Medios, redes sociales, cine, control social y penal. Carlos Ariel Bautista González

Medios, redes sociales, cine, control social y penal - Carlos Ariel Bautista González


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la biopolítica y lo común. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia - Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales; Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos (ILSA).

      Nolan, C. y Goyer, D. S. (2005). Batman Begins [guion]. En The Dark Knight Trilogy: The Complete Screenplays. Nueva York: Opus.

      Nolan, J y Nolan, C. (2008). The Dark Knight [guion]. En The Dark Knight Trilogy: The Complete Screenplays. Nueva York: Opus.

      Nolan, J y Nolan, C. (2012). The Dark Knight Rises [guion]. En The Dark Knight Trilogy: The Complete Screenplays. Nueva York: Opus.

      Offe, C. (ed.) (1985). Some Contradictions of the Modern Welfare State. Londres:Hutchinson.

      Pozuelo, P. L. (2013). La política criminal mediática: génesis, desarrollo y costes.Madrid: Marcial Pons.

      Schmitt, C. (2009). El concepto de lo político. (Trad. Rafael de Agapito). Madrid:Alianza Editorial.

      Taylor, F. W. (2005). Principios de la administración científica. Bogotá: Edigrama.

      Wacquant, L. (2004). Las cárceles de la miseria. Buenos Aires: Manantial.

      Zaffaroni, R. (2011). La palabra de los muertos: conferencias de criminología cautelar.Buenos Aires: Ediar.

      II. EL PROBLEMA METODOLÓGICO EN LA CRIMINOLOGÍA MEDIÁTICA: LA COMPLEJIDAD DE UN ABORDAJE EMPÍRICO PARA ESCALAR EL NIVEL DE ANÁLISIS

      Resumen

      La criminología mediática es un fenómeno de estudio por demás relevante para la configuración de política criminal y ordenamientos sociales. Entrever estas relaciones en el marco de las transformaciones tecnológicas de los medios, a través de herramientas y métodos derivados de múltiples campos y problemas que guardan una afinidad con el tratamiento mediático, más que una opción se está tornando una necesidad. Este capítulo pretende hacer una aproximación al tratamiento sistemático de datos cuantitativos y cualitativos relacionados con la producción mediática. Asimismo, se describe una herramienta diseñada por la Escuela de Investigación en Criminologías Críticas, Justicia Penal y Política Criminal Luis Carlos Pérez, y sus resultados preliminares, para compilar los aprendizajes y potencialidades que alienten el desarrollo de investigaciones de tipo escalar que integren distintas unidades de análisis.

      Introducción

      Orientar una discusión sobre la cuestión metodológica, especialmente en el marco de las ciencias sociales, pone de manifiesto la necesidad de establecer el cómo de la relación con el conocimiento que se produce sobre la cuestión particular que se quiera tratar; esta relación cabe en la definición clásica de epistemología. Ahora bien, encontrar una fórmula de arranque para acotar un fenómeno implica reconocer que todos los artificios y relaciones sociales conservan una frontera común como expresiones de la sociedad humana en distintos espacios y dimensiones. Un fenómeno social, más allá de toda consideración moral, se puede determinar por el tipo de afectación según cantidad y particularidad o, por decirlo de otra forma, por la recurrencia e intensidad de este sobre distintos sectores poblacionales en un periodo específico, lo cual puede o no generar reacciones en estos.

      Establecer un límite sobre los alcances de estos fenómenos es un problema que implica un juicio primario que surge a partir de una valoración de su impacto negativo; asimismo, esta valoración está sujeta al lugar desde el cual se evalúe la afectación y, adicionalmente, las posibilidades de actuar en busca del desistimiento de dicha afectación. Bajo esta lógica, tenemos una serie de elementos claves que componen el panorama de los problemas sociales: una afectación, su valoración y las acciones encaminadas a moderar, desincentivar y erradicar ese tipo de conducta.

      Enmarcar dicha premisa en un debate contemporáneo sobre la criminología sería connatural a su objeto; más aún cuando la pensamos como parte de la política criminal, en la cual una serie de actores e interacciones son claves para establecer un panorama sobre el cual decantar observaciones rigurosas que permitan dar claridades a los problemas que competen a este campo. Podría decirse que, si bien este tipo de análisis no es nuevo –en el contexto anglosajón, autores como Furstenberg (1971), Ericson (1991) y Roberts (1992) han realizado estudios sobre la política criminal–, la aproximación a este problema es relativamente reciente, sobre todo para el contexto latinoamericano, con autores como Zaffaroni (2011) y Pozuelo (2013), que han tratado la cuestión y le han dado vida al debate con un sentido particular como dinamizador de la realidad sociojurídica.

      En tal sentido, la definición de los elementos propios de esta relación está condicionada por el tratamiento histórico de cada fenómeno. De acuerdo con la delimitación propuesta de un objeto en un tiempo específico, podemos obtener conclusiones distintas basadas en metodologías más o menos similares; pero exponer de esta forma tan general solo sostiene la incertidumbre de cómo abordar una investigación en este campo de problemas. Al respecto, desde una racionalidad inductiva, podemos decir que existe una estructura en la cual un fenómeno criminal propicia la reacción social.

      Ahora bien, la pregunta sería, ¿cuál reacción? Esta puede estar atada a los distintos actores inmersos en la relación y su forma de caracterización de los fenómenos: para el particular, los medios de comunicación. Elucidar el comportamiento de la criminalidad, asociando la ocurrencia de conductas desviadas y su tratamiento a través de los medios en el marco de profundas transformaciones globales que estamos afrontando, no es solo un problema, sino una oportunidad y un reto técnico –pero sobre todo epistemológico–, dado el complejo dilema de intentar agrupar metodologías de análisis clásicas con las posibilidades que el procesamiento computacional ofrece (Scannell, 2002, p. 192).

      La criminología a través de la historia

      Solucionar problemas y tratar de dar sentido a los fenómenos que se nos presentan cotidianamente es un modelo plausible del obrar relativamente exitoso que hemos tenido como especie. Este nos ha permitido reducir incertidumbres, usar herramientas y agruparnos de formas más eficientes (Morris, 1970). Pero, aun en medio de estos procesos, siguen orientando nuestro interés la muerte, conductas violentas y otras que afectan el desarrollo del actuar colectivo e individual. Todo esto apunta a evitar o mitigar los impactos y riesgos derivados mediante formas más sofisticadas y con códigos más complejos, pero todavía en el marco de la cuestión criminal.

      Si una especie quiere sobrevivir, no puede darse el lujo de andar por ahí dando muerte a los de su propia clase. La agresión dentro de la especie tiene que ser impedida y controlada, y cuanto más poderosas sean las armas mortíferas de una especie particular, mayores habrán de ser los impedimentos para emplearlas en disputas entre rivales. Esta es la verdadera ley de la jungla. (Morris, 1970)

      Con el tiempo, los paradigmas criminológicos se han trasformado de corrientes metafísicas –en los filósofos griegos, parte de la Edad Media y el Renacimiento–, hacia etapas más racionalistas, como la escuela clásica del siglo XVIII y la frenología, llegando a la escuela positivista del siglo XVIII y la propuesta lombrosiana, es decir, se trata de paradigmas orientados por los modelos de pensamiento y las distintas formas de entender la realidad (Observatorio del Delito de la Policía Nacional, 2011).

      En el marco de los sistemas sociales, es claro que tenemos patrones de entendimiento común (Maturana y Pörksen, 2004) que referencian los marcos de las acciones tolerables a través del entendimiento común y la interacción. Las conductas desviadas se asocian a patrones no aceptables cuyos efectos dan pie a nuestra reflexión.


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