Defienda su matrimonio. Tim Muelhoff
que desarrollemos una firme creencia en el reino espiritual. Esto incluye no solo creer que el diablo existe, sino que está personificado en Satanás. Cada escritor del Nuevo Testamento hizo referencia a Satanás, y Jesús lo mencionó específicamente veinticinco veces.11 Sin embargo, ¿quién es este misterioso personaje?
El nombre Satanás proviene de una palabra hebrea que significa adversario.12 Por lo tanto, Satanás esencialmente se opone a Dios y a sus planes. Sin embargo, ¿cómo un ser angelical descripto como “lleno de sabiduría y acabado en hermosura” (Ez 28:12) se convirtió en el adversario de Dios? ¿Qué lo condujo a tal rebelión? Dos autores del Antiguo Testamento nos dejan entrever qué fue lo que puso a Satanás en ese camino traicionero.
Los profetas del Antiguo Testamento Ezequiel e Isaías nos otorgaron información clave acerca de esta rebelión cósmica cuando primero criticaron a un líder humano que se corrompió y luego continuaron con la descripción de Satanás.13 Al comentar sobre el gobernador de Tiro, Ezequiel lo condenó por su gran orgullo cuando proclamó que era poderoso, rico y habilidoso, lo que lo condujo a auto considerarse “un dios” (Ez 28:2). ¿Qué podría haber provocado que un hombre fuera tan arrogante? Ezequiel nos brinda una respuesta cuando cambia el enfoque del gobernador de Tiro hacia el verdadero rey de Tiro, que encendió el orgullo de este líder humano, Satanás. Luego, el profeta dejó de considerar al rey humano y pasó a describir un poder angelical. Las cualidades utilizadas para describir a esta influencia cósmica no podrían pertenecer a un líder mortal. Vemos que, en el principio, este ser fue ungido como un querubín (un ángel destacado), lleno de sabiduría, acabado en hermosura, irreprensible y un modelo de perfección (Ez 28:11-15). ¿Cómo una criatura tan maravillosa cayó en desgracia? Dios afirma a través de Ezequiel:
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. (v.17)
El profeta Isaías utiliza la misma progresión al enfocarse primero en la caída del rey humano de Babilonia y luego pasar a la misma caída de un ser angelical al que se conoce como “el lucero de la mañana” (Is 14:12). Rápidamente podemos ver que la misma arrogancia que derribó al rey de Babilonia, también fue la perdición de Satanás.
Tú que decías en tu corazón: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono.” (v.13)
Lo que más caracteriza al pecado de Satanás son sus osadas afirmaciones en futuro, lo que ocurre cinco veces en dos versículos.14
De estos dos profetas podemos determinar lo siguiente con respecto a Satanás. Primero, Satanás demuestra fuertes señales de personalidad, tales como inteligencia, celos y ambición. Segundo, como querubín, un ángel que tiene un acceso exclusivo al trono de Dios, Satanás se encontraba continuamente en la presencia de un Dios perfecto, digno de eterna adoración y admiración. Con el tiempo, la admiración se convirtió en una envidia abrasadora: ¿Por qué yo no me puedo sentar en el trono? ¿Por qué yo no puedo recibir adoración? ¿Por qué todo esto no puede ser mío? Al haber pasado tanto tiempo en la presencia de Dios, Satanás debe haber sido perseguido por dos realidades: esto nunca podrá ser mío y cualquier intento por poseerlo producirá resultados desastrosos. Sin embargo, no restringió su insaciable deseo.
J.R.R. Tolkien, en sus clásicos libros de fantasía El hobbit y El señor de los anillos, nos ofrece una mirada creativa de hacia dónde nos puede conducir un deseo descontrolado. A los lectores se les presenta un personaje desagradable, Gollum, cuya vida ha sido destruida por su firme deseo de poseer el Anillo Único. Aunque en apariencia parece un anillo de oro ordinario, este anillo en particular otorga poderes mágicos tan poderosos que logran someter reinos enteros. Sin embargo, aquel que controle el poder del anillo cae en la trampa de su hechizo. Los magos son sabios y alertan a los habitantes de la Tierra Media que se alejen de su poder seductor. Gollum ignora este consejo, y dedica patéticamente toda su vida intentando obtener el anillo, al cual cariñosamente llamaba “mi precioso.” Gollum no ignora el alto costo que implica obtener el anillo. Cada año que transcurre y que posee el anillo, pasa de ser un inocente hobbit a una criatura deformada y enferma, controlada por la obsesión de conservar el anillo. Aunque poseer el anillo lo esté matando, no puede detener su trágica búsqueda. Finalmente, su condena final se sella cuando arriesga todo para asegurar el anillo. Del mismo modo, Satanás sabe que no puede usurpar a Dios y poseer su trono, pero renuncia a su privilegio y posición celestial para alimentar su equivocada obsesión, lo que provoca un juicio severo.
El hecho de que Satanás haya sido una vez uno de los querubines (plural de querubín) hizo que su traición fuese más trágica. La tarea de los querubines era proclamar y proteger la gloria y la santidad de Dios y se los describe como el carruaje personal de Dios (Sal 18:10). Tenían cuatro alas y brillaban como bronce pulido. Irónicamente, luego de que Satanás engañara a Adán y a Eva para que pecaran, hubo querubines que protegieron la puerta del Jardín del Edén para evitar que los humanos pecadores (y quizás Satanás) regresaran a comer del árbol de la vida. Muchos escritores judíos creían que, si los humanos comían del árbol, eso los mantendría en un estado constante de pecado. Por lo tanto, en un acto de misericordia, Dios ubicó a los querubines (armados con espadas de fuego) para mantener alejados a los humanos (Gn 3:24).
EL JUICIO A SATANÁS
En un lenguaje sincero, las Escrituras nos hablan de la contundencia del juicio de Dios. Satanás no solo fue despojado de su posición, sino que fue expulsado del cielo (Is 14:12; Ez 28:18). ¿A dónde fue? La respuesta tiene profundas consecuencias, no solamente para los humanos en general, sino también para su matrimonio en particular. Satanás fue desterrado a nuestro planeta. Sin embargo, no se fue sin dar pelea.
Las Escrituras nos presentan esta lucha cósmica con estas estremecedoras palabras: “Después hubo una gran batalla en el cielo” (Ap 12:7). A través de poderosas metáforas, Juan describe una batalla cósmica en la cual un enorme dragón rojo (Satanás), flanqueado por ángeles que se habían revelado, pelea contra el arcángel Miguel y sus ángeles. Si bien no sabemos cuánto tiempo duró esta batalla, Juan afirma que Satanás “no prevaleció” y el dragón y sus ángeles derrotados “no hallaron lugar en el cielo” (Ap 12:8) y fueron lanzados a la tierra (Ap 12:9). Estos ángeles marginados son lo que los escritores del Nuevo Testamento denominaron demonios. ¿Cuántos cayeron junto con Satanás? Juan sugiere que un tercio de los ángeles fueron arrastrados en este golpe maestro fallido (Ap 12:4). Sin embargo, no a todos se les permitió acompañar a Satanás. En un intento por protegernos, Dios confinó a algunos ángeles, o demonios, directamente al infierno (2 P 2:4). Estos demonios en cuarentena eran “aparentemente demasiado depravados y dañinos como para permitirles vagar por la tierra.”15 ¿Qué sabemos acerca de los demonios con libertad para causar estragos en la tierra?
DESENMASCARAR DEMONIOS
Si bien generalmente consideramos a los demonios como seres todopoderosos que se complacen en aterrorizarnos, las Escrituras limitan de forma clara lo que pueden hacer. Primero, los demonios pueden estar en un solo lugar a la vez. En los evangelios, Jesús se encontró con dos hombres que estaban atormentados por demonios (Mt 8:28-34). Cuando Jesús expulsó a los demonios que tenían los hombres, los demonios se refugiaron inmediatamente en un rebaño de cerdos. Como podemos ver, no podían estar en los hombres y en los cerdos al mismo tiempo. Segundo, los demonios sobresalen observándonos, pero no pueden leer nuestras mentes. Luego de veintiséis años de matrimonio, solamente parece que mi esposa puede leer mi mente. Luego de años de observar mis hábitos, misteriosamente ella puede predecir lo que voy a hacer o lo que estoy pensando. Lo mismo ocurre con los demonios que nos estudian intencionadamente. Luego de estudiarnos cuidadosa y constantemente, adquieren una profunda comprensión de nuestros hábitos y tendencias. Pero, ¿es posible que en realidad puedan saber lo que pensamos? No. Las Escrituras son claras en que el único ser omnisciente es Dios (Sal 139). Tercero, si bien los demonios son poderosos, tienen limitaciones.