Abriendo la caja negra. Leonardo Palacios Sánchez

Abriendo la caja negra - Leonardo Palacios Sánchez


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inadvertidas en su tiempo (23).

      Franz Joseph Gall (1758-1828) fue un médico alemán que desde su infancia mostró interés por la forma del cráneo de las personas y su posible relación con la actividad mental. Notó que compañeros con frente amplia y ojos saltones eran muy inteligentes, por lo que empezó a realizar medidas craneométricas en gran cantidad de personas y, desde 1792, a coleccionar cráneos humanos y de diferentes especies animales. A su vez, realizó estudios anatómicos en cerebros de seres humanos y de distintos animales, llegando a conocer muy bien la estructura de este órgano.

      Johann Spurzheim, quien fue su discípulo y compañero de trabajo durante diez años (1804-1813), acuñó el vocablo “frenología” e introdujo algunas modificaciones a lo expuesto por Gall (24).

      En Inglaterra el escocés George Combe (1788-1858), quien asistió a demostraciones realizadas por Spurzheim en Gran Bretaña, se convirtió en un gran difusor y promotor de esta ‘pseudociencia’1 en dicho país y luego en Estados Unidos, donde tuvo un gran éxito (24). Al tratarse de una pseudociencia, era difícil sostener sus principios y progresivamente fue cayendo en descrédito hasta su virtual desaparición (24).

      El tiempo terminaría demostrando que Flourens no estaba en lo cierto y que, probablemente, al llevar a cabo sus experimentos en animales con un sistema nervioso poco desarrollado, como el de las aves, las lesiones que infringía no ocasionaban cambios tan significativos como en animales con un mayor desarrollo del sistema nervioso (26). Debe resaltarse que Flourens hizo importantes aportes en relación con las funciones del sistema vestibular y su implicación en la génesis del vértigo (26).

      El 13 de septiembre de 1848, en la población de Cavendish (Vermont) en Estados Unidos, Phineas Gage, de 25 años edad, se desempeñaba como capataz de la línea de ferrocarril que se construía entre Rutland y Burlington. Un día fue víctima de un trágico accidente, en el que, mientras estaba trabajando con una larga barra de hierro colocando una carga explosiva, tuvo un descuido y olvidó ocluir el orificio con arena. Cuando introdujo la barra con mucha fuerza, se generó una explosión que hizo que esta se dirigiera hacia el rostro y cráneo de Gage. La barra ingresó por la mejilla izquierda y salió por la región frontal derecha de su cráneo, ocasionando varias fracturas abiertas de huesos de la cara y el cráneo. Víctima de tan fuerte explosión cayó al suelo, la barra, de 105 centímetros de largo, 3 de diámetro y 7 kilos, fue despedida 20 metros atrás de él, y sus compañeros de trabajo temían el peor desenlace para Phineas. No obstante, para sorpresa de todos, se incorporó, se limpió el polvo de la ropa y preguntó dónde se encontraba su barra de hierro.

      El Dr. Harlow envió una carta al Boston Medical and Surgical Journal, que fue publicada con el título “Injuries to the head” el 13 de diciembre de 1848. La publicación llamó la atención del profesor de cirugía de la Universidad de Harvard Henry J. Bigelow, quien invitó a Phineas Gage a Boston, donde permaneció varias semanas. La publicación de Bigelow se produjo en julio de 1850 en el American Journal of the Medical Sciences, llamando la atención de la comunidad científica (29).

      Después de 22 años del trágico accidente que cambió la vida de Gage para siempre, el neuropatólogo británico David Ferrier (1843-1928), quien, como veremos más adelante, jugó un papel definitivo como acérrimo defensor de la teoría localizacionista, llamó la atención sobre el caso para señalar que la corteza prefrontal no es un área silenciosa del cerebro (27).


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