Dijo el Buda.... Osho
en su mundo matemático. Está desequilibrado. Muchas de sus partes están famélicas, hambrientas. No puede estar tranquilo. ¿Cómo se puede estar tranquilo cuando se está famélico?
Quien se mueve en todas direcciones tiene un poco más de riqueza que el especialista, pero esa riqueza tiene un componente esquizofrénico; se halla dividido. ¿Cómo se puede estar silente y tranquilo cuando son tantos los señores que tiran de uno en direcciones distintas?
Esos suelen ser los dos tipos de personas que hay, y ambos tipos están desasosegados, hundidos en la confusión.
Dijo el Buda:
«Estar libre de pasiones y tranquilo es el mejor de los caminos».
¿Qué es este camino?
«A quienes dejan a sus padres, abandonan el hogar, entienden la mente, alcanzan la fuente y comprenden lo inmaterial se les llama shramanas.»
Esta palabra, shramana, es muy básica, y debe comprenderse bien. En la India han existido dos caminos. Uno es el del brahmán y otro el del shramana. El camino del brahmán es el de la gracia. El brahmán cree que uno no puede realizarse mediante el propio esfuerzo. El esfuerzo propio es tan pequeño, y somos tan diminutos… ¿Cómo sería posible conocer la verdad mediante el propio esfuerzo? Es necesaria la ayuda de Dios, la gracia.
El camino del brahmán es el sendero de la gracia, y por ello es necesario orar. Sólo con la ayuda de Dios puede uno avanzar por el camino. A menos que Él quiera, uno no puede llegar por sí mismo; no es posible que uno avance solo. Dios es necesario, su ayuda es necesaria, su mano es necesaria… a menos que Él nos eleve por encima del mundo, no haremos sino luchar en vano. Así que, para el brahmán, la oración es el camino. El brahmán cree en la oración.
El shramana es diametralmente lo opuesto. La palabra shramana proviene de la raíz shram, que significa “aplicarse, esforzarse”. Shram quiere decir “esfuerzo”. No existe la posibilidad de ninguna gracia, porque el Buda nunca habla de Dios. El Buda dice que si no conoces a Dios, ¿cómo puedes rezarle? ¿A quién vas a rezar? Tu oración provendrá de una profunda ignorancia. ¿Cómo puedes rezarle a un dios que no conoces y al que nunca has visto? ¿Qué tipo de comunicación es posible en esas circunstancias? Estarás hablándole a un cielo vacío. ¡También puedes estarte hablando a ti mismo! Es una locura.
¿Has visto a los locos hablando consigo mismos, sentados solos y hablando con alguien? Hablan con alguien, pero todo el mundo se da cuenta de que allí no hay nadie. Están hablándose a sí mismos.
En el enfoque racionalista del Buda, un hombre rezándole a Dios es un loco. ¿Qué haces? ¿Acaso sabes si Dios existe? Y si lo supieras, no tendrías necesidad de rezar. Dices que rezas a fin de conocer a Dios… El brahmán dice: «Sólo podemos conocer a Dios a través de la oración, mediante su ayuda, por su gracia».
Es absurdo, lógicamente absurdo. Es un argumento circular. Estás diciendo: «Sólo podemos conocer a Dios a través de la oración». Entonces, ¿cómo puedes rezar si todavía no conoces a Dios? Y dices: «Sólo a través de la oración podremos alcanzar su gracia». Se trata de un círculo vicioso, es ilógico. El fallo en este razonamiento está muy claro, la laguna es bien aparente.
Ése es el problema de la persona religiosa común, que no puede argumentar. El ateo puede destruir todo ese argumento de un plumazo. La gente religiosa evita el debate porque saben que carecen de toda base desde la que argumentar.
«Buscamos a Dios», dices, y al mismo tiempo estás diciendo: «Sólo podemos buscarle a través de la oración». Todavía no le conoces… así que la oración no es posible. Y si le conoces, entonces la oración es innecesaria.
El Buda dice que sólo mediante tu propio esfuerzo, a través de tu propio shrama, alcanzarás la santidad. No es cuestión de ningún tipo de gracia. En cierto modo parece algo muy duro, y por otra parte parece muy científico.
Aquí estás solo, perdido en el bosque de este mundo, y rezas bajo un árbol, sin saber a quién le estás rezando, sin saber dónde está Dios, y sin saber si existe o no. Puedes estar perdiendo el tiempo. Porque si no hay Dios, ¿entonces qué? Todo ese tiempo que malgastaste rezando podrías haberlo empleado en investigar, en descubrir.
Dice el Buda que una vez que comprendes que estás perdido y que has de hallar tu propio camino, y que no va a llegar ningún tipo de ayuda, entonces te tornas responsable. La oración es irresponsable. Rezar no es más que evitar la responsabilidad, rezar es ser perezoso. Rezar no es más que una escapatoria. Dice el Buda que se necesita esfuerzo. Rezar es un insulto. Así que en el enfoque budista no existe nada parecido a la oración, sólo meditación. Se puede meditar, no se puede rezar.
Ésta es la diferencia entre meditación y oración. La oración requiere creer en Dios, mientras que la meditación no necesita de ninguna creencia. La meditación es puramente científica. Dice que existen estados mentales donde el pensamiento se detiene. Dice sencillamente que existen maneras de detener el pensamiento, de desechar el pensamiento y alcanzar un estado mental silencioso, un estado mental tranquilo y sereno. Y es ese estado metal el que te proporciona lo que es la verdad, el que te proporciona un atisbo, el que abre la puerta, pero sólo llega a través de tu propio esfuerzo. Cada individuo está solo y debe esforzarse, y si falla, sólo él será responsable. Si no llegas, no podrás echarle la culpa a nadie porque no hay nadie al que culpar.
El camino del Buda es el camino del shramana, del que cree en su propio esfuerzo. Parece muy austero y arduo. Uno empieza sintiendo miedo. A causa de nuestro miedo necesitamos ayuda de alguien. Incluso la creencia de que Dios existe en alguna parte nos proporciona alivio.
Así me lo han contado:
Un pasajero mareado que estaba echado desmayadamente en una tumbona de cubierta llamó a un sobrecargo que pasaba por allí. Y señalando hacia la lejanía, dijo:
–Allí, a lo lejos, hay tierra, ¿verdad?
–No, señor –replicó el sobrecargo–. Es el horizonte.
–Es igual –suspiró el pasajero–. Eso es mejor que nada.
Pero el horizonte es nada. ¿Cómo puede ser mejor que nada? Sólo parece existir, pero en realidad no está ahí. El horizonte es puramente ilusorio. Pero a un pasajero mareado eso le parece bien. Al menos es algo… mejor que nada.
Para el Buda, creer es como el horizonte. Tus dioses son como horizontes, espejismos. Crees en ellos porque te sientes solo. No sabes si existen o no; los has creado porque los necesitas. Pero tu necesidad no garantiza su verdad. Tu necesidad no garantiza su realidad.
Te hallas en una noche oscura atravesando un bosque. Estás solo, y necesitas compañía. Puedes imaginarte un compañero, puedes empezar a hablarle, incluso puedes empezar a responder como si tú fueses el compañero. Eso te proporcionará la ilusión de que hay alguien ahí. Puedes creer en el compañero, y puedes estar totalmente hipnotizado por esa creencia, pero eso no significa que en realidad puedas crear al compañero.
La gente empieza a silbar cuando están solos. Al atravesar una noche oscura empiezan a silbar. Ayuda, es mejor que nada. Uno escucha su propio sonido y le da la impresión de que hay alguien más. La gente empieza a cantar; «quien canta, su mal espanta». Como siempre has escuchado hablar a los demás, el sonido que escuchas te da la impresión de que debe haber alguien más ahí.
Pero el Buda dice que por el hecho de sentir una necesidad, la realidad no tiene por qué satisfacerla. La realidad no cambia según tus necesidades. Tu necesidad es cierta, estás solo y te gustaría contar con una figura paterna en el cielo, con un Dios. Por eso los cristianos llaman “Padre” a Dios; es una figura paterna.
Los psicólogos estarían de acuerdo con el Buda, pues dicen que la idea de Dios no hace sino reflejar la necesidad de una figura paterna. Todo niño tiene un padre protector, que le proporciona sensación de seguridad. Uno se siente fenomenal porque el padre está ahí. Luego se crece, y se alcanza la madurez. Y tu padre deja de ser una protección. Sabes que tu padre es tan débil y limitado como tú. Y más tarde