El camino. Olanda Angarita

El camino - Olanda Angarita


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      Hay una frase que me encanta: “no hay suficiente amor en este mundo para hacer sentir amada a una persona que no se ama a sí misma”. Y tampoco hay suficiente respeto, confianza, paz, armonía y felicidad fuera de nosotros que lo pueda conseguir. Entonces, ¿vas a seguir buscando fuera lo que desde dentro te está llamando? ¿Qué necesitas para darte cuenta de que ya estás completo?

      Hoy en día se está comenzando a vivir más desde la visión cuántica, esa que te invita a crear desde dentro hacia afuera. Por ejemplo, si estuvieras viendo una película que no te gusta, lo lógico sería que la cambiaras en el aparato proyector y no la pantalla. Lo mismo ocurre con la película de tu vida. Tú eres ese aparato emisor, entonces tú y solo tú puedes cambiar lo que estás proyectando en la pantalla de tu vida.

      Tú tienes que convertirte en la causa del efecto que quieres experimentar. Como dice el dicho: “afuera no hay causas, solo efectos”.

      Atrévete a recoger tus pedazos del suelo y llévalos a tu interior para armarte de nuevo. Esta vez debes crearte desde cero, ser una nueva persona, una nueva energía que tenga pensamientos diferentes que te lleve a nuevas experiencias. Pregúntate cuál es la mejor versión que puedes ser y, desde esa respuesta, reconstrúyete. Haz de ti la mejor obra de arte jamás pensada.

      Entonces, volvamos al duelo ¿qué vas a hacer con todo este dolor que sientes?

      Una vez que has reconocido que estás de duelo podrás activar los cambios para tu bienestar. Podrás reorientar tu brújula e incluso podrás cambiar el rumbo hacia el destino que quieras.

      ¿Estás listo? Vamos paso a paso.

      No hay suficiente amor en este mundo para

      hacer sentir amada a una persona que no se ama a sí misma

      Encuentra tu forma de conectarte con esa

      energía creadora que te permitirá vivir a plenitud el tiempo que te toque permanecer en este maravilloso planeta.

      Capítulo 3

      Duelo por pérdida de la juventud

      y pérdida o ganancia de peso

      La pérdida de la juventud es un cambio que sufrimos los seres vivos. Escojo la palabra “sufrimos”, porque la forma en cómo vivamos nuestras experiencias es nuestra elección. Hemos escogido ver nuestros cambios biológicos como una pérdida lamentable, como el camino inevitable hacia la muerte y no como un proceso mágico por el que atraviesa nuestro cuerpo físico, el feliz e inevitable reencuentro con el todo de donde venimos.

      Todo cambio nos puede hacer perder algo. Esta pérdida nos lleva a un duelo, porque estamos tan apegados que no sabemos cómo soltar. En este caso, hablo de la juventud.

      Realmente ¿qué estamos perdiendo? Al hacernos mayores, pensamos que estamos perdiendo oportunidades o la oportunidad de vivir, pero tal vez sea la oportunidad de hacer las cosas que siempre quisimos hacer.

      El problema está en pensar que la pérdida de la juventud es una muerte lenta que nos impide hacer cosas y, sin querer, comenzamos a limitarnos desde antes de morir. Estamos como muertos en vida, porque se supone, según los cánones de esta sociedad, que a partir de cierta edad ya no somos aptos para participar en ella.

      La buena noticia es que nada de esto tiene que ser así. Hoy en día la edad está pasando de ser un obstáculo mental autoimpuesto a un camino que invita a la constante reinvención y que poco a poco está ganando más adeptos. Actualmente, vemos a mujeres como Lyn Slater de 64 años o a Deshun Wang de 83 años, ambos modelos con carreras exitosas y prometedoras en el mundo de la moda.

      El gran trovador Facundo Cabral tenía la habilidad de invitarnos a seguir participando de nuestra maravillosa vida sin importar la edad; así también lo hizo Moisés, quien dirigió el éxodo a los 80 años; lo mismo pasó con el gran Rubinstein, pianista y director de orquesta, que seguía tocando a los 90 años.

      “De la cuna a la tumba es una escuela”, decía Facundo Cabral. Entonces, aprovecha, disfruta y aprende hasta el final de tus días.

      No dejes que nadie te limite. No permitas que tú y tus miedos te cierren la puerta de la fiesta de la vida antes de tiempo. Vive, baila, ríe, canta, escribe, ama, abraza, besa, da las gracias, enamórate de todo hasta que el amor se enamore de ti y te robe el último suspiro.

      Te invito a hacer una lista de las cosas que siempre quisiste hacer y no hiciste, y de las cosas que quieres hacer ahora y no has hecho todavía. Actualízalas, ya que como estamos en constante cambio, tal vez lo que querías hacer a los 15, a los 20 o a los 30 años no sea lo mismo que quieres hacer ahora. Sé coherente contigo, conócete y respétate.

      Luego de hacer tu lista y que todo cuadre bien, ponle fecha. Mientras no le pongas fecha y lo agendes, quedará en el aire y será más difícil de materializar.

      Esta lista te reconectará con tu propósito de vida o te dará uno nuevo. Todos necesitamos una visión, una meta, un objetivo. Tal vez tu meta sea sentirte mejor físicamente, entonces organiza una rutina de ejercicios que te devuelva la energía. Quizás lo que desees es sentirte más conectado con tu espíritu, para lo cual la meditación es un buen camino. A lo mejor lo tuyo es mantener activo el cerebro y seguir aprendiendo, entonces la lectura, los cursos, los talleres, otra licenciatura o un curso de posgrado en la universidad serán una maravillosa oportunidad de aprendizaje. Mantener los lazos con la familia, los amigos, la pareja son una excelente forma de mantener equilibrada nuestra vida.

      Encuentra tu forma de conectarte con esa energía creadora que te permitirá vivir a plenitud el tiempo que te toque permanecer en este maravilloso planeta.

      No pierdas ni un segundo de tu tiempo culpando a los demás por lo que dejaste de hacer o lo que hiciste. Se te van a ir los años y no habrás logrado nada más que alimentar dentro de ti el miedo, la tristeza y la rabia. Deja ir todo lo que no te sume, comienza a sentirte libre, deja ir eso que pesa tanto, ahórrate esa energía porque la vas a necesitar para bailar, saltar, crear y reír.

      La juventud no se pierde. Tú decides: o la inviertes en actividades que te retribuyan positivamente o en acciones que te consuman y te carguen hasta el umbral de la muerte. No has perdido nada. El tiempo, tu tiempo, está en tus manos y tú decides qué hacer con él.

      No te quedes con nada dentro que luego lamentes. No en vano dicen por ahí que al final de la vida uno no se arrepiente de lo que hizo, sino de lo que dejó de hacer. Eso sí, recuerda siempre tener sentido común, respeto hacia ti, hacia el planeta y hacia los demás.

      Duelo por pérdida o ganancia de peso

      La pérdida y ganancia de peso es una experiencia que algunas personas viven como un duelo. Esta experiencia, al igual que todas las que vivimos, nos habla y quiere mostrarnos algo de nosotros mismos. Por ejemplo, nos recuerda situaciones de nuestro pasado y presente que normalemente ignoramos, pero que encuentran su vía de escape y de comunicación a traves de nuestros cuerpos; es decir, acumulando o perdiendo grasas o líquidos.

      Pararnos frente al espejo y vernos con muchos kilos de más o con poco peso trae consigo frustración, tristeza, desánimo, mal humor, rabia, baja autoestima, inseguridades, complejos, conflictos, lamentos, juicios y una ola interminable de reproches y pérdida de tiempo. En lugar de invertir nuestras horas y pensamientos en cosas productivas, pasamos demasiado tiempo rumiando lo mal que nos vemos y buscando fórmulas mágincas para adelgazar o subir de peso.

      Esta imagen de nosotros mismos que no reconocemos forma parte de un cambio que nos negamos a aceptar, sin saber que en la negación y la no aceptación se encuentra la perpetuidad de la situación.

      Si pudiéramos tan solo escuchar lo que nuestro cuerpo nos quiere decir, comenzaríamos a transitar el camino que nos llevaría a un estado físico saludable y deseable.

      El duelo de vernos al espejo y no encontrar en ese reflejo a la persona que deseamos ver, es algo que nos frustra a diario.

      Ese duelo que se enciende dentro de ti cada vez que te vas a vestir, desvestir o cada vez que pasas frente a un espejo, podría superarse si tomas la decisión


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