De las brasas a las llamas. Harry L. Reeder III
Quizás la prioridad cayó a ciertas características doctrinales, a la apariencia del edificio, o a un método de enseñanza en particular. Cualquiera que sea el énfasis, será contraproducente con la obra de Dios si es que se le permite usurpar el lugar correcto del evangelio como centro de todo lo que hacemos como pueblo de Dios.
Estudiaremos con mayor detalle la prioridad del evangelio en el capítulo 3. Si su iglesia se ha deslizado en esta área, o si está dando señales de cualquiera de los otros síntomas de la decadencia que he mencionado, se encuentra bajo la necesidad de ser revitalizada. Si su iglesia aún no se ha visto afectada por estos síntomas, ¡alabe a Dios! Sin embargo, debe darse cuenta que podría sucumbir a ellos en cualquier momento si no se practican los principios para la gloria de Dios.
LOS PRIVILEGIOS DE LA REVITALIZACIÓN EN LAS IGLESIAS
Es importante la revitalización en las iglesias, ya que muchas están muertas o se están muriendo, y porque todas las iglesias saludables corren el riesgo de enfermarse o de desarrollar los síntomas de la decadencia que hemos visto. Sin embargo, quisiera sugerir que existen varias razones positivas por las que debiéramos orar y trabajar para que haya una revitalización en las iglesias de hoy en día. Es de esperar que éstas animen a los que ya están involucrados en este ministerio, y que sean ellos mismos los que motiven a otros para que se unan, de acuerdo a cómo los vaya guiando el Señor.
El Corazón del Pastor
Si una iglesia en particular se está muriendo, la noción convencional en ciertos círculos es que debiera cerrar o quizás “empezarla de nuevo” en algún otro lugar. Ciertamente existe un tiempo y lugar para tomar en cuenta ese enfoque pero yo diría que en la mayoría de los casos el ministerio de la revitalización en las iglesias se acerca más al corazón del Señor. Después de todo, Él es el Gran Pastor:
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. De igual modo, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. (Mat. 18:12–14)
Esas palabras de nuestro Señor Jesús fueron principalmente dirigidas a las personas (cf. vv. 15–20), sin embargo, se aplican también a las iglesias. Veamos, por ejemplo, cómo nuestro Salvador amonesta a las iglesias que se encuentran en dificultades en Apocalipsis 2–3. Es cierto, llega la hora cuando se tienen que quitar los candeleros o cuando se debe escribir sobre las puertas de las iglesias “Icabod”, pero antes de eso, el Señor exhorta a que los líderes y la congregación se arrepientan, prediquen y oren para que haya un avivamiento. (cf. Apoc. 3:18–20). Por lo tanto, pienso que cuando sea que un pastor, una iglesia amiga, o una denominación se acerca a la iglesia con la necesidad de ser revitalizada, son ellos los que reflejan el corazón de Dios. De la misma manera, cuando “disuelven” una muy rápidamente, cuando aún existe la esperanza de cambio y crecimiento, pueden herir al que deja las noventa y nueve y va en búsqueda de la que se ha perdido.
El Corazón del Apóstol
En Hechos 13 la iglesia de Antioquía envió a Saulo y Bernabé en lo que se conoce como el Primer Viaje Misionero de Saulo. Viajaron ellos por Asia Menor con una clara filosofía ministerial:
• discipulado y evangelismo,
• plantación de iglesias basadas en el evangelio,
• obras de amor, misericordia y justicia basadas en el evangelio,
• desarrollo y despliegue de líderes basados en el evangelio.
En Hechos 15, Pablo ya se encontraba listo para salir una vez más, siendo éste el Segundo Viaje Misionero. Es de interés notar que el apóstol no dijo simplemente que irían a buscar nuevos sitios donde llevar el evangelio. Sino, más bien, dijo: “Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están” (Hechos 15:36). El apóstol Pablo renovó su compromiso con todos los elementos de la filosofía mencionada anteriormente, agregando ahora un quinto objetivo:
• la revitalización de las iglesias basada en el evangelio.
Hechos 15:41 dice “y pasó por Siria y Cilicia, animando a las iglesias” Cuando comenzó su Tercer Viaje Misionero, Hechos 18:23 dice: “Después de estar allí algún tiempo, salió y recorrió por orden la región de Galacia y de Frigia, animando a todos los discípulos.” Si se fija en el mapa del tercer viaje de Pablo, atrás en su Biblia, verá que siguió el camino del segundo viaje casi exactamente.
Por lo tanto, la obra de la Gran Comisión del apóstol Pablo no se trató tan solo de un ministerio para las personas y lugares no alcanzados, sino que también fue un ministerio de revitalización. Sabemos que algunas de estas iglesias estaban pasando por dificultades incluso durante el tiempo cuando vivió Pablo (¡Es cosa de mirar sus cartas a los Gálatas y a los Corintios!). Es así que, gran parte del ministerio de Pablo estuvo dedicado a pasar a las iglesias en decadencia ¡desde las brasas hasta las llamas!
Esto debiera motivar grandemente a los pastores y a otros que se encuentran dentro de un ministerio que necesita mucha ayuda. Si algunas de las iglesias que comenzaron con el gran apóstol necesitaban ser revitalizadas, ¿por qué hemos de sorprendernos cuando esto ocurre en la actualidad? Si las iglesias de Pablo sufrieron la decadencia, no debiéramos sentirnos avergonzados o reacios a admitir que las nuestras también están heridas. Cuando tenemos el privilegio de laborar en dichas iglesias, ¡debiéramos sentirnos honrados de ser parte de este verdadero ministerio apostólico!
¿Plantación de Iglesias o Revitalización de Iglesias?
El ministerio de la formación de nuevas iglesias es satisfactorio, sin embargo, permítame sugerir que el ministerio de la revitalización en las iglesias ya existentes es a veces incluso más satisfactorio. Muchos dirían que es más fácil plantar iglesias, especialmente para los pastores jóvenes, sin embargo, no creo que necesariamente sea cierto, por varias razones.
Primero, considere con quién va a trabajar. El libro de Don McNair’s The Birth, Care, and Feeding of the Local Church (El Nacimiento, El Cuidado y La Alimentación de la Iglesia Local) contiene el fruto de su extenso estudio de, y experiencia en, la plantación de iglesias.6 McNair sugiere que cuando un pastor comienza una iglesia, es probable que después de tres años, el 90 por ciento de la gente que asistió al comienzo ya no esté ahí. O que el mismo pastor se haya ido. Estoy consciente que existen muchas excepciones a esta regla pero de acuerdo a mi propia experiencia debo admitir que así es la norma. Muchas de las personas que llegaron a una iglesia nueva se terminan yendo después de poco tiempo, quizás porque no se pudieron llevar bien en ningún otro lugar, trayendo los mismos problemas consigo. Quizás se sintieron atraídas a la nueva iglesia con la esperanza que fuera lo que ellos querían que fuese una iglesia, desanimándose cuando no llegó a ser lo que ellos esperaban.
La mayoría de las plantaciones de iglesias no resultan atrayentes para muchos cristianos maduros con fervor misionero, deseosos de sacrificios para promover el reino de Dios. Por el contrario, los que son fervorosos tienen la tendencia a ser fervorosos en otros asuntos. Por ejemplo, ellos creen saber “cómo debiera ser una iglesia”, y dicen que los líderes de la iglesia anterior se interponían en el camino, lo que les hizo conectarse con este grupo más pequeño de personas para tener más control de lo que pasa. Quizás puede que estén inconformes con lo que estaba sucediendo en otra iglesia, decidiendo “probar esta.” Quizás simplemente les guste la idea que sea “algo nuevo”, y que cuando ya no sea tan nuevo, pierdan el interés. Todo esto lleva a la conclusión que en la plantación de iglesias, un resultado típico mostrará que el 10 por ciento del grupo inicial se va a quedar, tanto que el otro 90 por ciento terminará finalmente cambiándose a otra iglesia.
Sin embargo, cuando un pastor recibe el llamado para ir a una iglesia que necesita ser revitalizada, éste hereda un grupo de gente que ha permanecido con esa iglesia en las buenas y en las malas. Probablemente sus debilidades han contribuido a su decadencia,