Bion en Buenos Aires. Wilfred Bion

Bion en Buenos Aires - Wilfred Bion


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en la Argentina a causa del nazismo y de la Guerra Civil Española. Tenemos que tener en cuenta que la condición para que se desarrolle el psicoanálisis y el movimiento psicoanalítico es la existencia de un Estado que respete la ley y garantice la libertad de enseñar psicoanálisis. Esa clase de Estado tiene un poder sobre sus ciudadanos limitado por la ley. Sin libertad no es posible o es muy difícil trabajar como psicoanalista y enseñar psicoanálisis.

      A partir de los años 60, pero también desde mucho antes, Buenos Aires era un lugar de interés y efervescencia psicoanalítica, sobre todo con una orientación kleiniana. Tanto es así que algunos psicoanalistas argentinos, tales como Arminda Aberastury y Emilio Rodrigué fueron a Londres para supervisar con M. Klein. En 1966 el Dr. Horacio Etchegoyen vivió en Londres y se analizó con Donald Meltzer.

      La Facultad de Psicología se creó en Buenos Aires en 1957 y pronto tuvo prestigiosos psicoanalistas como profesores, entre ellos José Bleger, David Liberman, Fernando Ulloa, Rafael Paz, etcétera, por mencionar algunos, que en varios libros abordaron cuestiones psicoanalíticas con un pensamiento original. En la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires las ideas de M. Klein, junto con la obra de Freud eran una parte central de los programas de estudio.

      Lamentablemente yo no pude participar y compartir los seminarios y supervisiones de Bion en Buenos Aires, ya que los psicólogos en esa época no podíamos ingresar a la Asociación Psicoanalítica Argentina, que era la única que pertenecía a la IPA en la Argentina. El gobierno militar del dictador General Onganía prohibía el ejercicio de la clínica psicoanalítica a los psicólogos. En cambio había muchos grupos de estudio privados, donde los psicoanalistas enseñaban Freud, Melanie Klein y Bion. Yo tuve la suerte de estar en un grupo de estudios sobre la obra de Bion con Elizabeth T. de Bianchedi y también de analizarme con Darío Sor. También pude supervisar con Elizabeth y con Darío Sor tiempo después de terminar mi análisis. En estos grupos de estudio y supervisiones me fueron transmitidas las ideas de Bion sobre la clínica psicoanalítica y cómo estas ideas habían transformado esta clínica. De este modo me fui acercando a la obra de Bion, a sus hipótesis teóricas y a sus muy significativos aportes a la técnica y clínica psicoanalítica.

      Buenos Aires, 1968: la atmósfera psicoanalítica

      Como ya dije, los profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires eran en su mayoría reconocidos psicoanalistas tales como José Bleger, Fernando Ulloa, David Liberman y Rafael Paz entre otros. Muchos de ellos también trabajaban en hospitales, de los cuales uno de los más reconocidos fue el Servicio del Dr. Mauricio Goldemberg en el Hospital Lanús. También en la sala del Dr. Florencio Escardó, del Hospital de Niños, se abrió una residencia para psicólogos de la que fui parte. Leyendo los seminarios y supervisiones que Bion dio en Buenos Aires podemos ver la atmósfera entusiasta hacia el psicoanálisis. A través de las preguntas de los analistas que participaron y las interesantes respuestas de Bion, nos damos cuenta del impacto que sus ideas tuvieron en Buenos Aires. Las cuestiones más significativas que Bion introduce en estos seminarios se refieren a ubicar la teoría y la clínica psicoanalítica en una nueva dimensión, dimensión que sin embargo conserva y refina la mayoría de los valores de Freud y de las contribuciones de M. Klein, tratándolas al mismo tiempo desde otra perspectiva. La originalidad del pensamiento de Bion estimulaba una nueva actitud en el analista. Así como Freud introdujo la dimensión inconsciente y la relación consciente-inconsciente, Bion desarrolló ideas sobre la relación finito-infinito, la tolerancia a la duda, a la incertidumbre y al misterio. Propuso nuevas ideas acerca de lo que llamó la relación entre la parte psicótica y no psicótica de la personalidad y en la última parte de su obra postuló como objetivo del psicoanálisis, además del conocerse a sí mismo, el devenirse auténtico, el devenirse sí mismo.

      En 1967 Bion aceptó una invitación para dar Conferencias y supervisiones en Los Ángeles, Estados Unidos, y luego fue invitado a establecerse y trabajar allí. Habiendo sido por dos veces presidente de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, sintiéndose muy cargado de las obligaciones administrativas y con el peso de las medallas –que como decía él amenazaban con hundirlo–, decidió aceptar la invitación de trabajar en Los Ángeles. Por esa época también aceptó la invitación de dar conferencias y supervisiones en Buenos Aires. Allí iba a trabajar las próximas dos semanas, fines de julio y agosto de 1968. En Buenos Aires fue recibido por León Grinberg, quien habiendo escuchado a Bion en varios congresos de la IPA, había ya formado un grupo de estudios con analistas argentinos interesados en profundizar la comprensión de sus ideas. Muchos analistas sudamericanos que vinieron a escuchar a Bion en 1968 ya tenían un cierto conocimiento de las ideas de M. Klein, aunque no muchos conocían la obra de Bion ya publicada. Arminda Aberastury había supervisado con M. Klein en Londres y Emilio Rodrigué también, este último escribió un trabajo sobre el análisis de un niño autista.

      Esta situación en Buenos Aires era un poco distinta entonces de la experiencia que Bion tuvo en abril de 1967 en Los Ángeles, adonde fue a supervisar y dar conferencias, antes de decidir irse a vivir y trabajar allí, ya que allí las ideas de M. Klein no estaban muy difundidas.

      En cambio, por la llegada de analistas europeos durante y después de la Segunda Guerra Mundial, en Buenos Aires se conocía bastante el trabajo de M. Klein, sobre todo con niños, más que en lo referente a psicóticos.

      Al extender el paradigma kleiniano incluyendo la necesidad y capacidad del analista de elaborar sus procesos subjetivos, ideas que se habían hecho más conocidas como la relación “continente/contenido”, Bion también introdujo nociones acerca de la necesidad de incluir y procesar esta sutil complejidad de los procesos subjetivos del analista, sobre todo en el tratamiento de pacientes muy perturbados. Estos factores del impacto de la propia subjetividad del analista en su tarea analítica, habían sido discutidas en Londres con contribuciones también de otros autores como El odio en la contratransferencia de D. W. Winnicott, y el trabajo sobre contratransferencia de Paula Heimann (1950), y también con la versión revisada de Bion de Experiencias en grupos. En Buenos Aires, ideas afines fueron desarrolladas por E. Pichon Rivière, H. Racker y D. Liberman, entre otros.

      A través de sus conferencias y supervisiones nos podemos dar cuenta de que uno de los mayores méritos de Bion fue el de ubicar la teoría y la práctica psicoanalíticas en una nueva dimensión que conserva, sin embargo, lo más valioso de las contribuciones clásicas de S. Freud y M. Klein, encarándolas desde perspectivas (vértices) diferentes. Bion les agrega frescura y originalidad, estimulando una actitud nueva en el analista. Leyendo estos seminarios uno puede darse cuenta de que promueve el abandono de esquemas rígidos y de viejos clisés. Una y otra vez nos dice a los psicoanalistas que estamos solos en nuestra tarea, que el único compañero que tenemos es el paciente, que a su vez es poco fiable, por sus defensas. En estos seminarios se refleja su capacidad de producir aperturas hacia nuevas maneras de pensar en psicoanálisis. La riqueza de sus hipótesis, la amplitud de sus teorías y la flexibilidad de sus modelos, agregadas al consejo de instalarse “sin memoria, sin deseo y sin entendimiento” en la tarea de observación e investigación clínica, provocaron un enorme atractivo y también inquietud, cosa que se refleja en las numerosas preguntas que le hicieron. Se percibe en estos seminarios, así como también en el resto de su obra, que su intención apuntaba a estimular la capacidad creativa de los analistas, como si les dijera “atrévanse a pensar por sí mismos”; al mismo tiempo sus intervenciones parecen apuntar a incrementar el uso del sentido común y también el desarrollo de la intuición psicoanalítica, para ayudar al analista investigador de la personalidad del paciente, a colocarse en un “estado de descubrimiento”.

      Estudiar la obra de Bion permite comprender en qué reside su estilo de exposición, que de algún modo también reflejan las hipótesis mismas. Bion habla de las dificultades para expresar, con palabras conocidas ideas nuevas y explica que esto lo lleva a veces a introducir términos desprovistos intencionalmente de significado, como alpha y beta, o a utilizar palabras conocidas con significados estipulados por él. Dice que el analista enfrenta una realidad externa de tipo muy particular y que esa realidad es virtualmente imposible de comunicar a nadie que no sea el paciente. Para Bion la comunicación lateral es muy mala; si el objeto –es decir el paciente– está allí,


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