Los juegos en el currículum de la Educación Física. Antonio Méndez Giménez
tácticos más destacados en cada juego. Con un 1 mostramos requerimiento físico leve y con un 3 requerimiento físico alto. Es decir, las actividades señaladas con un 1 pueden ser realizadas sin problemas por personas que se acerquen a esa práctica físico-deportiva por vez primera. En el nivel 2, se requiere cierta experiencia en el ámbito físico-deportivo y en el nivel 3, se precisan tanto buenas cualidades físicas como conocimiento y experiencia en un deporte determinado.
No de participantes: Incluimos también este apartado para cuantificar la participación, muy ligada al siguiente aspecto a la hora de la programación previa a las sesiones. Se cuantifica el número de alumnos que intervienen en la dinámica, aunque, lógicamente, ese número se puede adaptar a las necesidades de cada clase. Consideramos una estimación aproximada del número ideal de jugadores en cada caso, si bien puede experimentar modificaciones en función de la realidad de cada momento. Este dato puede ser de gran relevancia a la hora de planificar las sesiones, ya que permite preparar el material y calcular el espacio y el tiempo necesarios.
Material necesario: Hemos seleccionado los juegos de este libro considerando que el material requerido fuera de fácil adquisición y común en los espacios dedicados a la práctica deportiva.
Desarrollo del juego: Se aportan las reglas básicas del juego, la situación inicial de los jugadores y su desenlace. Se ha redactado de manera de manera sencilla la explicación del juego con unas breves notas sobre su aplicación.
Efectos del juego: Estimamos las consecuencias de la práctica de estos juegos en dos niveles: físico y técnico-táctico. Los efectos físicos son valorados primordialmente en aquellos juegos que hacen hincapié en el desarrollo de las cualidades físicas básicas, en concreto, en el bloque de juegos de fortalecimiento y en el de juegos motores. En los primeros, hemos señalado las acciones musculares de manera sucinta, indicando únicamente las más relevantes en la realización. A tal efecto, nos basamos en el estudio de Lucille Daniels sobre los principales músculos implicados en los movimientos articulares. Los aspectos técnico-tácticos son abordados, sobre todo, en el bloque de los juegos predeportivos. También señalamos algunas incidencias de su práctica a nivel psicológico-afectivo cuando el juego lo requiere. Sería conveniente que el factor principal a tener en cuenta en la programación de las sesiones fuera el efecto pretendido con cada juego y no otros, como la limitación del material o del espacio.
Variantes: En este apartado señalamos algunos cambios, modificaciones o matices que amplían las posibilidades y enriquecen la versatilidad de ciertos juegos.
JUEGO VERSUS EJERCICIO
Cuando nos propusimos la elaboración de este libro, pensamos en profundizar en las actividades lúdicas manifiestas en nuestras sesiones de educación física, diferenciándolas del planteamiento más analítico y directivo de las clases estándar. Existen numerosos trabajos de recopilación de ejercicios a modo de atlas donde se conjugan el aspecto lúdico y el ejercicio como esencia de la motricidad específica de un deporte en concreto. Nos hemos propuesto, sin embargo, enfocar nuestros esfuerzos hacia un estudio monográfico de los juegos relacionados con la actividad física y, por ello, hemos creído necesaria una revisión sucinta de las definiciones más frecuentes de juego y de ejercicio, con la idea -nada sencilla- de alcanzar cierta precisión terminológica que nos permitiera establecer puntos de encuentro entre ambas nociones.
Según Arnolf Rüssel5, el juego de los niños se entiende como una actividad generadora de placer que no se realiza con una finalidad exterior a ella, sino por sí misma. Para Guy Jacquin6 es una actividad espontánea y desinteresada que exige una regla libremente escogida que cumplir o un obstáculo deliberadamente puesto que vencer. El juego tiene como función esencial procurar al niño el placer moral del triunfo que al aumentar su personalidad, le enaltece ante sus propios ojos y ante los de los demás. Como vemos, las características esenciales del juego infantil que ambos autores destacan son: actividad pura, sin finalidad exterior a sí misma o, a lo sumo, la búsqueda de placer; actividad espontánea que no requiere ningún tipo de aprendizaje previo, aunque contribuye a alcanzarlo; y, por último, actividad placentera. Sin embargo, que el juego carezca de finalidad para el niño no significa que el animador o profesor no la busque para sus fines en la clase de Educación Física. En esto se basa la utilidad educativa del juego, en cuyo caso se habla de JUEGO DIRIGIDO. Para Cristóbal Moreno Palos la aplicación del juego en el campo educativo hace imprescindible la dirección del mismo para la consecución de los objetivos que le son propios en este campo. Ello implica una serie de desventajas con respecto al juego libre: limitación de libertad y de autonomía del niño y supresión de la espontaneidad y de la pureza del juego. Aporta, sin embargo, variedad, corrección y eliminación de defectos, ecuanimidad en los resultados y permite planificar y controlar sus efectos. Pensamos que es labor del profesor de Educación Física despertar en el alumno ese impulso o instinto lúdico innato, planteándole diversas situaciones de juego dirigido que le evoquen sensaciones de juego espontáneo.
Por su parte, el ejercicio va ligado a las actividades gimnásticas y según el diccionario de María Moliner significa “serie de movimientos o trabajos que componen un conjunto en gimnasia, en prestidigitación o en cualquier actividad de agilidad, destreza o habilidad”. El DRAE lo define como: “cualquier forma de esfuerzo corporal para mantener o recuperar la salud”. Es característica de la gimnasia la construcción, la selección y las técnicas de aplicación de sus ejercicios, que buscan el buen estado corporal. “Las características diferenciadoras del ejercicio gimnástico son intencionalidad, forma e intensidad. La intencionalidad se centra en la obtención de beneficios de tipo físico (cualidades, aptitudes o atributos que son objeto directo del ejercicio gimnástico). La forma hace referencia a consideraciones del aspecto exterior del ejercicio, tales como: la estructura (analítica, global o sintética), la técnica de trabajo, la técnica de aplicación y la acción. Y la intensidad se ocupa del aspecto cuantitativo, es decir, la relación con el tipo de estímulo que se proporciona al individuo: de intensidad baja, media o alta” (José Luis Hernández Vázquez)7. Para medir la intensidad de esfuerzo, se suelen usar los porcentajes sobre la capacidad máxima del individuo. Por ejemplo, Augusto Pila Teleña8 señala como intensidad baja en el trabajo de resistencia los ejercicios que producen el 60-70 % de las pulsaciones máximas, como intensidad media los que provocan el 70-80 % y como intensidad alta los que llegan al 80-90 % de la frecuencia cardiaca máxima.
A modo de conclusiones destacamos que en el juego no existe imposición de número de repeticiones de un gesto o de una habilidad, que sería establecido por el profesor o animador. Las actividades lúdicas son, por tanto, de carácter más libre que los ejercicios. El alumno dosifica sus energías y su esfuerzo porque el movimiento surge de sí mismo. La estrategia de actuación del profesor no es tan directiva como en las sesiones específicas de ejercicios. En el juego se fusionan el azar y lo fortuito con la psicomotricidad del practicante, su capacidad física y su estado anímico y de motivación, y todas ellas se manifiestan. El nivel de incertidumbre en el juego es muy superior al del ejercicio, así como sus niveles de contingencia. El animador sugiere la actividad, la ambienta, la presenta y, en algunos casos, interviene en su práctica, pero no es el único que tiene incidencia sobre el juego. La actividad lúdica es un ser vivo que va creciendo por caminos imprevistos y en ella se suman las personalidades, las formas de expresión, los intereses y los impulsos de todos los participantes. El alto nivel de adaptabilidad, tanto del profesor como de los alumnos, a nuevas situaciones motrices y la capacidad de resolución de problemas imprevistos son frecuentes. No obstante, el profesor, que no es un simple jugador más, debe estar atento a la marcha y al ritmo del juego para provocar mayor participación