto su célebre tema, en un reportaje que se le hizo en la desaparecida revista Siete Días, en el año 1967, Maruja relató que la melodía surgió una noche en la que se encontraba en su casa con la única compañía de su madre y decidió, como solía hacer en esas circunstancias, sentarse ante el piano a improvisar melodías que espontáneamente iba produciendo su imaginación. Esa noche la que comenzó a brotar era de una particular belleza y su madre entusiasmada, parada al lado de ella ante el piano, la instaba a continuar mientras ambas iban pasando al pentagrama el sonido que emanaba del teclado.
Esa misma noche, quedó plasmada para siempre la música de El adiós, a la que Virgilio Sanclemente, poeta nacido el 11 de marzo de 1905 y fallecido el 26 de abril de 1977, agregó versos acordes a la calidad de la composición de Maruja.
En el aludido reportaje, ella agregaba que «en realidad, cuando me senté esa noche ante el piano; yo no pretendía componer un tango, más aún no pensaba en nada en particular». Sin embargo, las musas de la inspiración permitieron que casi sin proponérselo, en esa apacible velada compartida con su madre surgiese uno de los tangos más reconocidos a nivel mundial.
El adiós fue estrenado por Ignacio Corsini, quien lo grabó el 11 de marzo de 1938 a poco de haber sido compuesto, en lo que significó la reanudación de los registros discográficos de este cantor, transitoriamente interrumpidos desde el 9 de septiembre de 1935.
Posteriormente, fue grabado en innumerables oportunidades, entre ellas, por supuesto, por Osvaldo Pugliese con Jorge Maciel, quien lo entonara en aquella inolvidable gira. Este registro fue realizado en el año 1963, cuando dicha orquesta efectuaba sus grabaciones en el sello Phillips.
Rubén Juárez, acompañado por la orquesta de Armando Pontier llevó también al disco a El adiós para el sello Odeon en 1973.
Más recientemente, Julián Plaza volvió a grabar este tema con la orquesta con la que se presentó en Japón en el año 1996. Dicha grabación, en la que intervino la joven voz de Patricia Andrade, fue realizada en noviembre de 1995 en los estudios Moebio, poco antes del aludido viaje, en el que El adiós fue permanentemente recreado por la orquesta en sus presentaciones en 43 ciudades y localidades de ese país.
Maruja fue una muy talentosa compositora de temas pertenecientes a diversos géneros, alcanzando su producción a más de seiscientas obras, entre ellas diversas canciones infantiles, de las que veintiocho han sido incorporadas al repertorio escolar oficial de España.
Ha grabado también doce temas en un disco long play titulado Juguetes musicales en el año 1972, el que luego fue registrado en España por Alberto Closas.
También compuso obras para canto, piano y orquesta de diferentes géneros, entre ellas Cancionero