La fe cristiana frente a la corrupción en América Latina. Roberto Laver

La fe cristiana frente a la corrupción en América Latina - Roberto Laver


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no sólo tecnocráticas. El capítulo siete toma el caso de la justicia como ilustrativo de los valores y normas sociales que legitiman y promueven la corrupción. El octavo propone a la iglesia, a sus líderes y comunidades como agentes potenciales para renovar valores y códigos de conducta social que sustenten a las instituciones de una sociedad. Mientras se explican las razones por las cuales la iglesia debería tener un papel protagónico, también se reconocen los desafíos y barreras significativos que tiene para ser “sal y luz”. El capítulo termina proponiendo dos áreas de acción para la iglesia en su misión de promover una sociedad con mejor gobernabilidad e integridad pública. Un último capítulo, el noveno, ofrece unas breves conclusiones finales.

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      Capítulo 1

      La corrupción en la escena internacional: de tema tabú a eje central de la agenda global de desarrollo

      Seamos claros: debemos atacar el cáncer de la corrupción.

      El punto central yace entonces en entender las transformaciones que permitieron y facilitaron una transición en dichos países, desde una situación de instituciones políticas débiles y corrupción elevada y generalizada en la sociedad hasta una de instituciones políticas modernas con corrupción reducida. Se puede afirmar que éste es uno de los interrogantes más apremiantes que confrontan los organismos internacionales de desarrollo, los académicos y los reformistas. El surgimiento de este interrogante evidencia un incremento en el grado de interés respecto a la problemática de la corrupción. Hasta hace no mucho tiempo, desde los sectores oficiales se hablaba muy poco sobre la corrupción. Esa palabra era considerada un tabú, tal como lo atestiguan varios expertos y mi propia experiencia.

      Antes de entrar en el análisis de los factores que catapultaron a la corrupción como tema de la agenda global, cabe destacar que no fueron líderes o instituciones religiosas los que impulsaron el movimiento de lucha en su contra. En los inicios de este movimiento, la corrupción no era una preocupación mayor de las distintas denominaciones cristianas en general. Salvo posibles excepciones, la iglesia no tenía una voz profética declamando la corrupción como un pecado e injusticia social con consecuencias profundamente negativas para el desarrollo íntegral de las personas y las sociedades. La lucha contra la corrupción no era vista (y, aunque ha habido progresos, sigue sin


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