Las mentiras del sexo. Antonio Galindo Galindo

Las mentiras del sexo - Antonio Galindo Galindo


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decía que había iniciado ya el tratamiento hormonal, pero estaba preocupado por el tema de su aceptación y el del posible rechazo social. Él, sin embargo, lo tenía muy claro, y actualmente se llama Marian, tiene cuerpo de mujer y le gustan las mujeres. Al principio pensé: ¿cómo un ser humano a quien le gustan las mujeres y tiene cuerpo de hombre quiere cambiarse de sexo? Mi prejuicio inicial fue que Esteban tenía que ser homosexual y que por eso quería cambiarse de sexo, porque, en mi ignorancia, que un hombre se cambiara de sexo tenía una sola finalidad: conseguir un cuerpo femenino para estar con hombres.

      Pero me equivoqué y la respuesta era clara: su identidad de género era femenina, por lo que, siendo originariamente hombre, pasó a tener cuerpo de mujer a quien le gustaban las mujeres. De físico masculino y orientación heterosexual, pasó a ser físicamente mujer y homosexual. Entonces entendí que mis prejuicios eran el problema y ahora sé que una cosa es la identidad de género y otra la orientación sexual.

      A lo que le llamamos enfermedad psicológica en estos casos es al empeño de querer estar a la fuerza en una categoría que no es la nuestra y no encajar en lo que socialmente se espera de nosotros. Así pues, propongo que el problema psicológico lo tiene la cultura y nuestras creencias conscientes o inconscientes. Y el problema se hace nuestro cuando creemos que hemos de ser “normales” en el intento de hacer oficiales sólo algunas preferencias de algunos seres humanos que están mayoritariamente aceptadas.

      Pero esas creencias no son las de todos. El problema está en la estrechez de los puntos de vista y en que creemos que lo “normal” existe, cuando lo normal es sólo un invento transitorio y coyunturalmente histórico que sirve a un propósito por lo general económico y moral. Y ese concepto se puede ampliar, como de hecho se está haciendo desde hace tiempo, en nuestra sociedad.

      LO MASCULINO Y LO FEMENINO O LA IDENTIDAD DE GÉNERO

      Más allá de los cuerpos y las orientaciones sexuales hemos visto que el primer órgano sexual –antes incluso que los genitales– es la mente y que, aunque seamos hombres o mujeres en los atributos físicos y se espere de nosotros lo que socialmente se adjudica a eso de “ser macho” o “ser hembra”, dentro de cada uno de nosotros nos identificamos con lo masculino, lo femenino o con ambas cosas. Sigamos rompiendo estereotipos y abriendo la mente: propongo que tanto hombres como mujeres tienen dentro de sí una parte masculina y otra femenina, independientemente de si tenemos pene o vagina y de la orientación sexual:

       Veamos estos casos

       Chicos afeminados o muy sensibles que son heterosexuales, si bien el estereotipo social es que los hombres afeminados o muy sensibles son maricas, como sinónimo de que les gustan los hombres. En algunos casos no tiene nada que ver una cosa con la otra.

       Chicos con estereotipo de varoniles que son homosexuales. Parece ser que, porque un hombre reúne el estereotipo masculino de voz grave y rotunda, además de gestos varoniles, ello es indicativo de que es heterosexual. Pues no tiene por qué ser así.

       Hay chicas de aspecto masculino que se piensa de ellas que son homosexuales (camioneras se les llama a veces). Pero no tiene por qué ser así en todos los casos.

       Hay chicas muy femeninas que son homosexuales y nunca se diría de ellas que les pueden gustar las chicas. Pues las hay.

      La solución de todo este aparente lío está en que existen simbólicamente estereotipos de aquello a lo que llamamos lo masculino y lo femenino, y nuevamente son cuestiones culturales.

      ¿Hay estereotipos masculinos? Sí: dar golpes en la mesa, tener voz grave y ser muy potente sexualmente hablando (idea de macho), entre otros. Y los femeninos: ser delicado, gestos débiles, voz aguda y entregarse en la cama (entre otros). Los estereotipos sirven para provocar o no la identificación de los niños cuando van creciendo. Y, así, un niño que detesta a su padre a cierta edad puede tender a adoptar modos femeninos por rechazo al padre e identificación con la madre, o también puede querer imitar al padre porque se identifica con él. Igualmente en el caso de las chicas.

      Así, hay mujeres muy activas y arrolladoras de las que se dice que son masculinas porque entrarían en el estereotipo (sólo es un estereotipo) masculino. Y hay hombres muy sensibles y delicados de los que se dice que son femeninos por el cliché de lo femenino. Pero un hombre afeminado puede tener dentro de sí un alto grado de feminidad (que se le denote, por ejemplo, en los gestos), pero no ser homosexual. Y una mujer puede tener una parte masculina más desarrollada en algunos aspectos –y dar la idea de machorra–, pero que no le gusten las mujeres. Chocante, ¿no? Pues es real. El problema son nuestros estereotipos y los prejuicios, una vez más.

       Cuando nos empeñamos en decir: ese tío tiene que ser gay o esa tía lesbiana

      A Laura le hicieron la vida imposible en el trabajo. Sus gestos toscos y duros llevaban a las personas que trabajaban con ella a pensar que era homosexual. Las personas incluso llegaron a insultarla. Tras varios meses de suplicio, Laura empezó a salir con un chico y todos se quedaron boquiabiertos.

      A Carlos sus colegas le remedaban e imitaban en su afeminamiento hasta el punto de que le decían públicamente que “a ver cuándo salía del armario”, lo que nunca llegó a pasar. Cuando tuvo su primer hijo muchos dejaron de atosigarle, pero aún lleva colgado el sambenito de marica y algunos creen que no se acepta como es.

      Conclusiones:

      1 Es la mente el primordial órgano sexual y no los genitales.

      2 Lo que creas de ti es lo que sentirás de ti, y así actuarás.

      3 Hay un sexo subjetivo, psicológico, más allá del que representan los atributos sexuales, o si te gustan hombres o mujeres, y es un sexo que está en la cabeza y tiene que ver con el propio sentimiento y la propia identificación mental, la identidad de género.

      Puedes hacer el ejercicio de evaluarte teniendo en cuenta la masculinidad o feminidad que percibes en ti mismo, e incluso puedes preguntarle a los demás. Te sugiero que utilices una escala de 0 a 10 para cada cosa:

En el ámbito laboral te ves/me ven MasculinoFemenino 1 2 3 4 5 6 7 8 9 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 9 10
En tus relaciones sexuales MasculinoFemenino 1 2 3 4 5 6 7 8 9 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 9 10
Tu actitud corporal es MasculinoFemenino 1 2 3 4 5 6 7 8 9 9 101 2 3 4 5 6 7 8 9 9 10

      Puedes aprender un montón de la imagen que crees que das y de la que los demás perciben. Y a veces los resultados son reveladores. ¡Pruébalo!

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