El misterio de reinventarse. Vicente de los Ríos Medina
haber quedado obsoleto o ya no es aplicable a otra empresa o sector.
Por otra parte, pienso que somos una generación muy afortunada. Vivimos en la época de la humanidad donde más acceso se tiene a la educación, a la alimentación, a la información… La mayor parte del mundo desarrollado no hemos vivido directamente una guerra, como desgraciadamente ocurrió al menos en España y en gran parte de Europa con nuestros abuelos o bisabuelos. Deberíamos encontrar un nuevo término para el concepto “tener hambre” en el mundo desarrollado, porque desde luego no debería utilizarse la misma expresión que se utiliza para el hambre en el tercer mundo… Os recomiendo que leáis el libro Factfulness[1] de Hans Rosling o veáis su video para la BBC[2] (todo un ejemplo de aplicación del multimedia a la educación). En ellos, este médico sueco, recientemente fallecido, explica cómo vivimos en la época de la historia en la que la población mundial tiene acceso a condiciones de vida mucho mejores que las que disfrutaron nuestros antepasados, a pesar de que aún haya millones de personas en el mundo que siguen teniendo acceso limitado a la comida, el agua, la electricidad o la sanidad.
Si cada uno de nosotros recordamos la vida de nuestros propios antepasados, seremos conscientes de que somos realmente afortunados y de que disponemos de un nivel de vida infinitamente mayor. Posiblemente es interesante recordar que en la vida de muchos de nuestros antepasados, destaca por encima de todo, una ejemplar actitud de lucha por salir adelante y una gran capacidad para la reinvención ante las vicisitudes de la vida.
En general, el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, y también, aunque en menor medida, de reinvención. Adaptarnos a lo que viene no siempre significa sacar lo mejor de nosotros ante una amenaza o una oportunidad, sino que significa tirar para adelante y hacer un hueco en nuestra vida a ese cambio en el entorno que nos afecta. El ejemplo de la rana introducida en un recipiente con agua que se va calentando poco a poco, hasta que muere adaptada al nuevo entorno, es un ejemplo muy gráfico sobre la capacidad de adaptación que tienen los seres vivos.
Por eso es bueno preguntarse: ¿por qué no aprovechar ese cambio para mejorar y reinventarse, en lugar de solo adaptarse y acostumbrarse?
Personalmente creo que la razón principal por la que las personas prefieren adaptarse a reinventarse es por los miedos: miedo a perder lo que se tiene (aunque esté menguando), miedo a no estar preparado o a no estar a la altura, miedo al qué dirán, miedo, miedo, miedo… Preferimos lo malo conocido a lo bueno por conocer.
Vivimos una vida muy diferente a la de nuestros padres: un entorno laboral donde cada vez será más frecuente cambiar de empresa, donde también será más común cambiar de residencia por motivos laborales, donde a pesar de que muchas empresas utilizan la edad de los empleados como medida “objetiva” a la hora de ejecutar sus expedientes de regulación de empleo, será necesario que prolonguemos nuestra vida laboral más allá de los 70 años para poder optar a esa jubilación que cada día garantizará ingresar menos tras dejar de trabajar. Por otro lado, los cambios de hábitos de alimentación, salud y deporte están incrementando la esperanza de vida de las personas y sobre todo la calidad de esta. En este entorno, es un auténtico despropósito intentar mantenerse realizando la misma actividad más de 50 años, sin aprovechar los nuevos desarrollos y tecnologías que proliferan en nuestro entorno y que nos pueden permitir enriquecer nuestra experiencia vital.
Desgraciadamente, una gran parte de las reinvenciones son reactivas, y en la mayor parte de los casos, el no haber cultivado previamente algunas de las capacidades necesarias para llevar a cabo esa reinvención, supone una de las principales causas de fracaso en los procesos de cambio. Podemos decir que esa es una de las claves del proceso de reinvención: lo que hemos hecho antes para podernos reinventar.
Pero de eso, hablaremos un poco más adelante. Ahora toca hablar de qué futuro laboral nos espera. En el siguiente capítulo vamos a profundizar en el cambio que se está dando en el mundo laboral con el fin de entender un poco más a qué nos vamos a enfrentar en el futuro.
Puedes ver todos los recursos de este libro en:
www.elmisteriodereinventarse.com
[1] Factfulness: Ten Reasons We’re Wrong about the World--And Why Things Are Better Than You Think – Hans Rosling con la colaboración de Ana y Ola Rosling - St Martin’s Press 2018.
[2] https://youtu.be/jbkSRLYSojo - Hans Rosling - “Hans Rosling’s 200 Countries, 200 Years, 4 Minutes - The Joy of Stats - BBC Four“ noviembre 2016.
Capítulo 2
El nuevo entorno laboral
“Mi padre siempre me decía: encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida”.
Jim Fox , actor británico
A lo largo de la historia, la tecnología ha sido clave en el desarrollo del entorno laboral de las personas. Los grandes cambios en los hábitos de vida y de trabajo han venido siempre provocados por inventos que han modificado de manera sustancial la capacidad del ser humano de alimentarse, de producir bienes o de desplazarse.
El descubrimiento del fuego, el uso de la piedra para producir utensilios y herramientas, el uso del riego, la invención de la rueda y tantos otros revolucionaron en su tiempo la vida agrícola del ser humano, permitiendo su evolución y garantizando y mejorando la supervivencia.
Con la creación de la imprenta por Gutenberg, se transformaron radicalmente los procesos de aprendizaje y de comunicación, aumentando de manera exponencial el número de personas que podían acceder a la formación.
La primera revolución industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, que cambió la economía, la sociedad y la tecnología, supuso la mayor transformación en la vida de las personas desde el Neolítico. Con ello, la sociedad pasó de estar centrada en la agricultura y en el comercio, a transformarse en una sociedad urbana, industrializada y mecanizada.
La revolución industrial también produjo un cambio de modelo en el entorno laboral: del trabajo manual y del uso de la tracción animal, se pasó a un modelo en el que se empezaron a utilizar las máquinas para la producción industrial y para el desplazamiento de personas y mercancías. La invención de la máquina de vapor por James Watt fue el gran hito que generó esta revolución, ya que permitió un enorme incremento de la capacidad de producción en las industrias en las que se introdujo. El desarrollo del barco de vapor y de los ferrocarriles, junto a la creación del motor de combustión interna y la energía eléctrica, fueron el segundo impulso tecnológico en esta primera revolución industrial.
En paralelo con los cambios en la tecnología, el ser humano tuvo que modificar sus hábitos de organización del trabajo y de la vida personal, lo que desplazó a muchas personas de un ámbito rural y agrario a uno urbano e industrial. Nacieron colectivos como el proletariado, formado por los trabajadores industriales y los campesinos, y por otro lado la burguesía, dueña de los medios de producción y poseedora de gran parte de la renta y el capital. Esta división de la sociedad por motivos laborales y económicos generó grandes cambios sociales, muchos de los cuales perduran en nuestros días. Sería bueno que tomemos como referencia algunas de las soluciones que se aplicaron en esa época para afrontar algunos de los retos a los que nos vamos a enfrentar en los próximos años por los cambios tecnológicos actuales.
Si importantes fueron los cambios que introdujo la primera revolución industrial en la sociedad y en la economía, no fueron menores los que generó la segunda. Iniciada en la segunda mitad del siglo XIX, se prolonga hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, e introduce muchas mejoras tecnológicas respecto a la primera revolución industrial: la utilización de nuevos materiales (el acero, el zinc, el aluminio, el níquel entre otros…), el desarrollo de productos químicos (la sosa, los colorantes, los