Dimensiones de la migración en Colombia.. Felipe Aliaga Sáez
mismo fenómeno desde teorías económicas, culturales y sociales, por medio de redes o procesos transnacionales, así como fruto de la violencia y el crimen organizado. Es un escenario lleno de interrogantes más que de respuestas, ya que en momentos la migración ha sido vista como un beneficio para la sociedad y, en otros, ha sido rechazada como una carga para los países de destino y una debilidad de los países de origen. En estos procesos, los migrantes y sus familias deben enfrentar un abanico enorme de desafíos, ya sea desde que se toman las primeras decisiones sobre abandonar el lugar de origen, por medio de cálculos individuales y colectivos sobre el beneficio de movilizarse a un nuevo destino, los riesgos y sufrimientos, así como imaginarios de un futuro promisorio, que permita obtener una mejor calidad de vida.
Todos los países del mundo tienen una historia de migración, y todos tienen su propia historia, ya que en cada contexto operan diferentes configuraciones sociales que funcionan como factores de atracción o expulsión de personas, a nivel interno o externo, pero dentro de los límites fronterizos establecidos por la soberanía, que bajo el lema de la defensa de los intereses colectivos de una nación o un pueblo fijan en muchos casos rígidas relaciones de acceso con grupos que no tengan acuerdos compartidos. Las murallas no han desaparecido, la globalización no ha permitido cumplir con la utopía de un solo mundo, y aún están trazadas las líneas que dividen el planeta en zonas ricas y pobres, frente a las que muchos quieren abandonar o ingresar como si fueran clubes en donde se pasa mejor, pero a los cuales pertenecen unos pocos.
Los conflictos del mundo no han permitido avanzar hacia una mayor justicia social, vivimos enfrentando un panorama de egoísmo, explotación y corrupción, que hace que el ser humano en muchas partes del globo sufra las consecuencias de la negación de sus derechos fundamentales, en donde el ascenso social está limitado y las personas enfrentan vulnerabilidades que las confinan en círculos viciosos de maldad, pobreza e injusticia. La lucha es permanente, hay quienes están encarando esto y que buscan un mundo mejor, aunque a veces parece que se dieran golpes contra la pared. En estos escenarios, la gente busca dónde mirar y pensar que puede encontrar algo mejor para sus vidas, empacando las ilusiones y caminando con ellas largos trayectos, enfrentando rutas llenas de escollos, fuertes controles fronterizos, normativas cambiantes, sujetos abusivos que se lucran o gozan con la debilidad de los demás, lugares inhóspitos y desolados, momentos de fragilidad emocional y tristezas profundas, miedos implacables, hambre y enfermedades, miradas recelosas, odios y rencores. También personas que logran crear un devenir migratorio beneficioso y con expectativas favorables para sus vidas.
Como decíamos, en todos los países migran, el ser humano podría no migrar, pero lo hace porque lo necesita y porque en muchos casos se ve obligado a hacerlo, los caminos son múltiples, las rutas marcadas en la tierra, en el mar y en el cielo, siempre son vueltas a recorrer por otros que vienen atrás, algunos van y otros vuelven, es un ciclo de vida permanente de la humanidad. Mientras el mundo no provea condiciones suficientes, al menos de alimentación, abrigo y vivienda, la gente no se quedará conforme, así tampoco las mentes inquietas que hoy más que nunca sueñan con una especie de aldea global.
Colombia, al igual que casi todos los países de América, es un país que tiene una larga historia de migración; comprender sus movimientos de población nos enseña un poco de su carácter, sus alegrías y sus dolores. Analizar y revisar las migraciones, es decir, cómo la gente se mueve y por qué, nos dará mayores argumentos para pensar en cómo es la identidad de un territorio, cómo y por qué se producen los cambios en su población. Pensar Colombia y sus migraciones es pensar su propia idiosincrasia, buscando los caminos que llevan a mirar hacia donde la diversidad y las relaciones interculturales empujadas por las migraciones nos permiten dialogar y cohesionar el territorio, en donde las diferencias se vuelcan a la unidad y el país avanza y genera creatividad, ya que las personas llevan consigo ideas que viajan junto a sus maletas, encontrándose conexiones y nuevas formas de ver el mundo, el país y a sus ciudadanos. Emergen búsquedas incansables de superación, mecanismos de resiliencia que llevan a la gente a enfrentar y producir diálogos nuevos para entender el país de otra manera, en donde las memorias permiten generar nuevos imaginarios de una sociedad mejor, en la cual la creación no es imposible sino un constante fluir que lleva al mundo a lugares insospechados.
Estamos convencidos de que este libro le aporta al país un mecanismo para conocer un trozo de su historia, la “historia de los que se mueven”, es un esfuerzo por reunir parte de la complejidad de las migraciones, ofreciendo una perspectiva lo más integral posible, sin embargo, el objetivo no es entregar todas las respuestas sobre las causas pero sí comprender mejor las transformaciones de este fenómeno. Esperamos que resulte útil a todos quienes quieran profundizar en la materia y conocer las dimensiones de la migración en Colombia.
Este volumen se origina a través de toda una línea de investigación en migraciones articulada con el núcleo problémico de reconfiguración social de la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás1, así como resultado de un proyecto de investigación interfacultades con la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la misma universidad2. Los capítulos son resultados de investigación descriptiva con base en revisión de bibliografía especializada, archivo estadístico y una serie de datos secundarios, así como de manera exploratoria con información de primera fuente.
El libro reúne once capítulos escritos por veintiún investigadores de nueve reconocidas universidades de Colombia y de diferentes grupos dedicados al estudio de las migraciones. Dentro de estos: William Mejía, del “Grupo de Investigación en Movilidad Humana”, con sede principal en la Universidad Tecnológica de Pereira; Carolina Bernal, Katherine Cardozo, Laura Alejandra Granados y Sebastián Polo, miembros del “Semillero de Colombianos en el Exterior” (Semicoex) de la Universidad del Rosario; Stéphanie López, del “Grupo Migraciones y Desplazamientos” de la Universidad Nacional de Colombia; Alexandra Castro, del “Observatorio de las Migraciones” de la Universidad Externado de Colombia; Caterine Mojica, Adriana Espinel, Martha Lucía Herrera y Andrea Catalina Camargo, de la “Red de Investigación en Asuntos de Frontera” (RIAF), representadas en la Universidad de Pamplona y la Universidad Francisco de Paula Santander; Felipe Aliaga Sáez, Angelo Flórez de Andrade, Nadia García Sicard, Chrysalide Duarte, Lina Montoya, Vanessa Baracaldo, Lisa Pinto y Carla Rodríguez, del “Grupo de Estudios sobre Migraciones Internacionales y Vulnerabilidad” (GEMIV) de la Universidad Santo Tomás; Alexandra Toro Ospina, de la Universidad de Boyacá, y el profesor Juan Thomas Ordóñez Roth, de la Universidad del Rosario.
El primer capítulo del libro, de William Mejía Ochoa, muestra un panorama estadístico de 200 años de inmigración de “baja intensidad”, el cual ofrecería una referencia para comprender los grandes cambios producidos por la nueva inmigración venezolana. El capítulo entrega datos sobre los stocks de inmigrantes, saldos migratorios, lugares de origen y destinos de asentamiento, y el sexo. Para la realización de este trabajo se analizaron censos nacionales de población, y estadísticas de entradas y salidas de viajeros al país. Incluye una descripción de la inmigración en el siglo XIX como periodo favorable para la llegada de extranjeros, principalmente como parte de un plan de ocupación del territorio y crecimiento demográfico. En el primer cuarto del siglo XX, se describe la llegada de españoles, italianos y alemanes, como parte de la promoción de la inmigración como estrategia de colonización, en este periodo se producen dos hechos relevantes que afectaron las migraciones, la separación de Panamá y la Primera Guerra Mundial. De 1926 a 1965, el autor indica que hechos como la depresión del 29 y la Segunda Guerra Mundial impactaron en Colombia en cuanto a las regulaciones en torno a la inmigración, especialmente en el control de los inmigrantes de los países del Eje. Desde 1966 a 2015, hay un aumento de la inmigración de países como Venezuela, Estados Unidos, Ecuador y Perú.
El segundo capítulo del libro, escrito por Chrysalide Duarte, Lina Montoya y Felipe Aliaga, comprende diferentes consideraciones sobre la migración interna en Colombia y su relación con los hechos victimizantes originados por el conflicto armado. Se presentan cifras importantes sobre lo que significó la época de la violencia para Colombia, la urbanización como factor de atracción, la migración intra e interregional —donde predominaron