Hacer ciencia en el siglo XXI. Claudia Liliana Perlo

Hacer ciencia en el siglo XXI - Claudia Liliana Perlo


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conocerla porque reconocí en ella una manera irresistible de comunicar conocimientos obtenidos de mi propia tradición espiritual. (Dalai Lama, 2008:8)

      Justamente el conocimiento sustancial del siglo XXI es abandonar los antagonismos y asumir lo complementario. El reto de esta época no es renegar, sino religar, buscando la integración, transformando el adversativo “pero” por la conjunción sumativa “y”. Este proceso no está ocurriendo de manera institucionalizada, como ya expresamos es emergente, sutil y silencioso, fluye de manera holográmica desde las subtotalidades (Bohm, 1988) sensibles de la realidad.

      Este libro busca, cómo transitar dialógicamente este nuevo rumbo, a partir de un autoconocimiento, que nos permita tomar conciencia de la convivencia de estas perspectivas.

      Estos saberes y prácticas ponen en inapreciable duda, el modelo predominante de un “conocimiento válido” para comprender y transformar la realidad. Arriesgadamente, nos preguntamos por la ciencia misma, como “modo superior de conocer” el UNIverso que nos rodea.

      Estas nuevas perspectivas emergen de los desarrollos científicos más significativos del último siglo, la relatividad, la física subatómica, el construccionismo radical, la biología molecular, la fenomenología, la teoría de los sistemas, la cibernética, la complejidad, la termodinámica, entre otros. Algunos de estos cuerpos teóricos, han sido reconocidos por la comunidad científica con el mayor galardón de la academia como lo es el caso del talentoso premio Nobel Ilia Prigogine. Sin embargo, estos logros no han impactado en la transformación de la concepción de la ciencia y su quehacer; el que se encuentra aún fuertemente ligado a la filosofía cartesiana, la física mecanicista newtoniana y a las ciencias naturales organicistas.

      A este punto podemos afirmar que esta manera de hacer ciencia, no solo se ha empobrecido por no aceptar otras formas de conocimiento validadas por el método tradicional científico, sino fundamentalmente por no estar actualizada con los propios desarrollos disciplinarios que la misma ciencia, en el seno de sus instituciones, valientemente produjo.

      Como señalamos al principio, quizás estos nuevos desarrollos nos dicen lo que no estamos dispuestos a oír.

      ¿Será que el investigador no investigado, desecha de su realidad, (a riesgo de no dar cuenta profundamente de ella) todo aquello que lo desafía a sí mismo?

      ¿Tal vez porque darse cuenta de estos nuevos desarrollos científicos implique un sismo ontológico en su vida personal?

      En la construcción de una nueva sociedad, la transformación silenciosa que integra diversos sistemas de conocimientos, se corresponde con una humanidad que se relaciona reticularmente respetando al otro como legítimo otro. Esto significa paridad, equidad entre alter y ego. Implica otorgar legitimidad al otro en tanto otra versión del yo. En esa legitimación lo reconozco al otro tanto como a mis propios derechos. El Otro- semejante tiene el mismo estatuto de existencia que yo.

      Finalmente, ensayando alguna respuesta para la pregunta osada de mi amigo Jorge, surge otra pregunta más. ¿Qué hacemos estudiando la vida? ¿Y si la vida fuera misterio inasible a nuestra racionalidad? Tal vez ya sea demasiado tarde para esta pregunta y no podamos retroceder con el desarrollo de nuestro neocortex. En ese caso, ¿Cómo sigue esto? ¿Qué es lo próximo?

      Cuando concebimos la vida también como un misterio, el conocimiento aunque necesario, resulta insuficiente para vivir, tan solo apacigua nuestro espíritu inquieto de exploradores y enriquece nuestro cerebro sagaz. Eso estamos haciendo al escribir este libro. ¡Buscamos hacerlo despiertos y sintiéndonos vivos! Entonces conocer (vivir) e investigar (aprender) ¡es la maravillosa vida misma!

      4. De ahora en adelante así aparecerá escrito este vocablo, sepa el lector que no se trata de un error de tipeo, (adjudicable siempre al pobre corrector editorial!!) sino de una intención de sentido, con serios fines didácticos.

      5. Citado por: Arntz; W. Chasse, B; Vicente, M. (2006) Op. Cit.

      6. Citado por Morin, Op. Cit (2000: 207)

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      He pasado muchos años reflexionando en los notables avances de la ciencia. En el corto período de mi vida, el impacto de la ciencia y la tecnología en la humanidad ha sido tremendo. Aunque mi interés en la ciencia nació de la curiosidad por un mundo extraño para mí en aquel tiempo, un mundo gobernado por la tecnología, no tardé mucho en comprender el colosal significado de la ciencia para la humanidad…

      Dalai Lama

      Vaya mi más profundo reconocimiento a Thomas Alva Edison (1880), ya que gracias a su primera lámpara incandescente con un filamento de algodón carbonizado, que derivó en la energía eléctrica, es que hoy puedo tener encendida mi computadora -Acer, Aspire one-. Es inevitable continuar mi agradecimiento a Apple II, quien diseñara la primer computadora personal en 1977 ¡y ni que decir mi gratitud hacia William Hart!, considerado “padre del gas natural”, que allá por el 1800 excavó el primer pozo norteamericano de gas. Posteriormente, luego de la “evolutiva” segunda guerra mundial, el desarrollo tecnológico de redes de gasoductos permitió, que yo acompañe esta entretenida escritura con ricos mates, calentando ágilmente el agua corriente y potabilizada de nuestro precioso río Paraná, en una cocina anafe muy cerquita de mi computadora. Reconozco que si hubiera tenido que ir a buscar agua (aunque estoy cerca del río) y juntar leña previamente para este proceso, restaría buen tiempo a esta tarea intelectual de escritura. Ni hablar si estuviera escribiendo en papiros o peor aún sobre la roca y ¡con cuñas! Disculpe el lector si ha sido abrumador el párrafo anterior, ¡esto es el desarrollo!, un maravilloso y a veces desmedido despliegue del UNIverso, que en la modernidad, a fuerza de guerras, se fue tecnificando hasta su más alta robotización, y esto Señores, debemos reconocer que es ¡gracias al positivismo!

      No crea el lector, que mi agradecimiento aunque con humor, no es serio y sincero. También así la peyorativa alusión evolutiva a las guerras, no deja tener un gran viso de razón. Recordemos que las ciencias de la información, en especial el desarrollo de la cibernética, son producto de las necesidades que plantea la Segunda Guerra Mundial y también la llamada Guerra Fría. Y ya que estamos de agradecimientos, es justo desde una visión de género también reconocer, que las dos guerras mundiales del siglo pasado permitieron grandes avances no sólo a nivel tecnológico, sino también a nivel sociológico, como lo fue la creciente aparición de la mujer en la vida social y laboral, cuando a causa de las guerras, el género femenino tomó el volante de las máquinas.

      Por todo esto, agradecemos a este gran movimiento filosófico, los conceptos y métodos que aportó para desarrollar una ciencia que generó un impensado desarrollo científico-tecnológico. Estos desarrollos que vinieron de la mano de nociones tales como: observación, clasificación, descripción, causalidad, explicación, mirada analítica y profunda a partir de instrumentos y técnicas que nos permitieron indagar el mundo desde un proceso hipotético- deductivo.

      El positivismo exploró, organizó y ordenó el mundo externo físico-natural y también el escurridizo mundo social. Su obra fue grande, se abocó al reconocimiento y catalogación de la realidad, haciendo del UNIverso extensas e intrincadas taxonomías que clasificaron: minerales, vegetales, animales, relieves, mares, climas, y hasta la conducta humana. Así creó, reinos, tipos, géneros, especies, categorías, subcategorías y metacategorías. Muchas de estas variedades encasilladas en dos grandes clases: lo normal y lo anormal.

      Esta mirada condujo a concebir


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