El burdel de algún dios. Abdiel Batista
tomada como no grata para la humanidad. Una sentencia de muerte estigmatizada por ser diferente, ¿verdad? Por eso los rebeldes son más y los humanos con el respeto a la familia son menos.
—Entonces. ¿Por qué no te has ido a las montañas? —Preguntó Clara en un todo un poco alto y con rostro de disgusto.
—Porque algo me decía que este día iba a llegar. Que vendrías a pedirme disculpas y a necesitar de mí —contestó clara con voz y risa arrogante.
A Clara le brillaron sus ojos. Sus lágrimas salieron tan rápido que recorrieron sus mejillas como tren descarrilado.
—Debo morir en no más de tres meses. Pronto debo caer en cama y el estado necesita lo antes posible los papeles en orden. Debo saber si harás el pacto de ética para cuidar a los niños, dentro de una cultura heterosexual. Que irán a escuelas de personas heterosexuales y que buscarán a la familia como núcleo de supervivencia. Necesitamos que tengan todos los beneficios que les otorgan el estado. Pero debes declararte como persona “autentica”. Necesito que esta vida que llevas cambie para que te quiten el brazalete y puedas hacer una nueva vida.
—Hermana —interrumpió Bonnie levantando sus cejas. —Mis ideales los fabricaste tú desde que éramos niñas. Gracias a ti pude ver que el amor no está en la familia sino en buscar quien te ama con respeto. Es saber cómo eres y no en como la sociedad quiera verte. ¿Por qué crees que hace ocho años las personas solo querían cosas nuevas? Porque la sociedad nos obligó a ver lo anormal como pecado. Que el amor solo se daba entre la atracción de sexo contrario. Que aquellos con gustos diferentes, solo querían acabar con el mundo.
—Se les dio su oportunidad —interrumpió Clara. —Solo que se les olvidó que el mundo necesita reproducirse en su forma natural. No con inventos creados por odio.
—¿Quién te dijo que todos los niños nacían de un amor puro? ¿Quién te dijo que había familias ejemplares? —atacó Bonnie a Clara con preguntas y se levantó del sillón con fuerza.
—No olvides que los heterosexuales llevan en la sangre la infidelidad como su mejor arma. También, como su más grande debilidad. No me puedes venir a decir que la vida antes del año cero era mucho mejor. Para ustedes que para nosotros. Mira cómo vivimos ahora, con un brazalete en mi pierna y con muchas reglas. No puedo ver a mi pareja más de dos veces por semana. Nuestros encuentros maritales son con custodia. No nos podemos acercar a los niños ni a los jóvenes porque no somos un ejemplo de esta nueva sociedad. Nuestros trabajos son limitados, igual que nuestro acceso a cualquiera información. Por eso las montañas están llenas de nosotros. De rebeldes que buscan vivir como lo haría cualquiera de ustedes. Desde que supiste mi inclinación hermana me lanzaste al olvido. Tus hijos me conocen, saben que existo, pero soy una mentira para ellos. No olvides, fue tu persona quien les dijo que su tía era amoral. Ahora, vienes a buscarme para que me encargue de su vida. ¿Sabes porque soy lesbiana?
—No —contestó Clara. —Es algo que jamás me he atrevido a preguntar.
—Porque siempre fuiste mejor vista que yo. Fue el único motivo para salir de tú camino y acabar con las comparaciones. Busqué como ser diferente a ti en su totalidad. Eres madre, eres esposa, eres hija, pero no hermana. Yo decidí ser lesbiana, algo que al principio odié. Tropecé con un destino enorme cuando me declaré en este nuevo mundo. Mi primer golpe fue cuando me di cuenta de ese gran pisotón de la moralidad que te da la sociedad. Esas serían las nuevas reglas así que seguí adelante. Conocí a grandes personas y en ese tiempo he amado a dos. Una que se fue a las montañas y me dejó porque le dije que no era mi hora y la otra. Bueno, ella me ha enseñado hasta el día de hoy a amar la paciencia y a cultivar el destino. Porque esa parte de la vida llamada destino da vueltas como un tornado que nos hace comenzar en cualquier sitio. De donde no se sabe cómo ni dónde empezar, ni mucho menos hacia a donde continuar. Y sin darnos cuenta terminamos en cualquier otro lado con muchas cosas destruidas. Eso sí, dejando una gran enseñanza. Lo siento hermana, no voy a cuidar a tus hijos, porque no mereces que te amé como siempre lo he hecho. Clara se levantó del sillón donde estaba y mirándola con ojos tristes le dijo:
—La ley del nuevo mundo dice muy claro si mis hijos quedan huérfanos de madre, debe existir tutor femenino por regla. Aunque el padre tenga vida. Todo esto para que crezcan en un ambiente de una pareja heterosexual. De lo contrario deben ser entregados al estado para que se encarguen de dicha enseñanza. Aquí no hay nada más que hablar. ¿Sabes que fue lo único malo antes del año cero cuando la sociedad aceptaba a todos por iguales? Ambas guardaron silencio por un instante que pareció una eternidad.
—Que el ser humano desafía a su Dios cuando se vuelve soberbio y totalitario. Algo que sus líderes por creer ser algo diferente o superior a una familia convencional. Cavaron su propia tumba. Lo nuevo se puede aceptar, puede evolucionar, pero ninguna cosa es mejor que otra. Para eso existe el equilibrio. Una característica muy clave y así el año cero no hubiera existido.
Clara caminó hacia la entrada de la casa. Observó todo por última vez y salió por la puerta con lágrimas en los ojos y un llanto mudo. Montó a su auto y se perdió entre las calles.
Bonnie decidió después de aquel encuentro ser rebelde e ir a las montañas. Ahí se reunían miles de radicales en contra de la familia. Se agrupaban para algún día volver a las grandes ciudades. Clara murió como había pronosticado sus doctores y sus cuatro hijos fueron encargados al gobierno. Los cuatro se convirtieron en soldados cuando eran mayores. Porque el estado los preparaba para ello. Eran asignados a misiones en las montañas para calmar a los rebeldes y sus planes. El hijo más pequeño de Clara uno de los gemelos se encontró una vez con una misión un poco diferente. Los rebeldes robaban víveres en una base fuera de la ciudad en vez de hacer los clásicos destrozos en los bosques. Los intercambios de disparos no se hicieron esperar y varios rebeldes cayeron muertos. Cuando los cuerpos fueron levantados el hijo de Clara debía dar parte de lo sucedido por medio de un reporte. Una característica de dicho reporte era identificar los cuerpos. Asegurar cuantos rebeldes caían muertos, hombres o mujeres y sus características. Uno a uno fueron vistos y programados en archivo para ser quemados. Se encontraron a dos mujeres entre ellos. Una de ellas, las más baja le pareció muy familiar sus ojos. La observó por horas sin entender porque le llamaban tanto la atención. Él mismo quemó el cuerpo, sintió tristeza, pero jamás encontró un significado.
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