Saberes, impericias y trayecto abierto. Francisco Javier Reyes Ruiz
Sociales y Ecológicos. Además, la recolección y el procesamiento de los datos generados por la entrevistas estuvieron a cargo de Jessica Félix y la elaboración del informe final contó con la colaboración de Ricardo Ramírez, Mariana Reyes y la propia Jessica Félix. El apoyo para la búsqueda de la información en la red corrió a cargo de Irene Alcalá. La iniciativa original y parte del apoyo metodológico y de revisión del contenido fue de Leonardo Meza y del equipo a su cargo en el Cecadesu de la Semarnat.
1 En México, desde mediados de la década pasada se optó por el nombre educación ambiental para la sustentabilidad (EAS), término que se usará a lo largo del presente texto, sin negar que este asunto sigue siendo motivo de debate.
2 Este documento se usará el término sustentable en lugar de sostenible por ser el de más frecuente empleo en México. Hay que apuntar que más allá del término, el significado genera controversia, pues las posturas sobre la sustentabilidad son plurales, lo cual también se reflejó entre los participantes en la elaboración del presente documento. Por otro lado, no es este el espacio para abordar el debate sobre si la sustentabilidad es un enfoque, una dimensión, una perspectiva, una noción o una teoría, por lo que al mencionar el término se usa sólo como un referente general.
3 Para dar más fluidez a la lectura, en el cuerpo del documento se empleará el término educadores ambientales haciendo referencias a los hombres y mujeres que participan en este campo de conocimiento y acción.
4 La estructura inicial del documento fue sufriendo modificaciones, dado que lo aportado en las entrevistas incluyó puntos no contemplados, o bien las respuestas no daban suficiente información relevante en algunos rubros, por lo que se decidió eliminarlos. Asimismo, no se consideró conveniente que todos los capítulos tuvieran la misma estructura, dado que su contenido es muy disímil y buscar uniformarlos obligaba a forzar demasiado los contenidos de algunos de ellos.
CAPÍTULO 1
La educación ambiental para la sustentabilidad en documentos programáticos
El cada vez más visible deterioro ecológico tanto a nivel global como local, por un lado, y por otro el terreno conquistado por la educación ambiental en sus primeras décadas, propició que esta disciplina ganara peso en el ámbito institucional y político. Esto implicaba, entre otras, dos propuestas o demandas centrales: incorporar explícitamente la educación ambiental a los documentos programáticos y rectores de las instituciones, especialmente las dedicadas a la educación y al medio ambiente; y abrir instancias con la responsabilidad manifiesta de impulsar iniciativas educativo-ambientales. El Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible impulsado por la Unesco puso énfasis en ambas propuestas. ¿Cuál es el balance en los últimos tres lustros?
Incorporación de la EAS en planes, programas y proyectos de gobierno
El propósito de hacer crecer y consolidar el campo de la educación ambiental para la sustentabilidad ha tenido como uno de sus criterios el que esté explícitamente referida en los planes, programas y proyectos de los tres ámbitos de gobierno: federal, estatal y municipal. De hecho, este es uno de los primeros asuntos que el Plan de Acción Internacional del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible sugirió sopesar para evaluar los avances nacionales, dado que la referida incorporación a los documentos programáticos y rectores muestra si la EAS es prioritaria o no para los gobiernos. En este apartado se abordan algunos resultados y pendientes que hay en este asunto, al menos en la percepción que de ello tienen los educadores ambientales entrevistados para la elaboración del presente trabajo.
Partiendo del principio de que la planeación es un ejercicio administrativo, político y técnico que, al practicarse en todos los ámbitos de gobierno y al interior de todas sus áreas, refleja las prioridades en las políticas de Estado, puede afirmarse que la incorporación de la EAS a documentos programáticos gubernamentales se convierte en un criterio para medir la extensión y profundidad alcanzada en este tema. Es decir, el contenido de esta clase de documentos es considerado un termómetro sobre el grado de avance y compromiso que se tiene para ubicar como una prioridad a la EAS en el país.
En este sentido, en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) del periodo 2007-2012 se hizo mención explícita a la educación ambiental para la sustentabilidad, e incluso pueden encontrarse elementos que plantean la necesaria continuidad de los procesos, aunque lamentablemente siguió predominando lo declarativo sobre la aplicación de lo planteado, además sin que se capitalizara que la Estrategia de Educación Ambiental para la Sustentabilidad en México y los planes estatales de EAS prácticamente estuvieron listos al empezar dicha administración federal. En contraste con tal presencia de la EAS en el PND, en el programa sectorial de educación para ese periodo prácticamente no aparece mención alguna a esta, a pesar de que coincide mucho con los años de duración del DEDS. Sin embargo, en las líneas más importantes del Programa Nacional de Medio Ambiente, aparecieron referencias a procesos educativos que deberían apoyar al “desarrollo humano sustentable” y la atención prioritaria al cambio climático y a la planificación municipal como ejes importantes.
En el PND 2013-2018 se explicitaba la intención de continuar con la incorporación de la EAS en el Sistema Educativo Nacional y se hacía referencia a la necesidad de crear una cultura ambiental impulsada por los organismos desconcentrados, tales como la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC); así como el propósito de transversalizar el tema ambiental en todas las instancias del gobierno federal, y de elaborar en cada área un sistema de indicadores de cumplimiento. Sin embargo, la EAS no tuvo la cabida esperada en el apartado ambiental del citado plan, pues apareció exclusivamente en la propuesta de acciones de capacitación para formar inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
Sin embargo, en el periodo del Decenio se percibió un aumento en la inclusión de la EAS en el sector público, ya que en los tres ámbitos de gobierno se crearon direcciones, departamentos y áreas específicas enfocadas al ejercicio de la misma o a alguna ya existente le asignaron la tarea de atenderla, aunque las entidades federativas que así lo hicieron le dieron un nombre distinto a dichas instancias.
Tomando en cuenta lo anterior, puede decirse que la evolución de la educación ambiental se ha caracterizado por un cúmulo de iniciativas diversas, con altibajos, pero que en su conjunto revelan la intención de integrarse en un sistema institucional que favorezca la construcción de la sustentabilidad. El esfuerzo no ha sido irrelevante, si se considera que esto ha implicado aspectos complejos como la creación de instancias gubernamentales, la formulación de documentos rectores, la gestión de recursos y el desarrollo de programas que procuran, desde una posición educativa, enriquecer las acciones ambientales de los planes de los gobiernos.
Los documentos institucionales propios de la EAS
La educación ambiental para la sustentabilidad es desde hace alrededor de cuatro décadas uno de los instrumentos de la política ambiental del país, y al comienzo del Decenio (2005) ya se encontraba incorporada, aunque de manera heterogénea, en documentos programáticos de los distintos niveles de gobierno, particularmente en el federal y en los estados. La recomendación del referido Plan de Acción de la ONU vino entonces a enfatizar una tendencia que se venía presentando en México, aunque no en el nivel deseable. Es decir, si bien la EAS ha sido incorporada en los documentos rectores de la política ambiental del país, como se verá a continuación, está lejos todavía de convertirse en una propuesta madura y duradera en los distintos planes gubernamentales de desarrollo, pues predomina un carácter discursivo y se han desaprovechado oportunidades para constituirla en una política pública, lo cual se ve reflejado en insuficientes niveles de