Atada al silencio. Charo Vela
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ATADA AL SILENCIO
CHARO VELA
ATADA AL SILENCIO
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2019
ATADA AL SILENCIO
© Charo Vela
© de la imagen de cubiertas: Artesanías Torres
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2019.
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ISBN: 978-84-17334-98-7
Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
CHARO VELA
ATADA AL SILENCIO
Índice de contenido
Capítulo 2 Sevilla, cuarenta años antes
Capítulo 5 Vacaciones en la playa
Capítulo 6 Cara a cara con la realidad
Capítulo 7 La novicia del convento
Capítulo 9 La vida en Zaragoza
Capítulo 12 Rocío abre su corazón
Capítulo 13 Van pasando los años
Capítulo 15 La confesión de José
Capítulo 17 Córdoba guarda un secreto (1996)
Capítulo 18 Empieza una nueva vida
Dedicado a mi padre, mi «Manolito», por su cariño y apoyo siempre incondicional.
Sé que ahora me guía desde el cielo.
Capítulo 1
Córdoba - 2003
Lucía, sentada en su sillón uniplaza de cuero marrón, leía una novela de suspense mientras observaba a su nieta Alejandra hacer los deberes. Ingenua, no sospechaba el duro trago por el que tendría que pasar, debido a la dolorosa petición que pronto le harían. Sin lugar a duda, esa solicitud hará temblar los cimientos de unos sentimientos, muy bien guardados bajo llave en su corazón, y que ella pensaba llevarse a la tumba. Seguramente, no podrá negarse a dicha súplica, aunque sea lo último que desease hacer en su vida.
Como cada tarde, Alejandra se sentaba al calor de la chimenea del salón, al lado de su abuela Lucía. «¡Qué frío hace fuera! Claro, estamos ya en diciembre. ¡Cómo pasa el tiempo!», pensó Lucía, mientras miraba con cariño a su nieta.
Los padres de Alejandra son doctores y, cuando tienen turno de tarde, la yaya Lucía cuida de ella. Le ayuda con los deberes o la acompaña a las clases de baile. Lucía vive con ellos desde hace cinco años. Están bien económicamente, tienen una vida llena de comodidades y bienestar, no se pueden quejar. Cierto es, que los padres trabajan muchas horas en el hospital para que no les falte nada.
Lucía adora a su nieta, es la alegría de sus días. Alejandra, después de terminar los deberes, coge el bocadillo de jamón y el zumo de piña que su abuela le ha preparado. Se sienta junto a ella, al calor de la lumbre, y se dispone a merendar. Mientras, la yaya toma un té de frutas. Pasan el resto de la tarde inventando cuentos y relatos. Les encanta y, así, están entretenidas hasta que, ya de noche, llegan sus padres del trabajo.
Lucía le cuenta mil leyendas a su nieta. Juntas inventan fábulas con las