Hacer ciencia en el siglo XXI. Claudia Liliana Perlo

Hacer ciencia en el siglo XXI - Claudia Liliana Perlo


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intercambiando los roles de maestra y discípula. Hace muchos años iniciamos un peregrinar hacia la búsqueda de un modo de investigar que guiara la acción. Sentíamos la necesidad de lograr un conocimiento profundo, comprometido con el contexto que posibilitara “co-construir” con otros una realidad mejor. Un saber basado en el compromiso, la vivencia, la participación. A medida que desde nuestra tarea investigativa avanzábamos por el camino elegido, el método científico, positivista tradicional, no era suficiente para dar cuenta de un nivel ontológico que desafiaba los abordajes epistemológicos y metodológicos usuales.

      Esta situación se presentó para Claudia Perlo como motor y obstáculo. Este desafío la llevó a investigar al investigador y su escenario, y a realizar un lúcido y pormenorizado análisis de las limitaciones del modelo científico vigente en la academia. La impulsó además a buscar los aportes científicos, más allá del encasillamiento disciplinar, que le permitieran incluir nuevas perspectivas, en especial de la física, que ponen en crisis la cosmovisión tradicional del mundo.

      Uno de los mayores méritos de esta obra es realizar un análisis y una síntesis de las principales contribuciones teóricas y epistemológicas que generan notorios cambios en nuestra concepción del mundo, cuestionando los fundamentos mismos de la constitución de la materia. Claudia Perlo logra transmitir estas conceptualizaciones y teorías desde una perspectiva holística e integradora utilizando un lenguaje claro y accesible. Muestra posibles caminos de inclusión para aquellos que sienten que hay otras maneras de hacer ciencia, creativa, subjetiva y vivencial.

      Cómo se mencionaba al inicio de esta presentación es para mí una gran alegría, ver que la persona con la que se ha compartido parte de un camino, se anima con mucho a valor a continuarlo desde nuevos senderos, avanzando en espacios inexplorados para culminar su peregrinación hacia nuevas formas de investigar que suponen nuevas formas de ser y de estar en el mundo.

      Gracias Claudia.

      Dra. María de los Ángeles Sagastizábal

      Investigadora IRICE- Conicet

      Leí el manuscrito de este libro mientras atravesaba una de mis cíclicas crisis de pertenencia al sistema científico. Terminaba de escribir mi informe de Conicet, intentaba escribir un paper para cerrar un trabajo que venía haciendo desde hace tiempo con un colega de EEUU. Escribía también otro paper en conjunto con un estudiante de doctorado que lo necesitaba para avanzar en su tesis. Me sentía desbordado y angustiado. Buscaba aire para pensar, para crear, para escribir lo que sentía, para hacer lo que yo llamaba ‘otras cosas’.

      La primera imagen que recuerdo de mi lectura fue de alivio, de coincidencias, de caminos que se acercan aunque hubieran partido desde territorios muy alejados. Me resultaba fascinante pensar que el libro expresara ideas que yo intuía, suponía, presentía o simplemente sentía. Adentrándome en el manuscrito y avanzando en mi desazón ante la falta de aire, empecé a parapetarme un poco en mi formación y a cuestionar lo que me parecía un uso descontextualizado de ideas provenientes de la física. Claudia Perlo citaba autores objetados o directamente ignorados en la comunidad de los físicos, tomaba ideas de diferentes saberes y las hacia propias, las usaba como metáfora, las entremezclaba para expresarse en una prosa clara donde el origen disciplinar perdía el sentido para converger en un río que corre, que cambia, que no busca llegar sino moverse. Planteaba a la investigación científica como un conocimiento que debería circular, saltando de disciplina en disciplina, saliéndose de los laboratorios y de las oficinas para entremezclarse, ensuciarse las manos, y dialogando encontrar respuestas creativas a los problemas sociales que hoy tenemos en la puerta de nuestros institutos.

      Luego ‘Hacer ciencia en el siglo XXI’ me fue atrapando y me dejé llevar. Dejé de cuestionar para empezar a aprehender, para modificarme, para correrme de la lógica de la disputa en la que nos formamos en nuestro sistema científico y comenzar a avanzar en la lógica del diálogo, sin tratar de forzar convicciones. Entendiendo que el diálogo nos cambia y que lo que podemos crear dialogando no existía en las individualidades antes del intercambio. Porque no somos sumas de partes, porque la prueba más cabal del todo holográfico que plantea este libro, son las coincidencias de pareceres que tengo con la autora a pesar de no haber intercambiado ideas durante muchos años.

      No sé si coincido con todos los argumentos de Claudia Perlo, pero si sé que la lectura de su libro me cambió, me potenció, me dio nuevas herramientas para pensar y pensarme, para encontrar nuevos rumbos que me saquen del lugar de encierro al que de a ratos me lleva esta carrera científica que ya no quiero correr más.

      Dr. Ariel Dobry

      Investigador IFIR- Conicet

      Director científico del Complejo Astronómico Municipal

      Al pie del camino...

      Hoy sentí el impulso vital de comenzar a andar este camino. Viaje que hace un par de años merodea entre mis pensamientos. Archivos, carpetas, notas, ideas, conversaciones, índices… hasta que hoy le encontré corazón. No fue sola, como tampoco será en soledad este viaje. Fue en la trama co-evolutiva de las conversaciones, que encontré el coraje y la confianza de iniciar nuevamente un camino de escritura, que por primera vez, no está del todo claro. Lo que sí es clara y firme, la decisión y el entusiasmo de emprenderlo, la necesidad de compartir lo vivido durante más de 20 años de trabajo en la investigación científica y el compromiso indeclinable de contribuir a la transformación de nuestra manera de investigar y ver el mundo.

      Como ya habrá advertido en las primeras líneas el lector, he decidido en este libro no comenzar por las ideas que salen de mi cabeza. Deseo volver y partir desde la fuente más amplia y originaria del conocimiento, la percepción, la emoción, la intuición, lo vivido, para luego sí producir la reflexión humana ineludible -experiencia- que provoca la vivencia con uno mismo, con el otro y con el universo. Considero que es en esta fuente de energía originaria, donde se encuentra el potencial de una nueva perspectiva de investigar, aprender y vivir.

      Desde este enfoque, este libro se centrará más en una sabiduría de la exploración y del aprendizaje que produce el vivir-conocer (Maturana, Varela, 1984), que en un conocimiento legitimado por la academia como “erudito” y “verdadero”.

      Presiento que este camino, como la vida, será zigzagueante y que al final del mismo me habrá dejado mayor sabiduría. En definitiva, para eso escribo, para eso investigo, no por lo que sé de antemano, sino por lo que me sorprenderá al final del recorrido.

      “Agregar un libro más a un mundo inundado de libros puede resultar un acto de irreverencia, salvo, claro está, que pueda justificarse” (1988)

      Si bien no considero irreverente la necesidad genuina de toda persona de expresar su sentir y pensar de manera independiente de lo expresado por otros, debo reconocer que esta cita ha inquietado en mi corazón científico la debida justificación que en los próximos párrafos enuncio.

      Nos encontramos sumergidos en una profunda crisis paradigmática, la que quizás como señala Morín (1995) aún no ha llegado a su máxima profundidad, en tanto aún hay quienes se encuentran epistemológicamente ciegos ante dicha crisis.

      No es poco lo que se ha desarrollado, casi desde los inicios del siglo XX, tanto desde las ciencias sociales y humanas como desde las ciencias físico-naturales, señalando la emergencia de una nueva perspectiva de observar y observarnos. Sin embargo, aún se torna indispensable continuar abriendo y marcando la huella iniciada, para contribuir a modo de levadura, aumentando el movimiento que posibilite la co-evolución que requiere nuestro pensamiento.

      En esta obra, comenzaremos a recorrer un camino que luego se fundirá en el cauce de un río. En dicho camino, vislumbro dos senderos. El primero busca revisar de manera dialógica nuestra manera de producir conocimientos científicos: ¿Qué consideramos ciencia en el siglo XXI? ¿En qué medida han penetrado los nuevos descubrimientos ontológicos y epistemológicos del siglo XX en la práctica científica? ¿Para qué se investiga y cómo se involucran


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