Gente de tango. Carlos Federico Torres
trabajo, digámoslo desde ya, es de una singularidad especial, pues no hay muchas publicaciones que se refieran a compilar detalles salientes de quienes han protagonizado papeles preponderantes en el mundo del tango. En ese sentido, les anticipo, él no viene a competir con esos otros tratados, ni tampoco ha sido esa la intención del autor, sino que, obviamente, viene a completarlos y a aportar nuevos elementos.
Tiene, sin embargo, la ventaja sobre las anteriores publicaciones, de ofrecernos datos que no figuraban en éstas, —por una razón del tiempo en que se escribieron— y que ahora están totalmente actualizados, lo cual le otorga a esta enciclopedia una significación de consulta altamente fiable.
Salida de la inspiración y de la facundia de Carlos Federico Torres, recopila la rica y densa historia de los totems tangueros más selectos. Por su extensión y amplitud, este libro, se constituye en una verdadera obra didascálica de nuestra música popular.
No sería exagerado si digo que los 305 bloques que completan estas páginas se han constituido ya en una verdadera Biblia del tango, que seguramente los píos devotos de la tanguería saborearán con el fervor de esta devoción no tan pagana como con simpleza, se cree.
A ella, igual que a la Biblia, en realidad no se la debería leer literalmente según fechas o hechos, sino que usarse y bucear más allá de su estricta labor biográfica, pues desde el primer instante de su nacimiento, se ha convertido ya en esto que hoy llamamos la biblia del tango, que como tal, rescata y narra a través de personajes, historias y composiciones, todo un verdadero patrimonio cultural nacional y, en muchos casos, —he aquí el valor que hay que acreditar a la prosa del autor— rescata, repito, de la orilla del olvido a muchos protagonistas que la historia oficial no ha nominado.
Es que Carlos, se propuso precisamente eso, llegar más allá de los grandes que figuran en las marquesinas y sus 305 biografías constituyen todo un acervo patrimonial de nuestra historia cultural, al que, solo el tiempo le dará su amplio y rico valor que hoy, en la cotidianeidad de los hechos quizás, no alcancemos a discernir en toda su dimensión.
Debemos saludar calurosamente este esfuerzo verdaderamente ciclópeo que ha llevado años de búsquedas, de seleccionar y hurgar en archivos y en la memoria colectiva… pero que, afortunadamente podemos hoy exclamar, como aquel recordado «¡Sésamo ábrete!»: felizmente ¡ya está!… ¡ya nació!… y está en medio de nosotros, en las manos de todos… al alcance de los inquietos buceadores, esperando nada más, que nuevos investigadores y difusores quieran ampliar sus saberes, o que, aficionados y oyentes amantes del tango, quieran conmocionarse con historias de tres minutos, que están ahí a la espera que alguien las vuelva a la vida. Todos ellos, encontrarán en este libro, líneas en donde enriquecerse en este exigente, enjundioso y riguroso trabajo que Carlos se prometió a sí mismo un día y que justamente hoy nace a la vida, con el destino iniciático de nacer, desarrollarse, crecer, multiplicarse… y… ¡servir!
Conocer y compilar los nombres de quienes crearon tantos tangos, tantas milongas, tantos valses, excede a una simple enunciación de fechas y títulos para convertirse en una verdadera enciclopedia del sentir y del saber de un pueblo… En estas páginas están condensados los latidos emocionados de los argentinos jóvenes o viejos, varones o mujeres, porteños o del interior, académicos o analfabetos, ricos o pobres, allí en esas páginas que usted amigo lector está por abrir, están las demandas de las más variadas situaciones humanas. Con algunas de ellas se alegrará, con otras llorará, o se sentirá en soledad, beberá el amargor del abandono y de la pérdida, se abrazará con el arrepentimiento amigo, con lealtades enormes, o se hundirá con esas traiciones que duelen hasta lo eterno… toda esta lectura será un repaso de las vicisitudes vividas por los hombres y por la misma sociedad argentina, en sus diferentes etapas históricas reflejadas en estos 150 años que Torres ha sintetizado en su antología que de pronto, se convierte en un verdadero tratado socio–antropológico en clave musical.
Ni que decir de la utilidad que significará este compendio para investigadores, estudiosos y difusores de nuestra música popular. Es que esta publicación asegura sin duda, la supervivencia en el tiempo del mismo sentir que otrora, otras generaciones vivieron, por eso puedo afirmar con mucha alegría que este trabajo es una garantía de intemporalidad y se constituirá con el paso de los años, en un valioso incunable del tango.
Debemos bendecir ese momento mágico en que Carlos Torres decidió dejarse llevar por ese elam que le exigió, desde lo profundo de su interior, dedicarse de lleno a producir su herencia cultural…
Y a esta tarea se aplicó con entusiasmo, paciencia, ahínco y una meticulosa rigurosidad y ascetismo que son afines a su propio carácter, a escribir y compilar nada menos que 305 historias biográficas… y lo hizo con la capacidad del orfebre que cincela pulso a pulso, una obra plena de vida y belleza.
Me he preguntado: ¿Cómo fue posible esto? Y es que Carlos es una persona común con todo lo que uno tiene de común, pero a la vez… ¡fuera de lo común! hay ahí un plus que le es propio… su tenacidad puesta al servicio de un proyecto de vida.
Su profesión de Contador Público Nacional, le entregó esa impronta de precisión matemática… su innato amor por lo documental como respaldo de seguridad y veracidad.
Y su militancia docente que pasea y distribuye su arte contable por las más diversas aulas de universidades de todas las regiones del país, le otorgó esa clara actitud generosa de transferencia de conocimientos, en este caso, de cultura, en un virtuoso sesgo de apertura al otro, lamentablemente tan escasa hoy, que nos hace valorar mucho más esa entrega al servicio desinteresado y por amor al tango.
Toda esta práctica profesional tan alejada de las humanidades como los fríos dictámenes del comercio: el que debe… ¡debe pagar!, el que compra… ¡debe pagar!, ¿tenés recursos? ¡podés comprar!, ¿no tenés?… ¡arreglatela como puedas! Hoy no se fia… ¡mañana si!, se da crédito al que tiene respaldo... y el que no… ¡va a la cola! Te presto pero si tienes valores hipotecables, y todas esas situaciones materiales y frías) no impidieron que Torres realizara un gran salto cualitativo… todas aquellas hieráticas ecuaciones fueron superadas por un espíritu exquisito que se zambulló en las metáforas del tango. Esto mismo refuerza que él no está en la escala de lo común.
Supe de su distinción por una deducción simple y casi baladí pero que tiene una lectura más profunda. La voy a relatar así: quien suma más de 60 años, seguramente es un amante del tango… porque en la casa, en las estaciones de radio en el cine, en el barrio… todo respiraba el romanticismo atrapador de su música y su poesía… pero ya en las septuagenarias décadas ese recuerdo empalideció anémica y diría, anoréxicamente. La juventud bailaba otros ritmos, la radio y el nuevo juguete, la TV exhalaban otras melodías, desconocidas pero nuevas… La sociedad ebullecía de otros compases, de otros ídolos, otros músicos, otros instrumentos… Pero una burbuja —donde hay ebullición hay burbujas— nacía en un espíritu en ese mismo tiempo de extranjerías… ahí estaba Carlos que quien sabe por que clase de rayo telúrico, se dejó expropiar por el tango ausente… y allí nació el coleccionista, el radialista de las magistrales audiciones de tango que resaltan los valores y su cultura, el historiador paciente que golpe a golpe va esculpiendo su obra en detalles, el que canta los deberes y los haberes inventariados con voz de tango, el que liquida los impuestos con el sonido fueyero del 40… El que escribe tratados de contabilidad agraria con la voz de fondo de los troveros nacionales… el que rigoriza los números de los balances con los arpegios del místico sonido del violín tanguistico… el que en medio de una clase de apenas años jóvenes, supo responder al profesor un nombre de tango ante la sorpresa no tanto de sus condiscípulos de la nueva ola, sino del profesor mismo…
La excelencia es una compañera inseparable y querida en la vida de Carlos Torres, por eso es un excelente defensor del tango, inquieto buceador de nuevas formas contables, es un excelente difusor e historiador, excelente y querido docente, el excelente amigo y el tierno y ejemplar hijo… Por eso, él mismo debió colocarse en la fila de los creadores ilustres que ilustran estas páginas… claro que su romántica humildad no se lo permitiría… pero entonces, lo hago yo hoy, ¡con todas las letras!
Desfilan en estas páginas nombres ya conocidos