Escape hacia la utopía. Julián Schvindlerman
Fustigo a mi caballo veloz, sin desmontar jamás / Tan pronto parto, vuelvo la cabeza ausentado de ver el cielo un metro más arriba.
¡Montañas! como mares inquietos, palpitantes, con olas cual tropeles de caballos que encabritados corren al corazón de la batalla.
¡Montañas! Vuestros picachos no se mellan al horadar lo azul del firmamento / El cielo caería si vuestra fuerza no lo sostuviera.
La poesía traducida no es habitualmente justa con el compositor, ni demasiado placentera para el lector. Como dicen los italianos, tradurre è tradire (traducir es traicionar). Afortunadamente para los lectores de este libro, esta sección ha abordado –muy superficialmente– la poesía de Mao, y no la del emperador Qianlong, quien en el siglo XVIII compuso 42.000 poemas, reunidos en 454 tomos.
1. Mao pronunció esta frase por primera vez en 1946 durante una entrevista con la periodista norteamericana Anna Louise Strong. Volveremos a ella más adelante.
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