Georgia. vvaa

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href="#fb3_img_img_434fb030-044b-5d9f-92b3-87dae66ea12b.png" alt=""/> La paz entre turcos e iraníes no ha fue larga: antes de finales del siglo XVI, las hostilidades retomaron. Victoria inicial de los otomanos y después reconquista iraní a manos del sanguinario chah Abbas que masacraba a todos los tbilianos que se negaran a convertirse al Islam y expulsaba a toda la población de Kakheti a Irán para castigarla por una revuelta. Recesión iraní y después reconquista: hasta la entrada en escena de los rusos en la región a mediados del siglo XVIII, la historia georgiana es una historia de luchas entre los dos imperios por la hegemonía, por lo que sufrieron los habitantes del país.

      Algunos períodos, tanto en el Imperio otomano como en el Imperio sefevide, vieron duras persecuciones religiosas puestas en marcha contra los cristianos. En general, la administración agobiaba a los cristianos porque tenían que pagar impuestos adicionales. A menudo, para no convertirse al Islam, ortodoxos y armenios se convertían al catolicismo para estar bajo la protección de Roma que tenía embajadas en Constantinopla e Ispahan. En los siglos XVII y XVIII, Roma envió muchos misioneros a la región, de ahí la cantidad de católicos en el país, todavía hoy.

      Separados de Europa por la Turquía otomana y de Rusia por los montaraces del norte del Cáucaso, los georgianos miraban a dos capitales diferentes, mientras que ellos mismos habían sido los primeros instigadores de su división.

      

      Siglo XVIII: de la emancipación a la anexión rusa

      El siglo XVIII se caracterizó por el constante dilema de los monarcas georgianos entre una obediencia fiel a los soberanos musulmanes y el deseo de independencia. En Georgia oriental, dos grandes monarcas dejaron su huella a lo largo de tres cuartos del siglo: Vakhtang VI y Heraclio II.

      Durante la segunda mitad del siglo XVIII creció el interés de los monarcas de Kartli y Kajetia por restablecer su autoridad en Georgia. La Transcaucasia de la época era un mosaico de reinos, principados y kanatos sometidos a Turquía o a Irán en un grado de vasallaje más o menos fuerte. Teimouraz, rey de Kartli, y Heraclio, su hijo, rey de Kajetia, intentarán liberarse de la soberanía iraní. Pero también tuvieron que enfrentarse a sus rivales georgianos, a los kan musulmanes del este de Transcaucasia y a los montañeses del norte del Cáucaso, que llevaban a cabo incesantes incursiones hacia los valles georgianos.

       A partir de 1748, Heraclio eliminó, uno tras otro, a los nobles locales que se oponían a su poder y se convirtió en Heraclio II de Kartli y Kajetia unidas. Heraclio II es casi el responsable del destino de la Georgia moderna, ya que puso Georgia oriental en manos de Rusia para liberarla del yugo musulmán. En medio siglo reforzó el poder central del monarca y desarrolló vínculos comerciales, políticos e intelectuales con la Rusia de Catalina II, por aquel entonces en plena conquista colonial. Cuando esta, en su expansión hacia sur, comenzó a enfrentarse con los imperios otomano y persa, el monarca georgiano intentó establecer vínculos con ella: un apoyo georgiano a la conquista rusa a cambio de protección frente a las potencias musulmanas. El rey de Imericia, Salomón I, tenía aún más interés en un acuerdo contra los turcos. Salomón acude a Tiflis y los dos reyes georgianos se ponen de acuerdo para pedir a Rusia que envíe tropas. Pero los georgianos desconfiaban: nada obligaba a los rusos a respetar sus compromisos. En efecto, en un momento decisivo, el general ruso Todleben deja a Heraclio II solo frente a los turcos. Primera «traición». Heraclio toma conciencia de que solo un verdadero tratado podría garantizar el apoyo ruso. En 1773 envía a su hijo y al patriarca de la Iglesia georgiana para celebrar un tratado con este objetivo. Pero esto ocurre en el momento en que Catalina II firma la paz con los turcos. Sin preocuparles los intereses georgianos, los rusos reconocen la soberanía turca sobre Georgia occidental. Segunda decepción. Durante diez años Catalina II dio la espalda a los georgianos. Finalmente, a principios de la década de 1780 la zarina se arriesga a provocar a los turcos enviando tropas a Georgia. A pesar de la desconfianza hacia los rusos, que siempre había expresado, Irakli II prefiere deshacerse del peligro musulmán.

       En 1783 se firma el Tratado de Georgievsk, que sitúa al reino de Kartli-Kajetia bajo protectorado ruso, incluyendo una cláusula que menciona que Rusia no intervendrá en los asuntos internos del Reino. Un acto que muchos georgianos pronto lamentarían.

      En 1787 estalla la segunda guerra ruso-turca. Rompiendo sus compromisos, Rusia retira sus tropas de Georgia para trasladarlas a los Balcanes. En 1795, el sha de Irán, Agah Mohammed Khan, invade Transcaucasia; sus tropas saquean y queman Tiflis, y masacran a la población. Rusia no interviene. El sha propone a Heraclio que abandone la alianza con Rusia a cambio de la restitución de 30.000 prisioneros y de la reconstrucción de la ciudad. Heraclio rechaza la oferta pero haciendo saber que, si Rusia no intervenía, la aceptaría. Sin embargo, muere en 1798, dejando al país en una situación dramática. Pablo I, sucesor de Catalina II en Rusia, no iniciará ninguna campaña punitiva contra Irán.

      Vakhtang VI Bagrationi

      Vakhtang VI Bagrationi fue un monarca de principios. En 1709, cuando debía convertirse al Islam para acceder al trono de Kartli, se negó a hacerlo; fue llevado, casi detenido, a la corte de Isfahán, mientras su hermano, que sí se había convertido, pasaba a reinar en Tiflis. Decidido a mantener su fe, Vakhtang envió al filósofo, escritor y político Suljan-Saba Orbeliani a la corte de Luis XIV en Francia, para que presionara a Irán. El Rey Sol aceptó, pero cuando Orbeliani llegó a Constantinopla, ya en su viaje de vuelta, se enteró de que el rey de Francia acababa de morir. Bajo la presión, Vakhtang se convirtió en 1716; pero inmediatamente envió emisarios a San Petersburgo para pedir ayuda a Pedro el Grande. El zar aceptó, envió tropas a Astracán en 1722, pero detuvo su campaña poco antes de unirse a las tropas de los insurgentes georgianos y armenios, por miedo de ofender a los turcos. Aunque la estrategia quedó abortada, fue la primera petición de ayuda de un monarca georgiano a la Rusia ortodoxa y la primera incursión de los rusos en Transcaucasia. Vakhtang se exilió en Rusia en 1737.

      En consecuancia, los turcos invadieron Georgia oriental durante un breve pero sangriento periodo conocido en Georgia como «osmanoloba» (la otomana). Pero el imperialismo iraní recuperó fuerzas hacia 1730, mientras que la resistencia de los georgianos orientales contra los turcos se organizaba. Las fuerzas irano-georgianas liberaron Tiflis en 1735. La «osmanoloba» fue de nuevo remplazada por la «kizilbacoba» (el reino de las Cabezas Rojas, los Safávidas).

      Siglo XIX: en el Imperio ruso

      El 22 de diciembre de 1800, el Senado ruso hizo firmar al zar Pablo I una orden que convertía a Kartli-Kajetia en una provincia rusa. La anexión se hizo pública el 16 de febrero de 1801. El hijo de Heraclio II, Jorge XII, fue depuesto. El virreinato del Cáucaso, parte integrante del Imperio, fue fundado con Tiflis (nombre ruso de Tbilissi) como capital. La lengua georgiana fue suprimida de las Administraciones públicas y entre 1803 y 1805 los Bagrátidas fueron excluidos del poder, mientras que la Iglesia georgiana fue asimilada a la Iglesia rusa. El poder ruso se consolidó: diversas insurrecciones nobiliarias y campesinas fueron sofocadas. El Tratado de Tilsit entre Napoleón y el zar evitó toda posibilidad de que Georgia volviera al regazo persa. Gradualmente, Rusia se fue apoderando de las otras provincias georgianas.

      En 1810 los rusos se anexan Imericia. Toman Poti a los turcos en 1828, así como Guria y Samatsje (Meskhetia y Yavajeti). En 1858 fue el turno de Svenetia; en 1864 de Abjasia y después, en 1866, de Mingrelia. Por último, en 1878 arrebatan Ayaria y Batumi a los turcos con el Tratado de San Stefano. Todos los territorios de la Georgia moderna fueron integrados al Imperio ruso. Mientras que la historia de Georgia antes de la anexión fue un largo camino de divisiones y cortos intentos de unificación, el poder militar ruso consiguió en unas décadas unificar y pacificar el país.

       La sociedad georgiana experimentó entonces una metamorfosis profunda. Los nobles georgianos fueron integrados en la aristocracia


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