Cómo leer y escribir en la universidad. Mauricio Aguirre
publicado.
Sin dejar de mantener el mismo significado señalado por la RAE, en el Perú, en cambio, el término «serrano» comporta una carga semántica adicional: no solo es el gentilicio usado para alguien natural de la sierra o relacionado con ella, sino que, además, arrastra un componente sociocultural de origen histórico: es un epíteto de connotaciones peyorativas. El ser serrano en el Perú implica una identidad relacionada con lo aborigen, que, en el constructo social dominante, se vincula con rasgos negativos: ignorancia, atraso, pobreza, falta de higiene, etc. En el orgullo adjudicado a Carrillo, por tanto, se puede leer implícito un trasfondo reivindicativo no solo geográfico sino cultural y hasta étnico de implicancias mucho más hondas: reclama la valoración de un grupo humano que ha sido oprimido y subvalorado a lo largo de la historia peruana.
Sin embargo, esta posible lectura interpretativa solo será viable si se tienen en cuenta las diferentes herramientas de información necesarias para su reconstrucción. Para un lector hispano (o incluso peruano) que desconozca (o quiera desconocer) las contradicciones socioculturales de nuestro país y la tensión que este término suscita, el orgullo referido puede, simplemente, adjudicarse a la procedencia geográfica. La construcción del significado, no lo olvidemos, abarca discurso, autor y lector.
Pongamos otro ejemplo, este sí, más elaborado. Leamos los siguientes fragmentos:
c. En esta Iglesia Parroquial de S. de Chuco, a los diez y nueve días del mes de mayo de mil ochocientos noventidós. Yo el Cura Compañero, bautizé, esorcisé, puse óleo y crisma según el orden de nuestra Santa Madre Iglesia a un niño del sexo masculino de dos meses; a quien nombré César Abraham.
d. En la santa iglesia parroquial de Santiago de Chuco,
a los diez y nueve días del mes de Mayo de mil ochocientos noventidós.
Yo el cura compañero bauticé, exorcicé,
puse óleo y crisma según el orden de Nuestra Santa Madre Iglesia
a un niño de sexo masculino, de dos meses
a quien nombré César Abraham.
Lo primero que el lector detectará al leer ambos textos es que parecen ser —salvo detalles de algunas letras, signos de puntuación y la disposición gráfica de las líneas—, prácticamente, iguales. Si se tratara únicamente de alcanzar un sentido literal, en efecto, su lectura sería idéntica. Pero no es el caso.
El fragmento (c) es una transcripción del acta de bautizo del poeta peruano César Vallejo, consignada en una parroquia de Huamachuco en 1892 y redescubierta en 1949 por el investigador francés André Coyné. La data del texto original explica la particularidad de las grafías usadas y el género documental certificatorio sustenta el correspondiente estilo de la redacción eclesial de la época.
El fragmento (d), en cambio, es más reciente. Son los versos iniciales del poema «En defensa de César Vallejo y los poetas jóvenes» de Antonio Cisneros (Lima, 1942-2012), que forma parte del libro Agua que no has de beber, publicado en 1971. Se trata de un poema que utiliza como recurso creativo predominante la estructura de collage poético, que le permite al autor recrear todos sus versos a partir de fragmentos extraídos de textos ya existentes. Como el propio Cisneros manifiesta en el epígrafe explicativo, «no hay frase o palabras de este poema que me pertenezcan. Simplemente he ordenado, según mis sospechas, algunas cosas sacadas de Coyné, Monguió, Clemente Palma, el acta de bautismo, Espejo Asturizaga, lo que va entre comillas son fragmentos de cartas de Vallejo» (Cisneros 2000: 13-14).
El reconocimiento de la estrategia intertextual usada por Cisneros permitirá que el lector se explique la aparente copia literal del fragmento y enmarcará su lectura dentro del género literario poético al que pertenece. Pero, además, resemantizará su significado. Recordemos, una vez más, que leer no solo es un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales16. Es, primordialmente, una práctica social para cuyo ejercicio no es suficiente la decodificación de las palabras o el hacer las inferencias necesarias. Se requiere conocer la estructura de cada género y cómo este es planteado por el autor.
Si el lector asume la diferencia de géneros discursivos entre (c) y (d), deberá entonces leer el fragmento (c) en atención a su carga básicamente informativa, lo entenderá como un documento histórico cuyos datos explícitos y directos certifican la realización del bautizo católico de un niño llamado César Abraham, y asumirá que las peculiaridades de su redacción obedecen al estilo de la época. De manera distinta, en el fragmento (d), reconocerá connotaciones más complejas, posibles de ser interpretadas en función al género literario al que pertenece y a la intención estética del poeta.
Así, en (d), un lector especializado podrá encontrar significados diversos enriquecidos por el análisis de la producción global de Cisneros como poeta e, incluso, por la trascendencia del legado literario de César Vallejo y su relación con los poetas jóvenes (no olvidemos el título direccionador del poema). Para Miguel Ángel Zapata, crítico literario y también poeta, por ejemplo, en este fragmento es posible ver que
«[l]a poesía de Cisneros, utilizando como recurso la intertextualidad, pone de manifiesto la manipulación oficialista en el proceso de consagración de un poeta […] [y que] a través de un hablante, no representado para mayor objetividad, desde un punto de vista y tiempos posteriores a los acontecimientos desarrollados, el lector encuentra las absurdas instituciones que tienen control sobre la vida de los seres humanos y lo poco que significa la objetivación de la biografía de un individuo a través de documentos como el certificado de nacimiento» (Zapata 1998: 312-313).
La lectura de Zapata, más informada, confirma que leer no es solo un acto de decodificación literal, sino de comprensión a partir de las diferentes dimensiones que comporta el acto comunicativo.
1.2 Leer es también redactar
Como hemos visto, la lectura comprensiva es un acto complejo que requiere de una suma de condiciones diversas para la captación del significado de un discurso. Cabe, sin embargo, preguntarse lo siguiente: ¿cuál es la relación entre este tema y la redacción?
Sepamos, en principio, que un redactor nunca parte de cero para emitir su discurso. Si alguien se propone escribir un texto sobre mitología andina, ecología, marketing o cualquier otro tema, necesitará recurrir a diversas fuentes de información que le proporcionen un conocimiento más adecuado y preciso del asunto. Dado que el uso del lenguaje es una construcción social y que la información se transmite y recibe dentro de una comunidad, ningún redactor se encuentra aislado del conocimiento cultural; por el contrario, se nutre de este, consciente o inconscientemente, para generar su propio hacer discursivo. Según Julia Kristeva, «todo texto es la absorción o transformación de otro texto» (1978: 190). Todo redactor, por lo mismo, necesita recurrir a fuentes de información: necesita leer esto (las fuentes) para escribir aquello (el producto)17. Si la asimilación comprensiva de las fuentes no se encuentra aislada de la escritura y entre ellas existe, más bien, una relación de necesidad, podemos inferir que tanto la lectura de las fuentes como la producción del nuevo texto son la instancia inicial y la culminación de un mismo proceso: la redacción.
Gráfico I-2-1. Proceso de redacción
De acuerdo con este esquema inicial, el proceso de redacción comienza con el acopio de las fuentes y su lectura, lo que remarca la importancia de esta última, ya que sin los correspondientes y adecuados insumos ningún producto final es posible. La redacción no es un proceso cerrado y aislado en sí mismo, sino que se inserta dentro de una mecánica social. El redactor, al consultar las fuentes, deberá asimilar y comprender no solo su componente informativo, sino también los factores que le dieron origen, la intención del autor, el contexto en que la produjo, el valor que tiene en relación con otras fuentes, etc. Deberá realizar, en suma, una lectura crítica que le permita producir con mayor conocimiento de causa su propio texto. Necesitamos