Tu Primera Novela. Raimon Samsó
continuación. La conjetura es un buen ejercicio para la imaginación, es un disparador.
Otro disparador… Cuando salgas de casa observa a las personas en la calle, en el mercado, en el metro... Elige una “situación mínima” que pasa casi inadvertida y apunta la mayor cantidad de conjeturas en torno a ella.
Otro disparador… El llamado binomio y trinomio fantástico. Elige dos o tres palabras al azar en el diccionario y después trata de buscar una idea de argumento que las contenga, las enlace y cree algo original. Te sorprenderá este método.
Un disparador creativo es la espoleta de la inspiración.
Otro disparador… El “plagio creativo”: imita la escritura de una frase de un autor que te fascine, pero no el contenido. Por ejemplo, puedo imitar un argumento y escribir esa historia en otro tiempo, otro contexto y con personajes propios. (Love Story es un plagio creativo de Romeo y Julieta, y El nombre de la rosa lo es de Las aventuras de Sherlock Holmes y el Dr. Watson). ¿Entiendes?
También podemos llevar el plagio creativo al terreno de las frases y los párrafos:
Ejemplo:
Es una historia como otra cualquiera. ¿Por qué quiere escucharla? (Alessandro Baricco)
Es algo que nos pasa a todos. ¿Qué interés tiene contarlo?(Raimon Samso)
Ejemplo:
“Hervé Joncour tenia treinta y dos años.
Compraba y vendía.
Gusanos de seda”.
(Alessandro Baricco)
Se convierte en:
“Volverán.
Dentro de muchos años.
Quién sabe cuándo”.
(Raimon Samsó)
Otro disparador… Escribe un texto breve de homenaje a una letra: en el que el 50% o más de las palabras contengan la letra “l”:
Ejemplo:
“Busqué el atlas de Lituania y languidecí al verla lejana, lejos de mi alma, extraño lugar, olvidado con ligereza”.
Otro disparador… Crea tu colección de palabras y expresiones “astilla”: Cómprate una libreta, escribe en ella todas las palabras nuevas que querrías usar al escribir, las frases que oyes en películas o lees en libros y querrías usar algún día en un texto. Acopia para cuando tengas un texto terminado, lee tu libreta entonces, elige, e intenta colocar esas palabras o expresiones donde encajen. Yo he usado esta técnica con mucho éxito en mis libros.
Otro disparador… Escribe usando todos los canales perceptivos: escribe con los cinco sentidos e incluye en los textos sonidos, sentimientos, colores, sabores, olores, texturas para llegar a todos los lectores:
1 Visuales
2 Auditivos
3 Cinestésicos
... usa este recurso en diversos puntos del texto.
Otro disparador… Usa palabras al azar: utiliza palabras al azar (elige tanto verbos, sustantivos, como adjetivos) para armar un poema. Relaciónalos de modo aleatorio y revisa el original efecto que se consigue con esta técnica.
Y un último disparador… Las preguntas: las preguntas son un puente hacia otra realidad. Hazte preguntas disparatadas. Ejemplos:
¿Por qué ladran los perros?
¿Cómo sería una guerra en la luna?
¿Cómo sería el viaje de un japonés y un latino?
LAS PÁGINAS DE LA MAÑANA
Te recomiendo este hábito: cada mañana toma dos folios en blanco y llénalos de lo primero que te pase por la cabeza. No se trata de escribir nada con sentido ni nada bello, se trata simplemente de escribir, de soltar la muñeca, de calentar motores…
Puedes escribir sobre lo que soñaste durante la noche o sobre una película, o sobre lo que vas a hacer durante esa jornada, o sobre tus pensamientos… da igual, es para calentar.
Igual que un deportista calienta antes de jugar, un escritor calienta su pluma antes de empezar con tu texto.
Lo que cuenta es la cantidad y la velocidad, no la calidad. Cuanto más rápido escribas, mejor; es señal de que no piensas. Aquí no se trata de pensar sino de escribir.
Crea el hábito de llenar dos folios al día y verás, con los meses, qué poco te cuesta arrancar a escribir. Escribirás a chorro.
No lo corrijas, guárdalo y ya lo leerás otro día. No se trata de juzgar lo escrito, sino de escribir mucho.
Este ejercicio de calentamiento es muy usado por profesionales, guionistas, etc.
DOSSIER: EL ESTILO DEL ESCRITOR
Una historia son dos cosas al mismo tiempo: lo que se cuenta en ella y la manera en que se cuenta. Si descuidas uno de esos aspectos, estás renunciando al 50% de tu poder para impactar al lector.
Contenido y forma.
El contenido y la forma se necesitan mutuamente ya que se refuerzan. Lo original no es una cosa o la otra, sino la combinación de ambas. Un contenido viejo y una forma vieja pero combinados de un modo nuevo pueden ser el escrito más original del mundo.
Un estilo natural surge del vocabulario y del nivel lingüístico de la persona que escribe, y no a través de expresiones y términos prestados.
A continuación, algunos estilos que dificultan la naturalidad en el lenguaje.
Para ello, se resume a continuación los cuatro estilos a los que suele tender nuestra escritura cuando comenzamos a escribir, y que Ángel Zapata analiza en profundidad en su libro: La práctica del relato.
Un estilo debería ser fluido, claro, sencillo y parco en palabras. Te sugiero que leas la novela corta, Seda, de Alessandro Baricco, es un monumento a la sencillez y a la economía de palabras.
Menos es más.
El estilo, como la elegancia, no debe verse aunque sí percibirse. Si se ve demasiado, es artificioso y cae en el histrionismo literario. El estilo es un medio, no un fin en sí mismo. Muchos autores, cuando se obsesionan con su estilo… ¡dejan de escribir! Se obsesionan con la forma.
Un escritor puede ser:
1 emisor (escribe para sí mismo)
2 receptor (escribe para los demás)
3 literario (cuida mucho la forma)
4 científico (cuida el contenido)
Yo te sugiero el punto medio: un poco de todo y mucho de nada.
Para empezar, muchos noveles escriben imitando el estilo de sus autores preferidos. Borges es el más imitado.
No es una mala idea para empezar, incluso leer libros de ese autor mientras escribes tu texto. Aunque, con el tiempo, encontrarás tu propio estilo sin buscarlo.
Cuanto más leas más se construirá tu estilo en torno a lo que te gustó leer. De hecho, el estilo es un cóctel de estilos en el que hay muchas influencias, y lo cierto es que todos los escritores están influidos por otros, anteriores a ellos.
1) Estilo Formal
Estamos hartos de los textos administrativos, de los manuales de instrucciones y el de los libros de texto que, por regla general, garantizan