Desde lo curatorial. Ángel Calvo Ulloa
MORIR EN EL INTENTO
Al principio, hay un impulso por querer hacer, una voluntad por encontrar lugares y momentos en los cuales poder situarte muy cerca de algunas artistas y acompañarlas. En mi caso, es siempre el trabajo de esas artistas lo que impulsa todo lo demás. Quizá en esa relación, en lo que implica ese diálogo, vive lo curatorial. Una de las mayores preocupaciones —si no la mayor— es poder generar esos espacios y momentos para que éstas puedan desarrollar sus proyectos de la mejor forma posible, tanto a nivel teórico y conceptual como a nivel formal y de producción. Y entonces hablamos de curaduría (o comisariado). Hablamos de condiciones materiales e intelectuales, de ideas y formas, de recursos y afectos, de poder trabajar juntas y que cada proyecto produzca una experiencia de vida significativa para toda persona que tenga relación con el proyecto. Si la curaduría tiene que ver con ciertas cuestiones técnicas y podríamos definirla como una actividad constelacional que combina distintos elementos —obras de arte, artefactos, información, lugares, personas, contextos, recursos, etc.— que no han sido conectados con anterioridad estética, económica, institucional y discursivamente, lo curatorial es el campo dinámico en el que nace esa condición constelacional. Está constituido por las técnicas de curaduría empleadas, así como por los participantes y los marcos discursivos y materiales3.
Las artistas a las que nos acercamos están irremediablemente ligadas a las cuestiones que nos interesan, a las inquietudes personales, a las experiencias vitales. Y son las prácticas de esas artistas las que van decantando los proyectos en los que me enredo. Comienzo siempre a pensar desde y con las artistas, y es el ir y venir entre sus prácticas y las distintas instancias esenciales a las que nos arrimamos como seres humanos donde se va construyendo una voz curatorial propia. Que esa voz quede delimitada por líneas demasiado estrechas no me interesa demasiado, ni tampoco que tenga una posición fija; más bien la idea es que fluctúe, que sea orgánica, que vaya mutando sinceramente en consecuencia con el pensamiento. Intento no redactar demasiados statements, pero cuando no queda más remedio, entiendo que estos responden única y exclusivamente al momento en el que fueron escritos. No puede ser de otro modo, mañana habrá cambiado porque yo habré cambiado.
Esa voz curatorial se va conformando entonces a partir de una práctica que vamos desarrollando en un diálogo abierto y honesto con las artistas con las que trabajamos. Es una voz común, que responde a unas preocupaciones conceptuales comunes y a unas condiciones materiales precisas, que definen irremediablemente cómo contamos lo que contamos. Y que están íntimamente ligadas a las formas de hacer, a las dinámicas de trabajo, a las estructuras en las que desarrollamos los proyectos, al funcionamiento del contexto artístico o a nuestra posición dentro de este. El contenido debe definir la forma, la ética debe ir de la mano de la estética. Dependiendo del proyecto, hay veces que se materializa en un formato expositivo, pero muchas otras las ideas toman forma de cualquier otro modo. Hay veces que suceden en espacios artísticos, pero otras que suceden en cualquier otro tipo de espacio. En todos los casos, tanto la formalización como el lugar y la forma de trabajo deben ser consecuentes con la naturaleza de las ideas en juego.
Todos estos aspectos que a menudo quedan fuera de las discusiones teóricas sobre «lo curatorial», y que están muchas veces íntimamente ligados a cómo desarrollamos nuestra práctica, en qué forma articulamos todas las técnicas necesarias para echar a andar un proyecto, y cómo enganchamos esa serie de técnicas en el engranaje del sistema artístico, son esenciales a la hora de conformar una voz propia. Lo curatorial va más allá de la curaduría, implicando una metodología que toma el arte como punto de partida, pero poniéndolo en relación con momentos, contextos y cuestiones específicas para poder desafiar el statu quo4. Lo curatorial lleva implícita una potencia de cambio, tiene la capacidad de llevar lo artístico a lugares vitales tan diversos como podamos imaginar, para ahí contaminarse y conformarse en algo más. El reto es que las técnicas de curaduría sean lo suficientemente consecuentes y flexibles para dejar brechas abiertas que conformen una voz curatorial que respire vida.
3. Beatrice von Bismark en «Curating/Curatorial: A Conversation Between Irit Rogoff and Beatrice von Bismark», en Cultures of the Curatorial, Berlín: Stenberg Press, 2012.
4. Maria Lind, «On the Curatorial», Artforum, octubre 2009.
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