Dijo el Buda.... Osho
que ya no está. Al sentirte perdido creas un dios, una diosa; creas una figura paterna o materna. Se trata de tu necesidad, sí –de una necesidad psicológica–, pero esa necesidad te mantiene inmaduro.
El Buda es madurez. Dice que hay que dejar de lado a todas esas figuras, que no existen, y que, de existir, ésa no es la manera de hallarlas. La manera es tornarse tranquilo y sosegado. El camino es estar muy solo y, por tanto, aceptar la soledad de tal modo que no haya necesidad de la gracia de nadie. Tornarse tan silencioso y solitario que estés colmado en tu propio ser, que tengas suficiente contigo mismo. Entonces estarás tranquilo. Entonces empezará a sucederte una gracia, pero no se tratará de la gracia proveniente de Dios. Se trata de una gracia que se expande a partir de tu propio centro. Estarás lleno de gracia.
El Buda, tanto sentado como de pie o caminando, es la gracia personificada. Pero esta gracia no proviene de ningún sitio; se manifiesta a partir de su interior más profundo, burbujea ascendiendo de su propio centro. Es como una flor floreciendo en un árbol… sale del árbol. No es un don de nadie más, es un desarrollo.
Ésa es la diferencia entre el camino del brahmán y el del shramana. En el camino del brahmán la verdad es un don, un don de Dios. En el camino del shramana la verdad es un desarrollo que te sucede a partir de tu propio ser. Es tuya. La verdad no es algo externo que haya que descubrir, sino algo interno que hay que realizar.
«A quienes dejan a sus padres, abandonan el hogar, entienden la mente, alcanzan la fuente y comprenden lo inmaterial, se les llama shramanas.»
A continuación, la definición de shramana. ¿A quién se llama shramana? ¿Quién es realmente un buscador de la verdad? ¿Quién realiza un esfuerzo de verdad, auténtico, para descubrir qué es la verdad? Lo primero es que dejan a sus padres.
Es algo simbólico, no lo toméis de forma literal. Es muy simbólico y muy psicológico. Un hijo vive nueve meses en el vientre materno… totalmente protegido, en una atmósfera cálida y hermosa; nunca más volverá a hallar esas condiciones. Sin preocupaciones ni responsabilidades, ni siquiera para respirar. No necesita preocuparse de respirar, ya que la madre lo hace por él. No debe preocuparse de pasar hambre, pues la madre le alimenta. Está muy protegido, muy seguro.
Los psicólogos dicen que, en la búsqueda religiosa, las personas están buscando el mismo vientre. Todos sus conceptos acerca del paraíso no son más que vientres magnificados, totalmente confortables. En la mitología hinduista se dice que en el cielo existe un árbol, llamado kalpavriksha, que concede los deseos. Te sientas debajo y en el momento en que surge un deseo, incluso antes de que te dés cuenta de que ha surgido, el deseo será colmado. Piensas en comida y ahí aparece la comida, instantáneamente. Piensas en una cama porque tienes sueño, y ahí aparece la cama.
Eso es precisamente lo que es el vientre. El vientre es un kalpataru, un árbol de los deseos. El feto nunca es consciente de ninguna necesidad. Antes de que sea consciente de ellas, éstas se ven satisfechas; es del todo automático. Pero el niño debe abandonar el vientre; es necesario a fin de crecer. Las comodidades en sí mismas no te ayudan a crecer, porque no hay desafíos. El niño debe abandonar el vientre, y lo primero que ha de hacer tras dejar el vientre es la base de toda supervivencia: debe respirar por sí mismo. Debe realizar un esfuerzo por su parte. Se convierte en shramana.
En el vientre de la madre era un brahmán. Todo sucedía a través de la gracia. Todo sucedía, él no tenía que hacer nada. Pero todo el mundo debe salir del vientre. Todo brahmán ha de convertirse en shramana. El Buda dice que siendo shramana es posible crecer.
Con el tiempo, el niño crece distanciándose cada vez más de la madre; luego llega un momento en el que ya ni siquiera depende del pecho. Pero sigue dependiendo de la madre para alimentarse. Más tarde irá al colegio, alejándose todavía más de la madre, haciéndose cada vez más independiente, más individual. Entonces, un día, se enamora de otra mujer y se aparta totalmente de la madre.
Por eso ninguna madre puede nunca perdonar a la mujer que se ha llevado a su hijo. Nunca. Es imposible que la madre perdone a la mujer que se ha llevado a su hijo… Se trata de un conflicto muy profundo. Pero un hombre madura de verdad cuando se enamora de una mujer, porque es cuando le da la espalda a su madre. Da un giro de 180 grados.
El Buda dice que en el mundo psicológico todavía hay más raíces que cortar. Hay que hacerse cada vez más consciente de que, aunque puede que nos hayamos alejado de nuestra madre, hemos ido creando madres psicológicas. Podemos habernos alejado del padre, pero hemos creado una figura paterna en el cielo: un Dios que gobierna el mundo, el soberano supremo, al que llamamos “Padre”. Con eso sólo lográis volver a ser dependientes, como si vuestra independencia os asustase. Todas ésas son raíces, y hay que cortarlas todas.
Jesús dice en algún sitio… y sospecho que debe haber sacado esas ideas de alguna fuente budista, porque Jesús vivió quinientos años después del Buda y por esa época, por todo el Oriente Medio se habían diseminado actitudes budistas. Penetraron en toda Asia, y mucho en Egipto.
Jesús creció en Egipto. Ahí es donde debe haberlo aprendido. Y además existen muchas posibilidades de que visitase la India antes de regresar a Jerusalén a predicar. Muchas, sí, muchas posibilidades. Hay fuentes que dicen que visitó la universidad budista de Nalanda. Debe haberse enterado de lo referente al camino del shramana, porque en sus enseñanzas dice unas cuantas cosas que carecen de referencias tradicionales en la ideología judaica.
Dice, por ejemplo: «A menos que odiéis a vuestro padre y vuestra madre, no podéis ser mis discípulos». Los cristianos siempre se sienten un tanto incómodos cuando escuchan eso. ¿Qué clase de enseñanza es ésa? «A menos que odiéis a vuestro padre y vuestra madre…» ¿Y decís que Jesús es amor y que vino para enseñar amor al mundo? ¿Decís que Dios es amor? La enseñanza parece estar llena de odio: «Odia a tu padre y tu madre». Todos los grandes maestros han dicho: «Respetad a vuestro padre y a vuestra madre». ¿Qué tontería está diciendo Jesús acerca de odiar? Debe haberlo aprendido de algunas fuentes ajenas al judaísmo.
Esas fuentes sólo pueden ser budistas, porque el Buda dice: «A quienes dejan a sus padres, abandonan el hogar…».
Pero no lo entendáis de manera literal. Ni tampoco a Jesús. Porque no está diciendo: «Odiad a vuestro padre y a vuestra madre». Lo que dice es que debéis separaros por completo del padre y la madre. Está diciendo que debéis trascender toda seguridad. Volveros inseguros. Apartaros de toda independencia, ser independientes. Ser un individuo. Eso es lo que está diciendo.
Jesús utiliza un lenguaje muy crudo, y el Buda utiliza lenguaje cultivado. Jesús no recibió muy buena educación; era un hombre inculto, fue hijo de un carpintero. Y la tradición judaica es muy cruda. Los profetas utilizan un lenguaje muy fogoso. Su lenguaje parece más político que religioso. El Buda era hijo de un rey, y fue muy bien educado y era culto. Su terminología es distinta porque fueron personas diferentes, pero el sentido es el mismo.
Uno ha de dejar a los padres, debe abandonar el hogar, hay que dejar el pasado. Hay que ser totalmente independiente, estar solo… estremecerse en ese recogimiento, pero uno debe “ser” solo. Hay que ser totalmente responsable de uno mismo, y sólo entonces puede entenderse la mente. Si se depende de los demás, esa dependencia impedirá entender quién se es.
Cortar todos los recursos, cortar toda relación. Ahora estás solo, ahora no hay nadie más. Debes mirar en tu propia alma, debes hallarte a ti mismo. Ésa es la única manera de encontrarse a uno mismo. Entonces llegas a la auténtica fuente del ser, al entender con la mente… y comprender lo inmaterial.
Mira, el Buda no habla de comprender lo espiritual, sino de comprender lo inmaterial. Ésa es la diferencia. Su enfoque es tan racional que no sostendrá nada en lo que pueda hallarse una laguna. No dice “lo espiritual”; sólo dice “lo inmaterial”.
Pregúntale al físico, porque él entenderá el lenguaje del Buda. El científico dice: «Analizando el átomo llegamos a los electrones». Los electrones son partículas eléctricas casi inmateriales. La materia ha desaparecido, sólo resta energía.