Momentos estelares de la NFL. Victor Hasbani Kermanchahi

Momentos estelares de la NFL - Victor Hasbani Kermanchahi


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romperle las piernas, pero él, dotado de una inquebrantable confianza en sí mismo y un brazo extraordinariamente rápido, no tenía miedo a nada. Weeb Ewbank, su entrenador, sabía que tenía entre manos a un auténtico diamante.

      En la primera semana de la temporada 1969, la cuarta de Namath como profesional, los Jets se enfrentaron a los Chiefs. Los de verde y blanco ofrecieron una tarde para el recuerdo y ganaron gracias a tres espectaculares pases de Namath hacia Maynard, desafiando descaradamente a la secundaria de los Chiefs, una de las más respetadas de la liga. En la segunda semana, la ofensiva de los Jets destruyó a los Patriots. La irregularidad seguía siendo, sin embargo, el peor enemigo de Broadway Joe. Tras dos actuaciones inmejorables, los neoyorquinos volvieron a la tierra. En Buffalo, ante los Bills, uno de los equipos más flojos de la liga, ¡las casas de apuestas les concedían 19 puntos de ventaja! Pero Namath lanzó muy mal y provocó cinco intercepciones, dos de las cuales acabaron en touchdown. Durante aquel encuentro, el jugador de los Jets Gerry Philbin acabó hundido. El exjugador de la Universidad de Buffalo tenía la fecha señalada en su calendario ya que los Bills lo habían descartado en el draft de 1964. Fue este defensive tackle quien antes del arranque de la temporada regular convenció a sus compañeros de que eligieran a Namath como capitán para que, de este modo, empezara a mostrar más liderazgo y a calibrar mejor los riesgos que tomaba sobre el terreno de juego. Philbin estaba convencido de que si mejoraba en esos aspectos, Namath era el tipo de jugador que podría llevar al grupo a lo más alto. Pero todo quedó en el aire tras el nefasto domingo en Buffalo: la derrota agudizó aún más las dudas sobre la solidez de Joe Namath.

      La semana siguiente los Chargers de San Diego visitaban el Shea Stadium. Era el estreno del equipo en casa porque los Mets de béisbol habían ocupado el estadio durante las primeras tres jornadas. San Diego defendía una ventaja de 4 puntos en los últimos cinco minutos y Namath se encontraba en búsqueda del drive ganador. Los Jets se acercaron a la línea de touchdown, pero tras tres intentos no lograron derribar el muro visitante. Finalmente, en el cuarto intento Emerzon Boozer21 se lanzó como un obús sobre la defensa de los Chargers logrando el touchdown que les ponía por delante. Al conjunto californiano le quedaban poco menos de dos minutos. Se acercaron hasta las 30 yardas. No conformándose con la patada del empate, quisieron ir a por la victoria, pero la defensa neoyorquina se mostró inabordable y logró interceptar a los Chargers. Los Jets regresaban a la senda ganadora.

      El domingo siguiente, en Denver ante los Broncos, Joe volvió a las andadas lanzando cinco intercepciones, pero tuvo la posibilidad de redimirse, de nuevo gracias al gran trabajo defensivo. En la última jugada, sin embargo, su pase rumbo a la end zone se estrelló contra el travesaño de los palos, que entonces estaban en medio de la zona de touchdown, y el ovoide acabó volando en una extraña parábola hacia la grada. Esta segunda derrota desató un fuerte debate dentro del vestuario del cual el equipo salió fortalecido. La cuestión era lograr que Namath se quitase de encima la presión, fundamentalmente autoinfligida. Sus compañeros hicieron un intenso trabajo mental con su capitán. La lección era clara: no tenía que hacerlo todo él solo.

      En la sexta jornada, contra los Houston Oilers, se disputó otro partido muy reñido. Los Jets, que perdían por un punto, tenían la última posesión y Namath recuperó su mejor versión. Orquestó un impecable drive de 80 yardas que acabó con el acarreo ganador de Matt Snell. En la siguiente jugada los Jets provocaron un fumble que cerró definitivamente la contienda. La mejor defensa de la NFL continuó forzando turnovers y los Jets destruyeron a los malheridos Patriots la siguiente semana, a los Miami Dolphins en la semana ocho y finalmente se tomaron la revancha de la derrota en Buffalo arrasando a los Bills en Queens. Las cuatro victorias consecutivas después de caer en Denver tenían un denominador común: Namath no había superado las 200 yardas y no había lanzado un solo touchdown en aquellos encuentros. Esto es, supo sacrificar sus números personales por el bien del equipo. Al parecer no era tanto una cuestión de brazo, sino de cabeza.

      En la semana diez los Jets viajaron a Oakland para medirse a los Raiders, con quienes mantenían una enconada rivalidad. El año anterior el fornido defensa Ike Lassiter había roto la mejilla a Joe Namath, quien a pesar de todo continuó jugando para no darle una satisfacción a su marcador. En el último cuarto del partido, el muchacho de Beaver Falls se puso el esmoquin y pinceló un par de pases antológicos para su receptor favorito, Maynard: primero con una trayectoria de 47 yardas que dejó sin aliento al Coliseo de Oakland, y después completando la obra maestra de la noche con un lanzamiento que cubrió la mitad del campo y puso a los suyos con ventaja en el marcador. Lejos de arrodillarse, Oakland anotó un touchdown tras un memorable drive de 88 yardas, pero poco después Jim Turner, pateador de Nueva York, anotó tres puntos que pusieron a los Jets de nuevo arriba en el marcador a falta de 65 segundos. Eran las 7 de la tarde cuando la cadena NBC, en su emisión para el Este de Estados Unidos, cortó repentinamente la señal desde Oakland y lanzó en emisión la película Heidi. Sí, Heidi. A todos los aficionados de la Costa Este les fueron negados los últimos instantes del encuentro a cambio de ver a la pequeña Heidi correteando por bucólicos parajes alpinos.

      Hito absoluto en la historia de las disrupciones televisivas, desde que empezó Heidi los Jets se hundieron y acabaron perdiendo el accidentado duelo 43 a 32. Conviene recordar que en aquella época los partidos de la NFL solían durar entre dos y dos horas y media. La NBC había reservado para aquel épico duelo una franja de tres horas dentro de su parrilla, algo aparentemente más que suficiente. El exagerado número de touchdowns, lesiones, infracciones y una descomunal tangana contribuyó no solo a alimentar la tremenda rivalidad entre franquicias, sino que descarrilló completamente los planes de los directivos de la cadena.

      Pero ¿por qué razón saltó Heidi a la emisión en la Costa Este? ¿Qué pasó exactamente en la sala de control de la NBC? A falta de 10 minutos para las 7 de la tarde, los aficionados quemaron las líneas telefónicas del canal para saber si la NBC continuaría la retransmisión del partido postergando así el estreno de la película, muy publicitado por el canal. Tantas llamadas hubo que las líneas se saturaron y no permitieron la comunicación interna entre los empleados para que pasara la orden del director de seguir con la señal del partido. Para más inri, la tarde apocalíptica de la NBC no pudo ser reconducida porque en una de las escenas clave de la película, algún empleado plantó un rótulo durante unos segundos en la parte baja de la pantalla con el resultado del partido. David Brinkley, uno de los presentadores estrella de la cadena, salió a dar explicaciones a las 22:50 de la noche del domingo y añadió con sarcasmo que ya no había nadie que pudiera consolar a los aficionados de los Jets, intentando aligerar la locura del momento. Todo lo ocurrido durante aquella surrealista batalla, conocida desde entonces como «Heidi Game», fue resumida en la legendaria frase de Art Buchwald, humorista de The Washington Post: «Unos hombres que no se hubieran levantado de sus sofás ni siquiera por un terremoto, corrieron hacia el teléfono para escupir obscenidades a los directivos de la NBC».

      Sin embargo, Heidi representó cualquier cosa menos una maldición para los de Nueva York. Los Jets acabaron la temporada regular con triunfos en sus últimos cuatro encuentros y se plantaron en la final de la AFL, donde esperaba el ganador del desempate entre Chiefs y Raiders, que se acabaron llevando los de Oakland gracias a nada menos que cinco touchdowns del quarterback Daryle Lamonica. ¡De nuevo Jets-Raiders! El morbo estaba servido.

      El partido de Campeonato se jugó en el césped congelado del Shea Stadium, azotado por un viento impetuoso. Los Jets querían borrar el Heidi Game y clasificarse para la Super Bowl. Los Raiders maniataron a un Namath que, jugando con una lesión horrenda en el dedo, demostró nuevamente su resiliencia. Los Raiders iban ganando 23 a 20 a falta de ocho minutos, pero lejos de hundirse, Joe Namath volvió a confiar en sí mismo y en Maynard. En el siguiente drive Namath dibujó un pase que desafió y derrotó al viento y Maynard logró una memorable recepción, la mejor de su carrera, en sus propias palabras. Según Dave Anderson de The New York Times, Namath preparó el pase como un lanzador de jabalina y movió hacia delante el brazo con un poderío y una puntería imponderables. Tras la proeza los Jets se encontraban en la yarda 8 del terreno de los Raiders y Namath hizo gala de una desconocida madurez. En una acción no diseñada en origen para Maynard, se mantuvo paciente cuando los Raiders le cerraron las líneas de pase y, de repente, volvió a conectar con su receptor fetiche, que engañó con gran


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