Del modo de investigación al modo de exposición: Metodología en tesis de ciencias sociales. Karina Ansolabehere
consonancia con el tema de investigación abordado por Bourdieu y sus colaboradores —la miseria de Francia— discutiremos enseguida, en un estudio sobre la eficacia de las políticas de disminución de la pobreza en México, el problema de la relación entre el modo de investigación y el modo de exposición. La finalidad es develar que, aun cuando la perspectiva epistémica recorte de diferente manera un mismo objeto de investigación y requiera de distintas técnicas de recolección y análisis de la información, el esfuerzo expositivo del investigador siempre implica la construcción de una estructura narrativa coherente que explique y haga comprensible al lector la realidad social investigada.
Acerca de investigar y exponer: gasto social y pobreza
En esta sección se presenta la reconstrucción de un estudio sobre los vínculos entre el gasto social y la pobreza en México, con el fin de transparentar la relación entre investigar y exponer en un caso concreto. En otras palabras, se trata de colocar en primer plano las particularidades y relaciones entre el oficio de investigar con el servicio de explicar y comprender y el arte de exponer, de acuerdo con la distinción de Bourdieu.
El origen del problema de investigación y motivación al lector
Con frecuencia en distintos medios aparecen afirmaciones señalando que el esfuerzo del país por abatir la pobreza monetaria no guarda relación con los resultados. Se argumenta que buena parte del presupuesto se dedica a financiar el gasto social y que, a pesar de ello, las tasas de pobreza se mantienen elevadas. Sirvan de muestra las citas de los párrafos que siguen.
“Llama la atención que la pobreza se haya incrementado desde 2006, ya que se han destinado crecientes recursos para su combate, e incluso desde 2008 se aprobó una política contracíclica que evitara impactos negativos derivados de la crisis de 2009” (Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, en <http://www.cefp.gob.mx/publicaciones/nota/2011/septiembre/notacefp0362011.pdf>, consulta 8 de abril de 2014).
Los periódicos suelen dar cuenta de declaraciones de diputados que sostienen que “por más presupuesto que asigne la Cámara de Diputados a los programas sociales no se podrá disminuir esa brecha social”, “aun con el incremento del presupuesto a programas sociales durante los últimos 10 años no se ha obtenido el resultado esperado”, “se han destinado miles de millones de recursos federales a este propósito y el resultado ha sido nulo” (“Pobreza y gasto público Crisis 2009, y algo más realidad vs. Discurso”, en <http://www.jornada.unam.mx/2011/09/08/opinion/032o1eco>, consultado el 17 de abril de 2014).
Por su parte, el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la unam sostuvo que “En el tiempo antes citado (desde hace 40 años), se ha dado un aumento al presupuesto del combate a la pobreza en más del 100% y hay más pobres que nunca” (Julián Sánchez, en <http://www.eluniversal.com.mx/finanzas-cartera/2013/impreso/gasto-social-no-mitiga-la-pobreza-en-mexico-cam-103878.html>, consulta del 17 de abril de 2014).
Además, con base en la ausencia de relación entre gasto social y pobreza, hay quienes concluyen que los programas sociales son ineficaces; es decir, que no cumplen su propósito de paliar la pobreza: “Los programas sociales destinados a combatir la pobreza no funcionan y deben ser revisados”, o bien que “se deben revisar y auditar los programas sociales” (en <http://eleconomista.com.mx/sociedad/2013/07/30/reformas-estructurales-ayudaran-abatir-pobreza-diputados>, consulta del 20 de abril de 2014).
En estos señalamientos se mezclan aseveraciones respecto al papel que juegan los programas en un punto y a lo largo del tiempo. En efecto, una cosa es medir el impacto instantáneo del gasto social que se ejerce a través de los programas que entregan apoyos monetarios, para lo cual habrá que responder a la pregunta ¿cuál habría sido la incidencia de la pobreza si esos programas sociales no existieran?, y otra muy distinta es saber con cuánto contribuye el gasto social a la disminución de la pobreza en un lapso de tiempo determinado.
Las investigaciones que han evaluado el efecto instantáneo sobre la pobreza por parte de las transferencias que entrega Oportunidades han concluido que: i) reducen marginalmente la proporción de pobres, aunque en algunos años las reducciones no son estadísticamente significativas; ii) el impacto es mayor en la pobreza alimentaria, la de capacidades y la de patrimonio, en ese orden, y iii) si bien los efectos de los apoyos de Oportunidades sobre la proporción de pobres —en el caso hipotético de que el Programa no existiera— es relativamente pequeño, dichos flujos sí disminuyen la brecha de la pobreza, hacen menos pobres a los pobres o, dicho de otra manera, con la ayuda de las transferencias los ingresos de los más pobres se acercan a la línea de pobreza (Cortés, Banegas y Solís, 2007; Banegas, 2011: 118-123).
Otros estudios han cuantificado el efecto que los cambios en el volumen de ingresos y su distribución han tenido sobre la pobreza. Los resultados han mostrado que en México, entre 1992 y 2012, con excepción del periodo 2000-2002, ha predominado el efecto ingreso (Cortés, Hernández, Hernández-Laos, Székely y Vera, 2002; Cortés, 2010: 80-86).
Si se toma en cuenta que las transferencias monetarias que entregan los programas sociales están contabilizadas en el ingreso de los hogares y que justamente las variaciones del ingreso son las que han jugado el papel principal en la determinación de los cambios en la pobreza a lo largo del tiempo, entonces surge la sospecha de que el gasto social quizá sí juegue un papel reductor en el caso de la pobreza a lo largo del tiempo.
El problema que se propuso resolver la investigación fue dilucidar el sustento empírico de que el gasto social no es efectivo para atenuar la pobreza y de que los programas sociales no son eficaces, a pesar de que se ha demostrado que Oportunidades —si bien es el programa insignia desde hace tres sexenios, no es el único que entrega apoyos a los hogares pobres— sí reduce la incidencia y la brecha de pobreza. La conclusión parece apresurada ya que resta por investigar el papel de las transferencias del gobierno vía programas sociales sobre las variaciones de la pobreza en el tiempo, tomando en cuenta que los apoyos gubernamentales a través de programas sociales están “ocultos”, ya que forman parte del ingreso corriente total de los hogares. Esta variable tiene, por otra parte, el papel dominante en la “explicación” del cambio en los niveles de la pobreza.
La investigación: la asimilación de la materia investigada
El análisis del efecto instantáneo de los programas sociales sobre la pobreza se puede abordar con relativa facilidad, ya que basta con repetir la aproximación estadística seguida en los estudios que habían respondido a la pregunta ¿cuál habría sido la incidencia de la pobreza si el programa no existiera? El camino de dichos estudios consistió en cuantificar el ingreso total de cada hogar menos el monto percibido por las transferencias del Programa Progresa/Oportunidades. En el caso que nos interesa, habrá que descontar los ingresos que los hogares percibieron por transferencias de todos los programas sociales registrados en las encuestas. Con dichos ingresos —con y sin transferencias— se calculan las proporciones de pobres. La diferencia entre ambas sería el efecto instantáneo del gasto social sobre la pobreza.[17]
La gráfica 1 muestra el resultado de aplicar el procedimiento descrito al ingreso de los hogares y proporciona una idea de la contribución de los programas sociales para amortiguar la pobreza alimentaria[18] entre los años 1992 y 2012.
Durante el periodo 1992-2012, la más pronunciada disminución en la pobreza alimentaria se observa en 2012 con una reducción de 3.6 puntos porcentuales. Esto representa una disminución del 15.5% en términos relativos. Sin embargo, entre los años 1992 y 2000, el efecto de los programas sociales fue muy pequeño: las reducciones