Medio siglo de historia del cooperativismo financiero colombiano. Néstor Alfonso Rodríguez Espinosa
y para reconocer los aciertos y desaciertos en COOPDESARROLLO, se ha seleccionado la gestión democrática como el principio cooperativo de mayor relevancia, ya que es el que le da el carácter de formas alternativas de hacer empresa a las organizaciones solidarias (Dávila Ladrón de Guevara, 2004: 32).
1.5GESTIÓN DEMOCRÁTICA EN LAS ORGANIZACIONES COOPERATIVAS
Teniendo en cuenta que la cooperativa es una organización alternativa en la medida en que propone una forma distinta de hacer gestión como organización democrática y participativa. La democracia se eleva a la categoría de valor y, además, se ratifica como uno de los principios que caracterizan y definen a la empresa cooperativa.
A continuación se traen algunas reflexiones hechas por Serrano Uribe (2007), en relación con la gestión democrática en las cooperativas. Por una parte, que la democracia, como valor, está en relación con otros valores del cooperativismo11 y explica la relación en cada uno de ellos. Por lo pertinente de la reflexión, se tomarán dos de ellos, que coadyuvan al análisis de lo sucedido en COOPDESARROLLO:
“La autonomía”, con la que el ejercicio de la democracia “preserva a la organización de injerencias, coacciones o coerciones externas que afecten el autogobierno o vicien la libre expresión de los asociados”.
“La participación” está implícita en la cooperación y esencial a la democracia. Nadie puede cooperar sin participar, y se participa en la propiedad de la empresa, en los servicios, en el origen, el proceso y el resultado de las decisiones, en el otorgamiento de representaciones o delegaciones, en el control de las funciones y las operaciones delegadas (Serrano Uribe, 2007: 65).
La Alianza Cooperativa Internacional considera la democracia como un principio en los siguientes términos:
Gestión Democrática por parte de los asociados.
Las cooperativas son organizaciones gestionadas democráticamente por los asociados, quienes participan activamente en la definición de sus políticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres elegidos para representar y gestionar las cooperativas son responsables ante los asociados. En las Cooperativas de primer grado los asociados tienen iguales derechos de voto: un asociado, un voto y las organizaciones de grado superior también se constituyen democráticamente (Confederación de Cooperativas de Colombia, 2008).
Según Serrano Uribe, este principio se justifica por cuanto los asociados han “cooperativizado” (puesto en común) sus necesidades, intereses y aspiraciones, que constituye el objeto social de la organización; han adquirido el carácter de coempresarios al haber puesto capital de riesgo y de funcionamiento, y al haber adquirido responsabilidades económicas y técnicas inherentes a la actividad empresarial, que les da derecho a decidir sobre cómo utilizar los recursos y qué bienes y servicios deben producirse (Serrano Uribe, 2007: 66).
Para Serrano Uribe (2007), acorde con este principio, los asociados:
•Controlan y gestionan democráticamente en última instancia a su cooperativa.
•Participan activamente en la fijación de las políticas de la organización, tanto en lo concerniente a su dimensión social como en la empresarial.
•Se involucran activamente en la adopción de las decisiones claves, es decir, en las que orientan el funcionamiento y los propósitos y metas generales de la entidad.
La democracia puede ser directa o indirecta según la decisión que se vaya a tomar. Debe ser directa cuando se define el futuro de la organización, por ejemplo, creación, fusión, reestructuración, liquidación y, en general, todo aquello que tenga que ver con el direccionamiento estratégico de la organización. En este caso, la participación debe ser del mayor número de asociados. Para ello, se debe disponer de los instrumentos que garanticen esta participación. En la actualidad, con el desarrollo de las telecomunicaciones, probablemente se contribuya a crear y utilizar mejores herramientas para la mayor participación de los asociados (Serrano Uribe, 2007).
Puede ser indirecta, cuando la decisión tenga que ver con aspectos operativos o tácticos que conlleven al cumplimiento de las decisiones en el nivel anterior. Este tipo de decisión no requiere la participación amplia de los asociados y se puede acudir, entonces, a la democracia representativa, en la que los asociados se hacen representar por otros asociados en los cuerpos de dirección y control, y a su vez, confiar la operación de las actividades en un gerente y en un equipo coordinado por él, quienes llevan a la realidad lo acordado en los niveles anteriores (Serrano Uribe, 2007). De todos modos, en cualquier caso se deben establecer mecanismos para controlar y hacer seguimiento de la gestión de sus representantes en la organización.
La aplicación eficaz de la democracia y la participación de los asociados en las organizaciones solidarias, presenta dificultades que vale la pena estudiar. Una síntesis del origen de estas dificultades las describe Sven Ake Book (1992) de la siguiente forma:
Tanto económica como democráticamente, las cooperativas tuvieron un periodo exitoso. Sin embargo [sic] se generó un conflicto entre las ambiciones generales de penetración económica y mantener y mejorar la participación democrática en las estructuras cooperativistas. En el Congreso de Hamburgo de 1968 ya era posible saber cuál sería el perdedor. Las cooperativas informaron de crecientes dificultades para mantener, con todo rigor, su base democrática. Los amplios cambios de la estructura cooperativista fueron adoptados para mejorar su eficiencia comercial y permitir hacer frente a la severa competencia. Incluían entre otros: concentración de recursos, unidades operacionales más grandes e integradas, centralización de servicios y poder federativo, y mayor número de gerentes profesionales. (Sven Ake Book, 1992; citado por Serrano Uribe, 2007: 71).
El problema radica en la aparente contradicción que existe entre la aplicación de la democracia en las organizaciones solidarias y el crecimiento económico de éstas, que según Serrano Uribe (2007) deriva los siguientes conflictos.
•Estructura y tamaño. ¿Qué dimensión sería la adecuada para materializar los valores de la democracia, la igualdad, la equidad y la autosuficiencia?
•La transferencia del fomento y la aplicación de la democracia de la órbita del consejo o de los comités auxiliares compuestos por asociados, a la planta gerencial compuesta por técnicos profesionales que generalmente no son asociados.
•De carácter generacional de conocimientos, que se da por la sustitución o remplazo de una generación basada en una cultura cooperativa que da prelación al hombre por encima del capital, por otra generación un tanto más pragmática, e inmediatista con una escala de valores distinta, influenciada por el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico.
•Cambio notable en el carácter y tipos de comunicación entre la cooperativa y sus asociados. La tendencia más acentuada a este respecto es la de “remplazo” de la comunicación directa (reuniones, debate, grupos de estudio) por métodos indirectos como la información en una sola dirección propaganda y mercadeo.
Según Serrano Uribe (2007), existe una tendencia generalizada para que los asociados se “separen” del proceso cooperativo tanto física como mentalmente. El aspecto participativo de la democracia ha llegado a ser un tema casi exclusivamente para el gerente y una escasa élite de representantes, en los altos niveles de la organización. En América Latina dice, Serrano Uribe se dan las siguientes tendencias:
•Primacía de la función comercial
•Primacía del elemento tecnocrático.
•Primacía del espíritu paternalista.
La primacía de estas tendencias se nutre, según Serrano Uribe, por la falta de mecanismos adecuados para la participación
Por carecer la cooperativa de mecanismos adecuados para la participación continuada de un número representativo de asociados, la mayor parte de estos [sic] dejan las cosas de interés en manos de delegados cada vez menos representativos, quienes tienden, por