Viaje al centro de ti - Los 12 mandamientos del siglo XXI. Luis Fernando arean Alvarez
atención a lo que ves, incluso con los ojos cerrados. Es mirar más allá de lo que tu vista alcanza, es mirar dentro de lo que ves.
Este libro narra mi viaje al centro de mí.
Recorreremos diferentes ciudades: Belén, Jerusalén, Betania y muchos otros lugares únicos, fascinantes de la geografía y la historia del mundo, aunque te aseguro que el viaje más importante es el que vas a realizar a tu interior, el de tu geografía personal, porque entenderás que no importa dónde estés, siempre que estés contigo. El segundo es el de la geografía espiritual y el tercero, Israel, el epicentro del escenario donde una persona cambió el rumbo de la humanidad hace dos mil años.
A lo largo de este viaje también descubrirás los mandamientos de tu éxito personal. Cumpliendo cada uno de ellos comprenderás un nuevo significado de la palabra éxito y te darás cuenta de que tú tienes muchísimo más cerca de lo que crees la posibilidad de conseguir lo que necesitas para ser plenamente feliz. Es más, te aseguro que a las personas a las que transmitas estos mandamientos les ayudarás a conseguir un gran nivel de conciencia.
INTRODUCCIÓN
Después de la publicación de mis anteriores libros, El éxito y Cómo hacer posible lo imposible, durante mucho tiempo, cada vez que me entrevistaban o iba de invitado a una conferencia, algunas de las preguntas que más me hacían eran: ¿Cuándo llega el despertar? ¿Cómo te llegó a ti? ¿Qué hay que hacer para estar siempre en ese estado de conciencia?
Creo que la mayoría de las personas sienten una necesidad imperiosa de llegar a ese despertar, sienten curiosidad por saber qué se experimenta una vez que uno está, lo que llamamos, «conectado», «despierto» o «iluminado». Veo almas perdidas deseando encontrar ese despertar que les saque de la tormenta en la que viven o que les calme ese estado de guerra con el que batallan día a día.
Me hacen estas preguntas y en sus ojos veo esa necesidad de respuesta, de unas que les sean válidas. Me miran como miran las crías a sus madres, me miran deseando que les abra las puertas a ese despertar que lo cambiará todo. Imagino que ellos piensan lo mismo que pensaba yo: que existe una forma mágica que de repente llega y que lo cambia todo; que sucede algo que hace que las tormentas desaparezcan; que, como si de un truco de magia se tratase, se produce un chasquido que hace que los males pasen a mejor vida.
Algo parecido al hada de Cenicienta, que con un golpe de varita mágica consiguió transformar calabazas en carrozas y a una simple sirvienta en una bella princesa. Y puede que estas cosas ocurran, pero no olvides que a las doce de la noche ese hechizo terminó y la carroza volvió a ser lo que era, una calabaza, y Cenicienta regresó a sus cenizas. Cierto es que hubo un final feliz, hasta donde conocemos, pero que ese final llegó a través de un duro camino. No sirvió un golpe de varita para arreglar todo. Lo hizo por una noche, pero no para el resto de la vida.
El despertar es algo parecido. Hay momentos, normalmente duros, en los que uno se siente perdido, en los que nada tiene sentido, y es en esos en los que aparece en tu vida el hada madrina.
Tu hada puede aparecer en forma de amigo, de un viaje, un trabajo, una frase, un algo que de repente hace que empieces a ver las cosas de otra manera. Y ese es tu golpe de varita, pero tan solo es el principio de un largo viaje a tu interior, a tu verdad, a tu despertar, que está donde nunca habías mirado: dentro de ti. Pero es cierto que hace falta que algo o alguien te dé ese toque maravilloso. Y normalmente llega cuando menos te lo esperas y de la forma más inesperada.
¿QUÉ SE SIENTE?
Se siente que entiendes lo incomprensible, que ves la simpleza de las cosas, que ves lo que antes no veías con los ojos de la certeza. Entonces empieza el despertar que te va a acompañar el resto de tu vida. Es un viaje al centro de ti que nunca terminará y que, una vez lo empieces, jamás lo podrás dejar.
Sentir la verdad de tu ser y de tu existencia, sentir la paz es tan gratificante que después de conocerla no querrás abandonarla. Es posible que en ocasiones te salgas del camino, ya sabes que el mundo de lo físico tiene suficientes distracciones para desviarte, pero de algún modo, por mucho que te alejes, terminarás regresando a él, el que va a tu interior. No hay viaje más gratificante y duradero que este.
Por eso, cuando me preguntan que cuándo fue mi despertar, me río, sonrío, porque es cada mañana, a cada momento, pues mi despertar no ha terminado. Cada día la vida me ofrece ocasiones para despertar más, para hacerme regresar a mi camino.
Por la profesión que tengo te confieso que muchas veces me he distraído, he abandonado mi viaje al interior de mi ser para perderme en trayectos llenos de muchas cosas y a la vez de tanto vacío. Me he perdido, pero siempre he sabido regresar. ¿La razón? Como te decía antes, una vez que inicias el viaje a tu interior, es complicado dejarlo a medias.
Cuando sabes lo que es la paz, es difícil vivir en la guerra. Cuando sabes lo que es estar despierto, es difícil quedarse dormido. Cuando disfrutas de la verdad, es difícil vivir en la mentira. Cuando consigues ver, no tiene sentido estar a oscuras.
Tuve la suerte de recibir, hace años, mi golpe de varita mágica, de vivir ese chasquido que me hizo ver que la vida es otra cosa, que detrás de las maravillas que nos han enseñado, el tener propiedades, una familia, dinero, fiestas, etc., que detrás de todo eso hay algo mucho mejor y muy desconocido para la mayoría de las personas, y en ese golpe de varita me di cuenta de que algo me estaba perdiendo, y ese algo era yo mismo.
¿CÓMO ES EL DESPERTAR?
Te digo que quizás no es lo que esperas, no hay luces a tu alrededor, no hay música de fondo, tu entorno no cambia, todo sigue igual. Tal vez leer esto te decepcione, pero es la verdad. Lo que cambia es algo dentro de ti, se enciende una luz, una esperanza de que hay algo más, aparece una claridad que hace que veas las cosas tal y como son, no como tu cabeza las inventa. Aparece una fe en que todo va a ir bien, que todo puede ser mejor, que hay otra manera de vivir sin tanto sufrimiento y aquí empieza el despertar, la búsqueda, el camino al centro de ti. Y esto no sucede en un día, sucede en un viaje.
¿CUÁNDO FUE MI DESPERTAR?
Mi respuesta a esta pregunta es cada día. Cada mañana sigo conectando con mi ser, sigo buscando, sigo regresando al camino cuando veo que me desvío.
Despierto cada día que la vida me pone a prueba.
Despierto cada vez que vienen a visitarme mis sombras.
Despierto cada vez que tengo que convencer a mi ego de que no tiene razón.
Despierto cada vez que mi mente empieza a quedarse dormida.
¿CUÁNDO CONECTÉ CON LA «DIVINIDAD»?
Conecté con lo que yo llamo divinidad en 2004. Este fue el año que tuvo lugar mi golpe de varita, en un momento en el que todo se vino abajo, en un momento en el que pasé de tenerlo todo a no tener nada, en un momento en el que me sentí hundido, en el que no veía salida.
Siempre he sido un luchador incansable, siempre he sido muy trabajador, muy tenaz, y siempre me había ido bien. Digamos que ir bien es cuando las cosas, a pesar de lo que cuestan, salen como tú quieres que salgan, y así era yo. Hasta entonces todo había ido rodado. Tenía lo que quería, no sin esfuerzo, pero lo había conseguido todo. A mis treinta años podría decirse que era lo que la sociedad conoce como un triunfador.
Tenía una empresa, pareja, casa, coches, una vida social envidiable, era popular en mi profesión. En mi trabajo todo iba como la seda, pasé de hacer infantiles en colegios con mi familia a grandes musicales como 101 dálmatas, con una actriz de primera que se convirtió en mi pareja, conseguí grandes patrocinadores, hacer exitosas giras, lo que siempre había deseado. Después vino El Zorro, otra gran producción, y aún faltaba por venir lo mejor: el musical de Queen, We Will Rock You. Me codeaba con los componentes del grupo, la obra fue la estrella de la temporada y su