Daguerrotipos. Juan Carlos Núñez Bustillos

Daguerrotipos - Juan Carlos Núñez Bustillos


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literatura corta escrita en México. Hablo también de José Revueltas, uno de los prosistas, como ya lo dije hace un momento, más deslumbrantes, más osados, más terribles, más llenos de fuerza que ha tenido México en este siglo. De Juan José Arreola, autor de uno de los cuentos que, pasará el tiempo, podemos morirnos todos nosotros y un cuento de Arreola seguirá corriendo fortuna aquí y en todas partes, me refiero a “El guardagujas”, y junto a él tenemos como hermanos no menores, sino del mismo tamaño a “La mujer amaestrada”, “La parábola del trueque”, “La migala”, “La teoría de Dulcinea”, “Homenaje a Otto Weininger”; hablo de Rulfo como cuentista y de una mujer extraordinaria que para mí es la mejor novelista, la mejor cuentista y la mejor mujer mujer —este pleonasmo funciona— que se dedica a las letras y que es Elena Garro. Los recuerdos del porvenir creo que es una de las mejores novelas que se han publicado en idioma español en el siglo xx; La semana de colores es un libro de cuentos notable, y sus obras de teatro. Yo vi en el estado de Tabasco, en el municipio de Oxolotán, en una comunidad indígena, unas obras de Elena Garro extraordinariamente bien puestas; fueron a Madrid, a Nueva York, y tuvieron un gran éxito; fueron la revelación de la ciudad de Nueva York, donde saben un poco de teatro.

      —Emmanuel, pide el auditorio que les recomiendes uno de tus libros, el que sea para ti más entrañable.

      —Bueno, uno de los libros que más beneficio puede ser para la gente que le interesa la literatura mexicana, que ha sido una de mis grandes pasiones, es Protagonistas de la literatura mexicana, es una historia de la literatura mexicana del siglo xx un tanto heterodoxa. Es hablar de lo que ha pasado en México en el terreno de la literatura desde el grupo de El Ateneo de la Juventud, al que pertenecieron Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos; hasta Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, Elena Garro. Son entrevistas, ensayos, algo de crónica, de ensayo, y mucha crítica literaria. Yo creo que es el libro mío más interesante. Hay ahora una cuarta edición en Ediciones El ermitaño, de la Ciudad de México, en coedición con la Universidad de Guadalajara.

      Carmen Gloria cita unas palabras del propio Carballo que, en su opinión, lo describen: “He hecho de la disidencia un arte, y de la polémica una forma de vida”. Luego le pregunta directamente:

      —Esa especie de quijotismo literario o artístico, ¿te ha dado fruto, en el sentido de que hayas visto una reacción de parte de los escritores?

      —Bueno, como todo, el que nada contra la corriente como los salmones, o como aquellos pájaros de Borges que volaban hacia atrás porque no les importaba saber a dónde iban sino de dónde venían, tiene muchos problemas. En México el que se mueve no sale en la foto, y yo me he ido moviendo constantemente, trato de alterar el curso de la historia, de la historia de la literatura. Y eso personalmente, política y económicamente, es nefasto. Pero hay deberes fundamentales de orden ético, de orden estético que hay que cumplir. Cuando la gente no hace las cosas tú tienes que decir tu voz desgarradamente en donde te dan un pequeño resquicio para que sueltes de tu ronco pecho lo que piensas, y yo he aprovechado eso en la universidad, en conferencias, en la televisión —suelo hacer mucha televisión—, en la radio… en todas partes, en artículos, en libros...

      —Ese humor ácido y corrosivo —insiste Gloria— es eminentemente moral.

      —Indudablemente. Toda la gente que se ríe de los demás y empieza riéndose de sí misma es un moralista. Es el caso de Arreola, de Julio Torri... somos moralistas mal vistos, vistos como bufones, como gente que es molesta en un momento dado. Pero a la larga, sin ese tipo de personas no se entiende un momento determinado de la historia de un país.

      —Quiero comentar para que lo entienda el público —continúa Gloria— que aparte de todo esto eres un investigador muy serio; tienes un método, una técnica, un método de trabajo muy severo, a través de años vas recopilando tus fichas, tu obra tiene un peso intelectual.

      —Finalmente, el chascarrillo, la broma... si se queda en chascarrillo y broma, pues eres un payaso, tienes que ir a un teatro de burlesque. Pero un historiador, un crítico de la literatura tiene que demostrarlo en sus libros y en sus artículos y yo es lo que trato de hacer.

      Antes de cerrar la charla, Carballo menciona uno más de sus libros, hermano gemelo de Protagonistas...

      —Se llama Protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo xx, son entrevistas a Cortázar, a García Márquez, a Benedetti, a Jorge Amado, a Jorge Icaza, a Lezama Lima, a Nicolás Guillén. Más o menos el mismo proyecto, pero en relación con la patria grande que es América Latina.

      Agradezco a Carmen Gloria Lugo y a Emmanuel Carballo su presencia en el programa, y Emmanuel se despide:

      —Estuve muy contento de estar con vosotros. Sobre todo es muy bonito que la gente te diga lo que piensa, que una gente te vea de una manera, y otros de otra. En literatura lo hermoso, después de leer un poema o una novela, es que esa novela o ese poema tiene tantas interpretaciones como lectores inteligentes, y la voz de una muchacha, de un señor o de un viejito tiene tantas interpretaciones como lectores y auditores tiene un programa. Y se ve, por lo que vimos en esta hora, que tienes mucho auditorio.

      ALEJANDRO COLUNGA

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      Creo que existe un principio de amor que cobija al mundo.

      Entrevista realizada en la cabina de C7Jalisco en septiembre de 2008.

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      Después de 34 años de no exponer en Guadalajara, Alejandro Colunga presentó “Maravillas y pesadillas 1968–2008”, simultáneamente, en el Museo de las Artes y en el Instituto Cultural Cabañas. La exposición reunió obra realizada entre los años 1968 —cuando arrancó su primera exposición— y 2008, es decir, una retrospectiva de cuarenta años de trabajo artístico, aproximadamente doscientas piezas, en distintos formatos y técnicas.

      Con este motivo invitamos al artista. El día llegó. Abrimos el programa con la rúbrica acostumbrada y Alejandro no se presentaba. Transcurrieron los primeros minutos sin su presencia, así que decidí poner en contexto la época en la que Alejandro Colunga comienza su carrera en Guadalajara, volviendo la mirada a los años setenta, cuando en la capital tapatía se daba un movimiento artístico interesante y muchos nos iniciábamos en el campo de la danza, de la pintura, de la literatura, del teatro y de la comunicación.

      La nómina de Bellas Artes de Jalisco —que equivale a lo que ahora es la Secretaría de Cultura—, en ese entonces no rebasaba las sesenta personas. Había una gran mística, una gran pasión por las artes, y laboraban en las oficinas de Bellas Artes de Jalisco (Jesús García 720, junto al parque Alcalde) personas como Fabián Medina en arquitectura; Luis Valsoto en pintura; Daniel Salazar y José Luis Moreno en teatro; Luis Patiño en literatura; Cándido Galván en prensa y difusión; Felipe Covarrubias, en diseño gráfico.

      En nuestra ciudad tomaba fuerza la expresión musical de la nueva trova con Pancho Madrigal a la cabeza y diversos grupos folklóricos que se presentaban en las famosas peñas. Funcionaban como centros culturales la Galería Municipal, el Exconvento del Carmen, la Casa de la Cultura, el teatro Experimental y, por supuesto, el teatro Degollado, en el que se presentaban figuras como la soprano tapatía Gilda Cruz Romo, el músico indio Raví Shankar, el Nikolais Dance, Joan Manuel Serrat en sus primeras visitas a Guadalajara, entre muchos otros artistas.

      Alejandro Colunga tenía una galería en la calle de Chapultepec, que era la famosa zona rosa, en donde no había tantos comercios y en realidad era un lugar de encuentro cultural.

      De pronto se abre la puerta de la cabina y entra Alejandro Colunga con una gran sonrisa.

      —Alejandro, ¿cómo estás?, buenos días, qué gusto que nos acompañes. Les contaba a los amigos radioescuchas justamente sobre aquella época de los años setenta, cuando nos conocimos precisamente en tu galería ubicada en Chapultepec. Creo que fue tu primera galería, digamos más o menos formal —me


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