Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez

Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones - Joel G. Ramírez Rodríguez


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a la dominación como única explicación existente. “Las antropólogas feministas se dividen frente al tema de la universalidad de la subordinación femenina y un grupo destacado sostiene, a partir de investigaciones de campo, que la realidad contradice el énfasis binario de los esquemas de clasificación humana” (Lamas, 2006, p. 95).

      Puntualiza que este grupo proviene de la nueva corriente “Etnografía feminista”, quienes pusieron en evidencia las deficiencias hermenéuticas derivadas de una perspectiva no reflexiva. A mención de Lamas, esta corriente abrió una línea interpretativa que iba más allá del registro de expresiones culturales de la simbolización del género.

      Sylvia Yanagisako y Jane Collier (1987):

      Dichas antropólogas estadounidenses “revitalizan el debate en el campo antropológico al cuestionar si verdaderamente la diferencia sexual es la base universal para las categorías culturales de masculino y femenino” (Lamas, 2006, p. 96).

      El estudio sostuvo que diferenciar entre naturaleza y cultura era una operación occidental, y que “las distinciones entre reproducción y producción, público y privado, eran parte de ese pensamiento y no supuestos culturales universales” (p. 96). Igualmente “argumentaron en contra de la idea de que las variaciones transculturales de las categorías de género eran simplemente elaboraciones diversas y extensiones del mismo hecho” (p. 96), por lo que con ello criticaron las premisas consagradas en el campo de la antropología del género.

      Por consiguiente, clarifica Lamas que esta corriente se negó a universalizar un significado de género aplicado a todas las culturas, y con sus investigaciones en campo demostraron la otredad de su presencia en las sociedades.

      Marilyn Strathern (1987):

      En esta línea, “la británica Strathern analizó cómo se dan las desigualdades de género en el ámbito de la capacidad de acción consciente (agency) en una sociedad determinada: los Hagen de Nueva Guinea, en Melanesia” (Lamas, 2006, p. 96). En dicha investigación, se mostró que en esta sociedad los significados de lo masculino y lo femenino pueden ser alterados de acuerdo con el contexto; “ella encontró que las prácticas otorgan a las mujeres un papel activo en la construcción de sentido social y señaló que las categorías de género no abarcan todo el rango de posibilidades de acción y posición para los hombres y las mujeres individuales” (p. 96), es decir, que las personas no estaban limitadas por el hecho de ser mujer u hombre.

      Con estos planteamientos se posiciona un enfoque diverso al que se conocía tradicionalmente, ya que “esta perspectiva difería totalmente de la visión tradicional, que planteaba que la conducta de hombres y mujeres estaba constreñida al modelo ideológico de su sociedad” (p. 96); de esta forma, la dicotomía naturaleza-cultura que a manera de supuesto produce la desigualdad entre mujeres y hombres, no se aplicaba en los Hagen de Nueva Guinea (Lamas, 2006).

      Con estas acotaciones se subraya que el concepto típico que se ha hecho del género no se aplica transculturalmente:

      De este modo, al sostener que tanto la distinción entre naturaleza y cultura como la de reproducción y producción, o la de público y privado, no eran supuestos culturales universales y al negarse a aplicar transculturalmente (cross-culturally) un significado general del género, estas antropólogas quebraron la línea interpretativa dualista. (p. 97).

      Por lo que puntualiza Lamas que “estas investigadoras revelaron que la eficacia simbólica del género no es uniforme, sino que es dispareja” (p. 97).

      Alice Schlegel (1990):

      Otra de las aportaciones es la que realiza Schlegel, quien “se esfuerza por esclarecer el significado género como un constructo cultural que no incide en las prácticas reales de los hombres y las mujeres” (p. 103); en otros términos, marca la incongruencia entre la totalidad/generalidad de la especificidad/particularidad que se gesta en los variados procesos sociales.

      Lamas desglosa que esta autora formula la distinción entre:

       el significado general de género (general gender meaning): “Lo que mujeres y hombres son en su sentido general” (p. 103), yel significado específico de género (specific gender meaning): “Lo que define al género de acuerdo con una ubicación particular en la estructura social o en un campo de acción determinado” (p. 103).

      En estos términos, “Schlegel descubre que a veces el significado específico de género en una instancia determinada se aleja del significado general, e incluso varios significados específicos contradicen el significado general” (p. 103).

      Refiere que hombres y mujeres, como categorías simbólicas, no están aislados de otras categorías del sistema simbólico de una sociedad, por lo que “el contexto de los significados específicos de género son las situaciones concretas donde se dan las relaciones entre mujeres y hombres” (p. 103).

      Subraya que el significado que se le atribuye al género se relaciona más con la realidad social que con la forma en la que dichos significados encajan con otros significados simbólicos, es decir, es en las prácticas reales entre hombres y mujeres lo que se hace tangible y vivencial.

      Schlegel argumenta que los significados específicos varían inmensamente, ya que se cruzan con rangos, jerarquías, y las actitudes particulares de un sexo hacia otro discrepan del sentido general (Lamas, 2006).

      Desde el significado general de género “hay una forma en que se percibe, se evalúa y se espera que se comporten las mujeres y los hombres, pero desde el significado específico se encuentran variaciones múltiples en cómo lo hacen” (p. 104). Con estos postulados, posibilita un enfoque amplio y flexible que comprenda tanto un concepto global como la discrepancia en el terreno real de los sujetos: “las sociedades han llegado a una gran variabilidad en la práctica, en el significado específico, y que esto a veces se opone al significado general” (p. 104).

      Schlegel deja en claro que las vidas concretas de los individuos, las experiencias de sus cuerpos y sus identidades rebasan los dualismos de la naturalización de la diferencia sexual y se hallan lejos de la perspectiva tradicional de clasificación binaria.

      Virginia Goldner (1991):

      Esta autora afirma que existe una paradoja espistemológica respecto al género, siendo éste una verdad falsaI, ya que:

      Por un lado, la oposición binaria masculino-femenino es supraordenada, estructural, fundante y trasciende cualquier relación concreta; más aún, esta verdad es falsa en la medida en que las variaciones concretas en las vidas humanas rebasan cualquier marco binario de género, existen multitud de casos que no se ajustan a la definición dual. (p. 105).

      La importancia de estas formulaciones consiste en que “al introducir este tipo de matices y precisiones se erosiona la idea del sistema de género como primordial, transhistórico y esencialmente inmutable, y se perfila una nueva comprensión de la maleabilidad del género” (p. 105).

      Con todo ello, refiere Lamas, que al relativizar el papel del género “se tienen elementos para desechar la línea interpretativa que une, casi como un axioma cultural, a los hombres a la dominación y a las mujeres a la subordinación” (p. 105).

      A raíz de esto se analiza que si únicamente se hablase de las concepciones teóricas sobre el concepto (general) de género, se perderían de vista las variaciones que se desenvuelven en los sujetos particulares y, justamente, en este enfoque específico, la realidad contradice a las nociones generales que se hacen de las relaciones sociales, de tal forma que los comportamientos de varones y mujeres no son, por decreto, un elemento invariable:

      Desde la antropología, la filosofía, la lingüística, la historia, la crítica literaria y el psicoanálisis se abordan nuevas teorizaciones sobre el sujeto y la génesis de su identidad, que interpretan la producción de la alteridad a partir de procesos relacionales e imaginarios y remiten al engarce de subjetividad y cultura. Por ello, la relación entre


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