Invitados del viento. Robinson Quintero Ossa
Tal vez se entregaban al infinito
arrobados por una ciega embriaguez
Tal vez eran náufragos
los invitados del viento
Veloces se ahondaban
ganando la oscuridad
Desde mi ventana
como una barca que se mecía
en el océano del mundo
iba tras la bandada
ávido de cielo
Yo también
como ellos
—los desvelados—
emprendía la silenciosa fuga
del abandono
La tempestad
Voces que cuentan historias en torno a una mesa de comedor, junto a una imprecisa luz, hasta la alta noche sin dormir. Distingo entre ellas —muy medida en la penumbra— a la más serena: voz de suaves acentos que dice sus hablas más claras.
Tren
Un tren recuerdo presuroso
por las fincas del Otún
que anunciaba su llegada a casa
por los rojos naranjales del solar
Un tren que venía cargado de distancias
montes pueblos
ríos
lo desconocido pasando raudo
No sé si fue real o un sueño
Pero prefiero pensar que sucedió:
la larga hilera de vagones llamando
la tarde acalorada de naranjas
el trote rápido del niño ganando con impaciencia
los barrancos
La noche más corta
La casa levita el aliento dormido de las cosas, en el sosiego asienta sus cansados bordes. La casa encierra todo lo que aduerme, rendida en los umbrales del patio, inclinada por el peso de las tejas, arrimada a los muros. La casa sosiega con sombras las sombras del jardín, ajusta con sueño las puertas y se echa en su quicio de silencio.
—Despierta—, me dice. Y lentamente regreso.
Primera elegía
Ese hombre que andaba semidesnudo
por los pasillos de la casa era mi abuelo
Hermoso animal de silencio
despertado por el sol de los canarios
en su apasionado contemplar del día
la mañana lo consumía en un oasis
de abandono y de calma
Pero el viento que menos esperábamos
lo barrería sin dejarnos rastro
El Otún
Yo amé un río
un brioso torrente en un recodo de mi niñez
Llegaba de las montañas
entre florestas de guadua
y cafetales
y se desbordaba en la casa
al fondo del solar
Un río
como los días
siempre de paso:
caminé sus orillas
lavé mis pies en sus aguas
oí el canto de sus lavanderas
viajé con sus pájaros
En las noches
confundía sus aguas con mis sueños
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