Shakey. Jimmy McDonough

Shakey - Jimmy  McDonough


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comentaba Young, que se refería a Dee como «el primer Briggs». © James Vapor

      A diferencia de las dos sesiones de grabación anteriores de los Squires, esta vez se grabó al grupo tocando y cantando a la vez. Dee: «Lo que intentamos hacer fue dar con un sonido que fuera lo más parecido posible a la realidad. Una sesión en directo, luego las mezclas y que sea lo que Dios quiera».

      Por desgracia, Dios no ayudó lo suficiente. Dee consideraba que la voz de Neil necesitaba más garra. «Si no se lo dije mil veces, no se lo dije ninguna: Neil no afinaba ni a tiros. Le miré y le dije: “Neil, esto está saliendo desafinado y mierdoso. Lo que tenemos que hacer, hijo mío, es grabarte dos pistas de voz”. Y él dijo: “¿Dos pistas?”. Neil no quería cantar, estaba muerto de miedo.» Pero Dee lo convenció para que grabara una segunda voz encima.

      El otro problema era un par de pifias en los redobles de batería. «Vale, resulta que había una cagada que cantaba muchísimo; no hacía falta ser ninguna lumbrera para saber que había que tapar aquello como fuera», comentaba Dee, que pilló un disco de efectos especiales y grabó encima unas olas rompiendo y unos truenos para ocultar el error. «Hice sonar el puñetero trueno aquel y a Neil se le pusieron los ojos como platos.» Yendo de una grabadora a otra, Dee hizo los overdubs en un par de tomas, aprovechando para añadir de paso algún delicado toque de la Gretsch de Neil.

      Al escuchar hoy la canción, solo se puede llegar a una conclusión: Neil Young tenía clarísimo su rollo desde el principio. Las letras minimalistas, pero a la vez muy gráficas; la emoción; la calidad etérea de la música; todos esos elementos ya están presentes en «I’ll Love You Forever» y Ray Dee fue el primero en plasmarlos. Young tardaría años en volver a conseguir esa atmósfera.

       «I’ll Love You Forever»; ese tema tenía algo especial. Fue el primero, una rayada considerable.

       Ray Dee: gran productor. Los discos que grabamos, cómo disfrutamos grabándolos. Tenía fe en nosotros. Según recuerdo, bajó las luces del estudio y empezó a hacer cosas raras. Con Ray fluía la creatividad a saco, debido al sentimiento y al ambiente que se creó. Ray fue el responsable de esto último; había un ambiente especial.

       Después de aquello, grabamos en otros lugares, pero no conseguimos dar con ese rollo. Como lo que grabamos en el sótano de East Kildonan —«(I’m a Man and) I Can’t Cry» y «I Wonder»—; no suenan ni parecido a lo que grabamos con Ray Dee.

      Billy Edmunsen era un gran tipo. Era mi amigo en el colegio y estaba hecho de muy buena pasta. Ray no podía con él —vale, no era ningún portento como batería—, pero me caía bien; y lo sigue haciendo. Tiene un gran corazón. Tenía sentimiento. A pesar de que perdía el ritmo —estaba empezando, je, je—, se emocionaba y se ponía a hacer redobles y cosas raras, racatacataca, y Ray: «¿Qué cojones pasa aquí?». Pero él realmente lo vivía, era algo en plan: «Hostia, vaya derroche de energía tan alucinante; quiero tocar con este tío».

       Edmunsen no pudo ir a Fort William la segunda vez, porque se había echado una novia, Sharon, que trabajaba en la emisora de radio, a la que había conocido durante nuestra sesión de grabación. No había sitio al que Bill fuera donde no acabara echándose una novia, así que se lo pasaba bien. Es gracioso todo lo que ocurría cuando intentaba montar aquellos grupos en el instituto; justo cuando te querías largar y por fin pensabas: «Ahora que tengo a los tíos adecuados, nos podemos ir de gira», iba uno y te soltaba: «Uy, pues yo no puedo ir». Todos eran fantásticos, y deberían haber venido. Deberían haberlo intentado. Pero todo tiene una razón de ser.

      Ray Dee envió una copia de la grabación a la oficina de Capitol Records de Winnipeg, donde no tardaron en rechazarla, aunque Dee consiguió que sonara en las emisoras de Fort William, donde Edmunsen recuerda que «I’ll Love You Forever» formó parte de un concurso telefónico llamado «Elige tu Canción». «Íbamos por delante de los grupos de EE. UU.», comentaba orgulloso.

      En diciembre, ya de vuelta en Winnipeg, Young reclutó a Doug Campbell, un crack de la guitarra que se había construido su propio pedal de Fuzz. Campbell tocaba en los Dimensions con el exSquire Ken Smythe, al que Neil había pedido que sustituyera en un bolo al cada vez menos fiable Edmunsen. Durante la pausa, Young dejó que la banda de Smythe tocara un par de temas.

      «Lo siguiente que supe es que Doug estaba tocando con Neil», comentaba Smythe. «Me lo birló. Todo pasó muy rápido; si Neil no habló con él esa misma noche, lo llamó por teléfono al día siguiente, porque Neil era así.» Luego a Young le tocó echar a Edmunsen. «Todos los baterías están locos; un día llegué a casa y me lo encontré planchándose el pelo», sostenía Rassy, que reconocía: «Era un pelín rarito, por no decir otra cosa. Edmunsen vivía justo enfrente de casa».

       —¿Cómo llevabas lo de echar a la peña del grupo?

      No muy bien. No me molaba, pero sí que lo hacía. Es muy duro decirle a alguien con quien llevas tiempo trabajando que no quieres seguir tocando con ellos, porque crees que el grupo marchará mejor sin ellos, que será más eficiente. ¿Cómo dices algo así? No es fácil, y lo haces como buenamente puedes. Probablemente eso sea lo que peor haya hecho de todo.

       —¿No te van los enfrentamientos?

       —A veces estoy más que dispuesto, pero es algo que va cambiando, no sé por qué.

      Debe de ser algo que me hace distinguir entre las cosas que quiero resolver sin tapujos y las que no. Creo que la mayoría de la gente dispone de ese mecanismo. Pero hay gente que lo lleva de manera diferente, que se limita a ir en plan: «La verdad es que esto es algo que no quiero hacer, pero que debo hacer». Otros piensan: «Esto es algo que no quiero hacer, pero que voy a hacer, pero sin echarle huevos». Creo que yo entro en esa categoría, je, je, je.

       Para serte sincero, creo que probablemente sea un problema mío. Me guardo las cosas dentro mucho tiempo, chorradas de nada…

      Edmunson sería sustituido por una retahíla de baterías, entre los que destacaba especialmente Randy Peterson, que participaría, junto con Doug Campbell, en la última sesión de grabación de los Squires de la que queda constancia, que dio como fruto dos cortes: un tema rock titulado «(I’m a Man and) I Can’t Cry» y la versión más pulida y más acelerada de «I Wonder». Lamentablemente, esta formación no tardó en irse al garete, ya que ni a Doug ni a Randy les dejaban salir de gira. Los Squires volvieron a su condición de trío con un nuevo batería, Bob Clark.

      «Mort fue muy importante para mí. […] Era parte de mi identidad […] como la relación entre un cowboy y su caballo». Los Squires (a punto de mudarse a Fort William) junto a Mort, el coche fúnebre. Abril de 1965. De izquierda a derecha: Ken Koblun, Neil Young y Bob Clark. Cortesía de los Archivos de Neil Young.

      A mediados de abril de 1965, Neil Young y los Squires cargaron todos sus bártulos en Mort y se mudaron a Fort William. Esta vez, Crompton, el propietario del Fourth Dimension, se repartía con el grupo los exiguos beneficios de las actuaciones y pudieron malvivir con cuatro perras durante un par de meses. La música con la que Young y los Squires estaban experimentando en el 4-D era una cosa rarísima se mirara por donde se mirara. Young se dedicaba a coger viejas canciones populares de folk, como «She’ll Be Coming ’Round the Mountain» y a meterles arreglos típicos del rock and roll. David Rea, un virtuoso de la guitarra acústica que entonces tocaba con el Allen Ward Trio, oyó por primera vez a Young cuando este atacaba una versión especialmente oscura de «Tom Dooley».

      «Lo recuerdo como si fuera ayer», comentaba Rea. «Llego al 4-D y me encuentro a Neil haciendo una versión de “Tom Dooley” de lo más extravagante; creo recordar que estaba armonizando guitarra y voz en paralelo, en terceras, quintas y segundas. Eran unas movidas muy salvajes, un sonido muy pesado, unos acordes muy machacones y plañideros, como de canto fúnebre; imagínate lo que era estar en aquel bloque de cemento cerca de la Universidad de Lakehead,


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