Abriendo la caja negra. Leonardo Palacios Sánchez
cerebrales, es decir, los ventrículos (9).
Reviste especial interés mencionar que el tema no se circunscribía a una simple ubicación en los ventrículos, sino que se les atribuía funciones específicas. Nemesio, médico y obispo de Emesa en Siria, mezclando teoría galénica y cristianismo, señalaba, hacia el año 390 de nuestra era, que “el ventrículo anterior”, que vendría a corresponder a los cuernos frontales de los ventrículos laterales, percibía sensaciones de todos los sentidos, y era el responsable del sentido común y la imaginación. Lo anterior tal vez debido a su proximidad con órganos sensoriales, entre ellos los ojos, oídos, nariz y lengua, donde se percibe el gusto (9, 16).
El ventrículo medio, que vendría a corresponder al tercer ventrículo, tenía un papel muy importante dada su posición central: la razón y actividad mental y espiritual. Este recibía información del ventrículo anterior, que le permitía al cerebro hacer una estimación sobre su entorno para poder tomar decisiones con base en ella (8, 9, 16).
Finalmente, el ventrículo posterior era el responsable de la memoria. Se integraba la función de los tres ventrículos: el anterior, que percibía las condiciones del entorno gracias a su conexión con los órganos sensoriales; el medio, que tenía funciones cognitivas; y el posterior encargado de la memoria, que almacenaría la información recibida para su utilización posterior (8, 9, 16). La doctrina cavitaria fue también promulgada y apoyada por Agustín de Hipona (354-430), san Agustín (16).
La Edad Media fue avanzando y, pese a que todavía existían algunas restricciones, empezaron a llevarse a cabo disecciones anatómicas de seres humanos. Se trataba generalmente de cuerpos que habían pertenecido a criminales condenados a muerte y, aunque la mayoría de las veces se hacían en anfiteatros destinados para tal fin en las facultades de medicina, en otras se llevaban a cabo como un acto público que atraía gran cantidad de personas (8).
Sin embargo, de nuevo no se establecieron grandes cambios en el conocimiento del cuerpo humano, en gran parte por la enorme influencia de la doctrina galénica, que, como anotamos previamente, era absolutamente incontrovertible (8).
Uno de los anatomistas más célebres de la época fue Mondino de Luzzi (c. 1270-1326), anatomista y profesor de cirugía de la Universidad de Bolonia. Fue el primer anatomista que llevó a cabo una disección de un cuerpo humano en forma pública después de Herófilo y Erasístrato, y, posteriormente, dirigió muchas más durante su cátedra (17).
De Luzzi realizaba sus estudios anatómicos en forma sistemática y ordenada, y es el autor del primer texto médico sobre anatomía llamado Anathomia y publicado en 1316. Esta obra fue un tratado de anatomía galénica pura en el que describe en detalle el cuerpo humano, pero sin mayores novedades, ya que el profesor leía la doctrina galénica desde una silla elevada y lejos de sus alumnos (la cátedra) y la disección la hacía un prosector (básicamente un técnico, sin formación científica) que escuchaba la lectura del texto de Galeno por parte del médico y seguía sus instrucciones; así mismo, había un ‘ostensor’ que con una vara indicaba las estructuras anatómicas que el maestro iba leyendo. A pesar de ello, y como se mencionó antes, se sabe que este médico realizó varias autopsias y en su obra hay hallazgos de que no habían sido mencionados por Galeno, porque que este no practicó disecciones en seres humanos (17).
La influencia y perdurabilidad de esta obra fue enorme, pues durante unos 300 años fue el libro de texto de las principales universidades europeas (8).
Una de las principales características de este período, de este ‘renacer’ intelectual, fue dejar de lado los viejos dogmas expuestos en los textos clásicos, para pasar a explorar, analizar, diseñar, publicar y crear nuevo conocimiento, al igual que extraordinarias obras de arte que hoy siguen causando la más grande admiración.
En el contexto de la anatomía, es indispensable mencionar a Leonardo da Vinci (1452-1519), quien encarna de manera excelsa al hombre renacentista. Además de ser uno de los más grandes artistas de la historia de la humanidad, se interesó por la ciencia, la ingeniería, el diseño de artículos que hoy conocemos como el helicóptero o el submarino, varios siglos antes de que llegaran a convertirse en realidad, y demostró un gran interés en la anatomía. Como muchos otros artistas del renacimiento, Da Vinci se interesaba en la anatomía del cuerpo humano para poder dibujarlo o esculpirlo a la perfección, pero Leonardo fue mucho más allá, hay evidencia de que llevó a cabo por lo menos 30 disecciones anatómicas en Florencia, Milán y Roma (5, 18).
Es bien conocido que tuvo la intención de publicar un enorme tratado de anatomía con la colaboración de Marco Antonio de la Torre, no obstante, la vida no le alcanzó para culminar este y muchos otros proyectos. Dejó más de 1500 dibujos y un gran número de textos sobre el cuerpo humano en los que hay descripciones en el campo de la osteología, miología, sistemas cardiovascular, digestivo, genitourinario y nervioso. En relación con el cerebro, realizó algunos dibujos de este órgano que no se limitaron exclusivamente a su anatomía, sino que hizo algunos aportes sobre su fisiología. Además, ideó un sistema para inyectar cera en los ventrículos, lo cual le permitió, posteriormente, dibujarlos. También llevó a cabo trabajos de anatomía comparada y experimentos con animales que, entre otras cosas, le permitieron afirmar que en el cordón o médula espinal se encontraba el centro de la vida (18).
En términos de fisiología del cerebro, retomó con mínimas variaciones la doctrina galénica y en uno de sus dibujos retomó la idea secular de la existencia de tres ventrículos y la rete mirabile (red milagrosa) (5, 18).
Andrés Vesalio y el De humani corporis fabrica
Vesalio de Bruselas (1514-1564) fue uno de los más grandes anatomistas en la historia de la medicina, siendo considerado como el padre de la anatomía moderna. Inició estudios de anatomía en la Universidad de París, en donde no encontró eco a sus ideas sobre la forma de explorar el cuerpo humano y enseñar anatomía, por lo que partió a Italia, estableciéndose en Padua. Durante el viaje tuvo un encuentro con Jan Stefan van Kalkar (1499-1546), discípulo de Tiziano (1488-1576). Ya en la Universidad de Padua fue nombrado profesor de anatomía y puso en marcha una novedosa forma de enseñanza que consistía en que él mismo hacía las disecciones del cadáver, con sus alumnos como ayudantes y otros como espectadores. Adicionalmente, gracias a sus habilidades artísticas, dibujaba frente a los alumnos sus principales hallazgos y en 1540 decidió hacer un gran tratado de anatomía que culminó en agosto de 1542 y cuya primera edición fue publicada en 1543 bajo el título de De humani corporis