Manifiesto por el progreso social. Helga Nowotny

Manifiesto por el progreso social - Helga  Nowotny


Скачать книгу
llegan después a estabilizar y coordinar la nueva normalidad. Por lo tanto, aunque el juego político siga siendo importante, para nada es la única manera de esperar un cambio y trabajar por él. No tenemos que volvernos políticos ni activistas para generar los cambios.

      Hay muchas otras ideas falsas que se abordarán en el libro; por ejemplo, que el progreso tecnológico sigue una trayectoria determinista en la que no podemos influir, que la globalización implica convergencia de las economías y el choque de las civilizaciones, o que el progreso social requiere crecimiento económico acompañado de destrucción ambiental. Las trataremos en su debido momento en los capítulos siguientes.

      NARRATIVA

      En resumen, ésta es la historia que cuenta el libro: la llegada del Antropoceno —es decir, una nueva época geológica donde el principal factor de cambios en el planeta es la actividad humana—3 pone a la humanidad al mando del mundo, y nos volvemos colectivamente conscientes de que, si seguimos así, estaremos al borde del abismo, pues varias tensiones clave se convertirán en cataclismos. Las desigualdades y la falta de cohesión social se están volviendo insoportables en los diversos continentes y países, pues generan conflictos, migración, agitación social e inestabilidad política; la degradación ambiental está alcanzando una escala planetaria, con un clima cambiante y más volátil, y el grave riesgo de una nueva extinción masiva.

      La idea occidental de que las instituciones capitalistas liberales y democráticas ya alcanzaron su forma final y representan para todas las naciones del mundo la meta última (“el fin de la historia”) debe rechazarse de manera tajante. Los logros en las políticas sociales y en las instituciones democráticas pueden borrarse del mapa con una sola elección y ser reemplazadas por políticas autoritarias y destructivas a nivel social y ambiental. La historia continúa y necesitamos explorar nuevas instituciones que garanticen la sustentabilidad social y ambiental. Hay ideas e innovaciones interesantes en todos los continentes que pueden llevar a nuevas formas de participación popular, a una mayor armonía con la naturaleza o a un manejo más efectivo de los conflictos. En todo el mundo, una gran diversidad de avances económicos, políticos y sociales muestran el poder de la imaginación y una impresionante gama de ideas que prometen una sociedad mejor.

      El reto de nuestra época es encontrar formas de lograr simultáneamente la igualdad (sin dejar a nadie rezagado, ni a nivel nacional ni internacional, creando una sociedad incluyente), la libertad (económica y política, que incluya Estado de derecho, derechos humanos y derechos democráticos exhaustivos) y la sostenibilidad ambiental (preservar a los ecosistemas no sólo para las generaciones futuras de seres humanos, sino también por sí mismos, si es que queremos respetar toda forma de vida). La libertad se entiende aquí de manera comprehensiva: incluye no sólo los derechos humanos y la integridad individual, sino también el derecho a participar en las decisiones colectivas de forma democrática, gozando de los derechos de libertad de expresión y asociación, y recibiendo la capacitación y los conocimientos adecuados para una participación plena. Libertad y democracia son, por lo tanto, inseparables, y no deberían oponerse. La democracia sólo puede suprimir la libertad cuando las instituciones democráticas están mal concebidas y mal instrumentadas.

      La globalización y la innovación tecnológica son factores clave de las transformaciones socioeconómicas. Los expertos conocen —aunque los que toman decisiones no siempre, desafortunadamente— las virtudes y los peligros de la primera, pero hay mucha incertidumbre sobre si la segunda afectará la calidad de vida y las desigualdades sociales. Un punto importante es que la globalización y la innovación tecnológica no son procesos naturales que las sociedades deban impulsar o frenar. Al contrario, las maneras particulares en que la globalización y la innovación se desenvuelven pueden moldearse mediante políticas públicas y es importante encauzarlas hacia la inclusión social. Por lo tanto, no sólo debemos asegurarnos de apoyar a los que pierden con la economía globalizada y con las perturbaciones tecnológicas, así como facilitar su adaptación y transición a las nuevas oportunidades que ofrecen tales acontecimientos, sino que debemos trabajar para hacer que ocurran los cambios, de tal forma que generen menos pérdidas y más ganancias para todos.

      Otro factor de cambio importante es el giro cultural que expande el “círculo de respeto y dignidad”, es decir, el conjunto de gente, formas de vida y seres vivos tratados con el debido respeto y dignidad — dignidad igualitaria en el caso de todos los seres humanos, incluida la participación plena en todos los organismos de decisión relevantes; en cuanto a los seres vivos no humanos, es más difícil poner el respeto y la dignidad bajo el ideal de igualdad, aunque son valores relevantes—. Esto parece una tendencia universal e irreversible, a pesar de muchos reveses y resistencias. Esta tendencia, que incluye una expansión de la aprobación de los valores democráticos, es un elemento muy prometedor de la sociedad mejorada que debemos imaginar.

      ¿Cómo podemos imaginar un mejor conjunto de instituciones y políticas públicas? Sería totalmente insuficiente vislumbrar el progreso social en términos de acaparar el poder político central para instrumentar políticas sociales y económicas desde arriba. En cambio, se debe enfrentar la desigualdad de recursos, y más importante aún, de poder y estatus, que permea a todas las instituciones, organizaciones y grupos, desde la familia hasta las corporaciones trasnacionales, desde la comunidad local hasta el grupo de gobiernos regionales, desde la organización no gubernamental (ONG) local hasta el partido político. La reforma de las instituciones y las organizaciones económicas, políticas y sociales no se dará simplemente logrando que los partidos más “progresistas” lleguen al gobierno, sino que se deben involucrar iniciativas de base y cambios en la gobernanza de muchas organizaciones, en particular y sobre todo dentro de las instituciones económicas clave, en todos los niveles, desde las empresas pequeñas hasta las organizaciones internacionales.

      Las herramientas que nos pueden ayudar a concebir una mejor sociedad incluyen las dos instituciones económicas clave que estructuran la producción y las finanzas: el mercado y la empresa. Ambas generan muchos de los problemas actuales (en particular mediante externalidades4

      y desigualdades), pero, bien manejadas, son esenciales para cualquier sociedad exitosa concebible, pues el mercado es piedra angular de la libertad y la empresa es una institución colaborativa clave que llena las brechas del mercado. El mercado debe manejarse de tal forma que se mitiguen todas sus fallas y la empresa debe transformarse en una verdadera asociación de productores que reúnan diferentes activos (capital, mano de obra) y compartan poder, recursos y estatus de una forma mucho más horizontal de lo que es común en la economía “capitalista” —e incluir, en su gobernanza, a otras partes interesadas tales como las comunidades locales y los proveedores—. Por desgracia, ni siquiera en las sociedades supuestamente más avanzadas el trabajador ha logrado adquirir un estatus ni unos derechos democráticos plenos en el “círculo de respeto y dignidad”, y la forma tradicional de la empresa privada es completamente anacrónica en la época del respeto y la democracia. Muchos emprendedores y líderes empresariales entienden esto: el avance hacia la “liberación empresarial” ya está en marcha.5 Reformar el propósito de la empresa para expandir su función social más allá del enriquecimiento de los accionistas tiene que venir junto con la reforma de su gobernanza. Las firmas productivas de varios tipos (corporaciones, cooperativas, empresas sociales, organizaciones de beneficencia, plataformas de intercambio, etcétera) pueden evolucionar en conjunto y ocupar diferentes nichos en la economía y el mercado laboral, con el requisito de que todas respeten la dignidad plena de sus miembros, incluidos los derechos democráticos y, en consecuencia, definan su misión social.

      Entender de esta manera los mecanismos sociales y la necesidad de confiar en el mercado y en la empresa permite revisar el papel del Estado e imaginar una nueva forma de Estado de bienestar que se adapte mejor a la economía globalizada del siglo XXI. El Estado de bienestar socialdemócrata es una opción seria que debe reconsiderarse. Es una fórmula probada que ha demostrado su capacidad de funcionar en economías abiertas y promover el manejo eficiente de los recursos y, al mismo tiempo, preservar un alto grado de solidaridad social. Ciertamente, usa la disciplina del mercado abierto para mantener la productividad y la rentabilidad en niveles altos, promueve la producción eficiente invirtiendo mucho en capital humano mediante educación


Скачать книгу