Venecia Responsable. Jordi Bastart Cassè

Venecia Responsable - Jordi Bastart Cassè


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y floreciente y luego, cuando derrotada cayó en un ambiente lleno de melancolía. Sus múltiples caras han seducido a muchos autores de todos los tiempos y si los palacios son símbolo de grandeza, los desconchones y las humedades reflejan el deterioro arquitectónico y humano.

      En los siglos XIII, XIV y XV, Dante Alighieri, Petrarca y Erasmo de Rotterdam ya habían incluido algunos aspectos de Venecia en sus relatos literarios. A finales del siglo XVI, William Shakespeare retrata en El mercader de Venecia la sociedad de la época y, al final, termina imponiendo la razón por encima del orgullo y el mercadeo. Otelo se inspira en un personaje que había vivido en campo de Santa Margherita.

      Los siglos XVIII y XIX son prolíficos en obras dedicadas a Venecia. En Historia de mi vida, de Giacomo Casanova, las comedias de Carlos Goldoni y las obras teatrales de Carlo Gozzi se retrata una ciudad distinta, de costumbres liberales y situaciones anecdóticas. Wolfgang Goethe, en su Viaje a Italia (1786-1788), comentaba que esta ciudad no podía compararse a ninguna otra. Lord Byron vivió un par de años en un palacete del Gran Canal; luego escribiría Las peregrinaciones de Childe Harold (1812-1818) y Los dos Foscari (1821). Francisco Martínez de la Rosa, en La conjuración de Venecia (1830), recreaba la ciudad del siglo XIV. Charles Dickens escribía Imágenes de Italia (1846) y se entusiasmaba con Venecia diciendo que esta ciudad «superaba la capacidad imaginativa del más fantástico soñador». Henry James, en Italian Hours (1872-1909), la consideraba como una atracción turística muy explotada; en cambio en Las piedras de Venecia (1849), de John Ruskin, este escritor inglés resaltaba su belleza arquitectónica.

      Durante el siglo XX diversos escritores siguen encontrando en Venecia un telón de fondo para sus obras. Thomas Mann, en su Muerte en Venecia (1912), convierte al joven Tadzio en una belleza inalcanzable de la que queda prendado el escritor Aschenbach. Jan Morris, escritora británica que nació varón, dedicó a Venecia uno de sus libros de viajes. Michael Dibdin en Laguna muerta (1994), Juan Manuel Prada en La tempestad (1997) y Donna Leon en Muerte en La Fenice (1992) y Acqua Alta (1996), sitúan sus historias novelescas en la ciudad de los canales.

      Venecia en el cine

      Venecia es una ciudad que está muy ligada al séptimo arte, ya sea porque sirve de decorado para muchas películas o por el Festival Internacional de Cinema de Venecia, que se celebra desde 1932 y en el que se entrega el codiciado León de Oro.

      En 1935 Mark Sandrich rueda su famosa comedia musical Top Hat (El sombrero de copa), con Fred Astaire y Ginger Rogers. Los años 1950 fueron testigos del nacimiento de películas como Una noche en Venecia, de Georg Wildhagen, y Ombra sul Canal Grande (Sombras sobre el Gran Canal), de Glauco Pellegrini. Pero el esplendor cinematográfico de la década se produce en 1954. Es el año de la primera de las dos obras maestras de Luchino Visconti, Senso, adaptación al cine de la novela de Camillo Boto, mientras que Renato Castellani rueda la historia de Romeo y Julieta, en la que los palacios de Venecia sustituyen a los de Verona (esta película le valió un León de Oro). En ese mismo año, el inglés David Lean une a las estrellas Rossano Brazzi y Katharine Hepburn en Vacaciones en Venecia y en 1959 Alberto Sordi interpreta a un gondolero en una comedia de Dino Risi titulada Venecia, la luna y tú, cuya canción del mismo título se hizo famosa en toda Italia.

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      Puente de Rialto.

      Los años 1970 y 1980 también fueron prolíficos en lo que a filmografía se refiere. Joseph Losey filma Eva (1962), protagonizada por Jeanne Moreau, Stanley Baker y Virna Lisi. En 1970 Enrico Maria Salerno rueda Anónimo veneciano, una conmovedora historia de amor cuyos protagonistas fueron Florida Bolkan y Tony Musante, con una banda sonora que se hizo muy famosa. En el mismo año, Luchino Visconti dirige Muerte en Venecia, su segunda obra maestra, inspirada en la famosa novela de Thomas Mann y ambientada principalmente en el Lido. En 1973, Amenaza en la sombra, de Nicolas Roeg, sitúa en Venecia la historia de una pareja que intenta superar la muerte de su hija restaurando una iglesia. En 1976 es Federico Fellini quien asalta la ciudad con su célebre Casanova y ese mismo año, Dino Risi decide situar aquí la acción de la película Almas perdidas, basada en la novela del escritor italiano Giovanni Arpino, con Vittorio Gassman y Catherine Deneuve como protagonistas. En 1979 Joseph Losey vuelve a los alrededores de Venecia para rodar en las villas paladinas una versión cinematográfica de la obra maestra de Mozart, Don Giovanni. Y como no podía ser menos, el agente 007 —esta vez protagonizado por Roger Moore—, también tenía que volar por los canales con el film Moonraker (1979).

      Antonioni rueda en 1982 Identificación de una mujer y ese mismo año se filma una serie para la televisión que tiene como protagonista a Marco Polo, que es encarnado por Ken Marshall. En 1986 la explosiva Laura Antonelli es la protagonista de La veneciana, de Mauro Bolognini, donde se recrea la ciudad del siglo XVI. Indiana Jones y la última cruzada (1988), interpretada por Harrison Ford, transforma la iglesia de San Barnaba en centro de su acción.

      La vida de Dora Carrington y Litton Strachey fue llevada al cine en 1995 por Christopher Hampton en Carrington, que utilizaba Venecia como telón de fondo. Woody Allen, en su serie de películas sobre ciudades, incluyó Venecia con el título Todos dicen I love you (1996). En Las alas de la paloma (1997), de Iain Softley, se urde un plan amoroso entre góndolas, palacios y canales. Pan y tulipanes (2000), de Silvio Soldoni, recrea una ciudad sin turistas, un hecho realmente insólito. El mercader de Venecia, de Michael Radford, inspirada en la novela de William Shakespeare, se estrena en 2004 en el Festival Internacional de Cinema de Venecia, con el enfrentamiento estelar entre Al Pacino y Jeremy Irons. Finalmente, La pequeña Venecia (2011), de Andrea Segre, profundiza en la relación entre dos personas de culturas alejadas (china y eslava) que se encuentran en la isla de Chioggia, situada en la laguna de Venecia.

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      Palacio Ducal.

      Historia

      En sus orígenes Venecia no era más que un conjunto de islas que emergían en un terreno pantanoso. Hasta aquí llegaron un grupo de refugiados del Véneto en el siglo IV huyendo de las invasiones de los pueblos germanos que procedían del norte de Europa. Puede parecer difícil que alguien escogiera este lugar tan incómodo e insalubre para vivir pero las gentes encontraron aquí un refugio seguro, siendo Torcello la primera isla que se pobló y donde se levantó el primer templo.

      De esta manera se fueron ocupando las distintas islas de la laguna y la fundación de Venecia como tal se sitúa el 25 de abril del 421, día de San Marcos. Pronto se empezaron a organizar los primeros ciudadanos, que en el año 697 elegirían al primer dux, Paoluccio Anafesto, de la que más tarde se convertiría en República de Venecia.

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      Memorial al holocausto en el barrio judío.

      En los más de mil años de vida, la república veneciana extendió su poder por buena parte del Mediterráneo oriental y el noreste de Italia. Cuando en el año 828 se produce el secuestro del cuerpo de San Marcos para entronizarlo como patrón de Venecia (véase Fiesta de San Marcos) el poder de esta república ya era manifiesto. Se basaba en dos conceptos: el almacenamiento de la sal para su intercambio con especies y tejidos traídos de Oriente y la protección de las rutas comerciales con una temible flota y con puertos fortificados en lugares estratégicos del Mediterráneo. Estas circunstancias venían remarcadas por el hecho de poseer un territorio continental muy pequeño, lo que hacía imprescindible desarrollar una gran flota para expandirse por el mar. A los venecianos precisamente se les atribuye el gran desarrollo de las técnicas de navegación y de construcción de embarcaciones con un Arsenale de donde salieron miles de barcos y en el que llegaron a trabajar más de 15.000 personas.

      Como hechos a señalar destacan la victoria, en el año 1381, en la batalla de Chioggia contra los genoveses, que confirmaría la supremacía veneciana en el Mediterráneo; la victoria sobre los turcos en la batalla de Lepanto en 1571 y la invasión napoleónica del año 1797, que pone fin a la República veneciana.

      En 1814, tras la derrota de Napoleón, Venecia y la región


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