Liderazgo estratégico y gestión de la comunicación. Paul Willis
a los líderes a colocarse en el centro de un círculo en el que su trabajo es guiar, retar, apoyar y empoderar4. Los líderes deberían considerarse parte intrínseca del proceso de influencia, y no quienes lo dirigen con su dominio.
Este planteamiento sostiene que los conocimientos esenciales y el saber hacer se encuentran dispersos por toda la organización y no exclusivamente en las mentes de la alta dirección. Además, pone en entredicho la idea de que el conocimiento organizacional puede centralizarse y codificarse. Más bien, sugiere que se genera a partir de las relaciones que existen entre los empleados de una organización caracterizada por la confianza y la cooperación5. Todo ello implica que el conocimiento es la base sobre la que se debería liderar la organización6.
Comunicación y liderazgo se unen
Los estudios sobre liderazgo prestan cada vez más atención a la participación y la implicación, lo que coincide con el hincapié que se está haciendo en la gestión de la comunicación respecto a los procesos colaborativos de toma de decisiones, el control compartido y las relaciones7 (consultar el Capítulo 9 para un mayor debate sobre la disciplina). Las investigaciones exploratorias han demostrado que este modo complementario de ver el mundo hace que la gestión de la comunicación se decante por un estilo de liderazgo inclusivo8. Estas sinergias comienzan subrayando el terreno común que existe entre la comunicación y el liderazgo. De hecho, estas similitudes se materializan en cada una de las propiedades de liderazgo expuestas por Northouse.
En primer lugar, tanto la comunicación como el liderazgo pueden considerarse un proceso estratégico que permite a la organización operar de manera efectiva. Como proceso, cada uno de ellos trabaja dentro –y también a través– de las funciones departamentales de la organización y sus límites externos. Son procesos que fluyen dentro y alrededor de la organización. Tanto los líderes como los comunicadores evitan contemplar la organización a través de único prisma funcional (ver Capítulo 2) y buscan trascender los límites conectándose con una amplia red de stakeholders.
En segundo lugar, la comunicación es una competencia central de ambas disciplinas. Para influir y establecer objetivos comunes, se necesita llevar a cabo una comunicación efectiva en toda la organización en representación de los líderes. Por esta razón, las nuevas perspectivas sobre liderazgo defienden que la capacidad comunicativa es el atributo más importante de un líder9, especialmente en momentos de transformación en los que los seguidores necesitan motivación e inspiración10. Para el área de comunicación se trata de una gran oportunidad, pues su capacidad para influir dentro de la organización está directamente asociada a la de aportar visión y actuar como agente de cambio11.
Este énfasis en la visión, el cambio y la capacidad de inspirar a través de la comunicación se describe como «estilo de liderazgo transformador» y se considera especialmente relevante en la gestión comunicativa12 13 14. Además, reconoce que la exigencia de convertir el interés propio e individual en una acción colectiva implica compenetrarse con los compañeros de trabajo, crear conexiones y compartir el poder15. Para ello, los líderes deben ser sensibles al proceso de toma de decisiones en vez de preocuparse únicamente por conseguir un resultado concreto16. Por ejemplo, no tendría sentido que un líder lanzase una consulta a los empleados si previamente ya había tomado la decisión de llevar a cabo una acción concreta.
Trabajar en grupo requiere información del contexto y ser capaz de ver el mundo desde la perspectiva de otras personas. Esta capacidad es inherente tanto a la gestión de la comunicación como al liderazgo, y es el punto de partida para construir relaciones sólidas con los grupos de interés externos e internos. Estos aspectos sociales e interactivos del liderazgo y de la comunicación exigen poner foco en los valores organizativos. Ambas disciplinas necesitan una brújula moral que garantice que las actividades de implicación con los grupos de interés están alineadas con los valores centrales de la organización, mientras, desde una perspectiva proactiva, los valores pueden utilizarse para inspirar e implicar a las personas. Los profesionales de la comunicación y los líderes a menudo deben dar la cara públicamente cuando asuntos públicos y prioridades organizacionales colisionan. Guiarse por los valores ayuda a tomar la decisión correcta incluso en los momentos de mayor presión.
Mind the gap: la necesidad de más investigación
Las similitudes que acabamos de exponer refuerzan el rol de liderazgo –cada vez más importante– que puede asumir la comunicación en las organizaciones. Un papel esencial para un área tan criticada y denostada17. Es obvio que se necesitan buenos líderes en la comunicación para garantizar la salud y futuro de la profesión. Sin embargo, a pesar de que supone una necesidad y una oportunidad a la vez, la investigación sobre el liderazgo comunicativo está todavía en ciernes y son pocos los estudios que se han centrado en el tema de manera explícita. Bruce Berger y Bryan Reber forman parte de un pequeño grupo de investigadores que han tratado de cubrir esta necesidad. Su trabajo aborda aspectos como la influencia18 y el desarrollo profesional de los líderes de la comunicación19, mientras que otros expertos han tratado aspectos del liderazgo como el género20, el estilo21, y el comportamiento22. Además de los análisis específicos realizados recientemente desde la comunicación, el concepto de liderazgo se encuentra implícito en otras perspectivas teóricas23. Por ejemplo, uno de los proyectos de investigación académica más completos en la disciplina identifica las características de la llamada «excelencia en las relaciones públicas y la gestión comunicativa» y las presenta como principios generales24.
Más allá de estos tímidos intentos de investigar sobre el tema, podríamos comparar la investigación que se ha realizado hasta ahora sobre el liderazgo en la comunicación con un desierto en el que, de manera puntual, aparece un oasis. Estamos lejos, todavía, de poder ver la investigación realizada en este campo como una selva tropical con una flora y fauna rica y variada. Nos preocupa especialmente el vacío de información para plantear las dimensiones del liderazgo en la práctica25. Es una seria carencia en un mundo en el que los profesionales de la comunicación luchan por la legitimidad de las organizaciones. Con este libro pretendemos dar respuesta a la necesidad de nuevas perspectivas presentando un modelo de liderazgo que ha sido desarrollado junto a profesionales y que hemos probado en diferentes organizaciones.
Resumen
El hecho de que se haya investigado poco sobre liderazgo en la disciplina es problemático por dos motivos que no les resultaran nada extraños a académicos y profesionales. En primer lugar, el liderazgo y la comunicación son procesos estratégicos que mantienen un vínculo inextricable; serían algo así como las aspas de una hélice que dan aire a toda la organización. En segundo lugar, la gestión de la comunicación necesita líderes buenos y efectivos. Los profesionales están perfectamente preparados para asumir su rol estratégico gracias a las sinergias que existen actualmente entre la forma de pensar propia del liderazgo y de la comunicación. El liderazgo implica cambiar y motivar a otros para avanzar juntos hacia unos objetivos comunes y, al mismo tiempo, ser capaz de entender el contexto y las necesidades de las personas. Los líderes necesitan trabajar precisamente con las personas para alcanzar las metas de la organización, un territorio familiar para los profesionales de la comunicación.
Este terreno común con frecuencia se enmarca por la discusión sobre los estilos de liderazgo transformador, centrados en el cambio, el dinamismo y la acción. Sin embargo, nos gustaría cerrar este capítulo con la idea de que los líderes necesitan saber también cómo y cuándo descansar y desconectar. Doris Kearns Goodwin es una de las mayores historiadoras sobre el que indiscutiblemente representa uno de los perfiles más elevados de liderazgo en todo el mundo: la presidencia de los Estados Unidos. Uno de sus mayores fans es Barack Obama quien, el año previo a convertirse en presidente, confesó que el estudio de Goodwin sobre Abraham Lincon26 sería el libro que se llevaría a la Casa Blanca, además de la Biblia. Tras años de investigación, una de las conclusiones fundamentales a las que llegó Goodwin sobre el éxito en el liderazgo es la importancia de saber desconectar para «cargar las pilas». Si analizamos a los presidentes anteriores, observamos que, al final del día, eran capaces de reflexionar sobre los eventos de la jornada: «Entonces no había televisión. Los líderes no se preocupaban por lo que se decía en las noticias ni por sus BlackBerry. No se dedicaban a la multitarea; tenían tiempo para reflexionar. Es un lujo que muchos líderes