Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez
En el capítulo I constan algunas revisiones respecto a la categoría de género y las diversas orientaciones de las que parte para fundamentar las relaciones entre los sexos. El capítulo II refleja cómo dicha categoría toma forma en las prácticas cotidianas en sujetos hombres y sujetos mujeres, refiriendo cómo éstos constituyen relaciones familiares y de pareja en sus continuos procesos relacionales. Para resaltar los diferentes planteamientos que se han hecho de las familias y parejas, fue imprescindible retomar los antecedentes, transiciones y dinamismos actuales que conforman dichas esferas de interacción.
Por su parte, el capítulo III convoca lecturas que plasman las dinámicas que confluyen en una relación de pareja promedio, mostrando las estabilidades y alteraciones que se van originando en el avance de la relación; el título de este capítulo se inspira en la obra estadounidense de Steinmetz y Straus (1980) equivalente a Tras puertas cerradas. El capítulo IV se funda con las concepciones genéricas de las violencias, conceptualizadas como eventos adversos a la sociedad, teniendo en cuenta las expresiones en las que éstas se manifiestan. Este capítulo reúne algunos elementos estratégicos que se han creado para que dicho fenómeno sea erradicado y se generen, a partir de estos materiales, propuestas de acción y cambio.
En la V sección se exponen las trayectorias sociales (Bertaux, 2005) de los casos estudiados, mostrando los productos de la investigación en 2015 y la ampliación de información en 2017 para, con ello, capturar la situación actual de cada uno de los informantes en su relato de vida, constituyendo un expediente más completo proyectado a futuro.
Asimismo, el desglose categórico de los casos se evidencia en el capítulo VI, el cual muestra la realidad y experiencias vividas por los sujetos de estudio. Dicho capítulo incorpora áreas específicas de análisis, valoradas por la peculiaridad de la metodología y el instrumento utilizados para la captación del trabajo de campo. Los episodios agudos de violencias se muestran en el capítulo VII, este capítulo es la tipología del fenómeno estudiado, contrastado con soportes teóricos que exponen los resultados obtenidos.
En aras de redoblar esfuerzos por ser claros en la explicitación del fenómeno y generar propuestas creativas que permitieran un acercamiento científico, es que también se incluyen tres propuestas inéditas que sintetizan lo planteado. Los diagramas generados traen consigo la intención fundamental de formular estrategias de transformación prospectiva desde Trabajo Social, perfilando situaciones operativas en vías de solucionar o restaurar.
Finalmente, en el capítulo VIII se presentan aportes para la discusión creados a partir de referentes teóricos y el hallazgo en campo, consistentes en deducciones que parten de la categoría de género como unidad de análisis aplicada al fenómeno de estudio, así como el abordaje al fenómeno analizado por sí mismo, es decir, la violencia ejercida contra los varones heterosexuales y, por último, aquellas que construyen puentes de comunicación y diálogo para estudios futuros.
La creciente y deconstructiva era de las revoluciones corpóreas, sexuales y de géneros, ha abierto una brecha a este tema tabú que necesita explorarse con veracidad y sentido ético a través de procedimientos especializados que pretendan dos fines paralelos: contribuir a la producción de análisis críticos desde Trabajo Social en las relaciones de pareja, y desmitificar materiales de disputa e intolerancia que obstruyen los avances de la igualdad entre los sexos por un enfoque equivocado, y de esta manera enfatizar en el beneficio del género humano en su totalidad al proponer nuevas directrices en la atención-tratamiento de las fórmulas de convivencia íntimas.
1 Véase en el capítulo IV de esta investigación, el apartado “Violencias en la pareja”: Distinciones relevantes.
Capítulo I
Revisiones acerca del género
Como resultado de profundos cambios estructurales, en combinación con las luchas de los movimientos feministas a lo largo de muchas décadas, la división entre hombres y mujeres, incluyendo las más íntimas relaciones de género, sexualidad y autoidentidad, son puestas en cuestión públicamente, y ponerlas en cuestión significa preguntar por su justificación discursiva.
Guevara, 2010, p. 40.
Bases teóricas
Una de las aportaciones más significativas en las sociedades de occidente en materia de derechos humanos y sociales es la incorporación del concepto género como categoría de análisis, que introduce y amplía el feminismo académico en las ciencias sociales, y más tarde forja puentes para materializarlo en las prácticas políticas.
Los análisis que parten del género evidencian cómo la influencia de la cultura y la sociedad determinan las relaciones entre hombres y mujeres a partir de las estructuraciones simbólicas que se crean y legitiman de sus cuerpos, es decir, a partir de la masculinidad, la feminidad y las variaciones que giran en torno a cada una de ellas.
De acuerdo con Cazés (2000), “el género es la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad. La sexualidad, a su vez, es definida y significada históricamente por el orden genérico” (p. 31). Asimismo, la idealización de la anatomía física toma importancia en cuanto que el “género es la construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos o masculinos. El género es una categoría relacional que busca explicar una construcción de un tipo de diferencia entre los seres humanos” (p. 31).
En cuanto a su aplicación, se dice que “el feminismo académico anglosajón impulsó el uso de la categoría gender (género) en los años setenta, con la intención de diferenciar las construcciones sociales y culturales de los hechos biológicos” (Lamas, 2002, p. 87), es decir, que los cuerpos biológicos de los seres humanos pueden o no adecuarse a las ideologías que las sociedades crean, mantienen y propagan de ellos o de su conducta.
En consecuencia, “conceptualizar al género como un mecanismo cultural que instaura un sistema de poder ha servido para desentrañar el proceso mediante el cual la diferencia se traduce en desigualdad” y, por ende, comprender cómo los códigos de significado, es decir, “lo propio de los hombres (lo masculino) y lo propio de las mujeres (lo femenino) están jerarquizados” (Lamas, 2002, p. 164).
Dicha categoría cuestiona tales preceptos al proponer reivindicativas y estridentes lecturas que desmantelan los regímenes simbólicos estructurales, los cuales implantan ideologías de que hombres y mujeres deben regirse bajo una división exclusiva de aptitudes y actitudes que les son propias por el hecho de tener una distinción genitorreproductiva, es decir, sexuación.
Bajo esta óptica, se entiende que “los estudios de género han ido mostrando cómo la genitalidad con que se nace acarrea una serie de demandas, expectativas y entrenamientos sociales que permean los comportamientos de las personas y que tienden a naturalizarse posteriormente” (Figueroa y Salguero, 2014, p. 11). La razón de que el género sea la categoría central de los feminismos conlleva a diferentes autores a identificar su uso y sus componentes científicos. García-Mina (2003) señala que “para el movimiento feminista, la categoría género es una opción epistemológica y metodológica fundamental para analizar, cuestionar y transformar las condiciones de vida de las mujeres y los varones” (p. 41).
Del mismo modo, De Dios (2015) señala que los estudios de género:
Critican las teorías existentes y proponen nuevos paradigmas en la investigación de la realidad, porque permiten establecer interrelaciones de género dentro de los géneros al evidenciar la politización de lo biológico, al establecer diferencia entre sexo y género, al hacer patente que la división entre lo femenino y masculino es una construcción de múltiples facetas y no un determinismo biológico. (p. 2).
A partir de ello, la paulatina ampliación de este enfoque ha permitido comprender parte de los mecanismos que de manera sociocultural, convivencial y subjetiva, promulgan prácticas divisorias en torno a lo aparentemente correspondiente a cada sexo y sus implicaciones en el actuar tanto de hombres como de mujeres en determinadas sociedades, territorios