El árbol de los elfos. Tamara Gutierrez Pardo
queréis decir? —quiso saber Noram, con el ceño bajado con ofensa mientras le repasaba de arriba abajo.
—Sigilosos, listos, avispados, huidizos, oportunistas, tramposos, nocturnos y sobre todo… solitarios —volvió a apuntar.
—Pero monógamos —matizó Noram con agilidad mental. Luego, sus ojazos verdes se clavaron en mí, provocando todo un estallido en mi cuerpo—. Una vez que encuentran a su hembra, estarán con ella para toda la vida. Se reúnen con ella cada año para aparearse, solo con ella, ambos se reconocen por su olor, se buscan y se juntan.
—Pero después se vuelven a ir en solitario —apuntilló Sorpra—. Los zorros aman su libertad, su independencia.
—Ahí le ha dado —mascullé por lo bajinis.
—No todos. Algunos zorros conviven con su hembra durante todo el año y no se separan de ella jamás —señaló Noram, observándome de nuevo con unos ojos profundos e intensos. Ay, otra vez el revoloteo de mi estómago. Pero, entonces, su vista fluctuó hacia Sorpra con una intención tan clara, tan descarada, que me alarmó—. Y desde luego un zorro macho no permitirá jamás que ningún otro se acerque a su hembra, la protegerá con su vida, no la dejará para ningún otro… zorro.
¿Qué le pasaba? Jamás había visto a Noram así, tan a la defensiva con otro chico por mí. La cara de Sorpra sufrió una ligera sacudida por ese ataque.
—Perdonad un momento, alteza —le pedí al susodicho con una risilla nerviosa, agarrando a Noram por los hombros para apartarle de allí. Le obligué a caminar conmigo unos metros más allá y me planté frente a él, enfadada—. ¿Qué demonios estás haciendo? ¿A qué viene eso? —cuchicheé.
—Está intentando ligar contigo, ¿no lo ves? —gruñó, señalándole con la mano.
Me crucé de brazos.
—¿Y qué problema hay?
—¿Qué? —Noram se quedó a cuadros, era evidente que no se esperaba mi respuesta—. ¿Qué… problema hay? —Su mano se fue cayendo poco a poco al no encontrar un argumento válido—. Bueno, pues que él… Tú…
—Tú y yo no vamos a estar juntos, tienes que cumplir tu promesa, así que soy una mujer completamente libre, ¿no? A ti ya no te tiene que importar si alguien quiere ligar conmigo o no.
—Claro que me…
—Céntrate en la misión —le interrumpí—. ¿Quieres echarlo todo a perder? Esta es la única oportunidad que tendremos de conseguir el trozo del árbol, no lo estropees por una absurda subida de testosterona. Si le ofendes, no nos dejará entrar en su palacio, puede que incluso nos arresten o nos apresen, así que quédate calladito. Por una vez, tómate algo en serio.
—Sabe lo nuestro —protestó—. Me acaba de provocar, ¿no lo ves?
—¿Lo nuestro? —Solté una risa sarcástica y la acidez habló por mí—. ¿Qué «nuestro»? No puede saber nada, porque entre nosotros ya no hay nada.
El zorro ladeó la faz, disconforme.
—Céntrate —le reiteré.
Me di la vuelta, tratando de ser fuerte, y me acerqué a Sorpra.
—Disculpad, ya podemos seguir, alteza. —Le sonreí, todavía inquieta por la metedura de pata de Noram.
Oí cómo el zorro resoplaba, pero también cómo reiniciaba la marcha.
—Bien, porque debemos partir ya, si queremos llegar a palacio antes de que anochezca —dijo Sorpra.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.